Prólogo

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Marinette estaba más segura que nunca.

Ella estaba superando a Adrien Agreste.


Había tomado tiempo.
Lo que se sentía como una eternidad, si tenía que ser sincera.

Había costado muchos momentos vergonzosos.
Cosas que nunca saldrían de su psique, y ahora podía entender cuan locos y obsesivos habían sido algunos de sus planes. Llegó a preguntarse cómo fue que sus amigas la animaron con ellos en lugar de señalarle las cosas por lo que eran (es decir, Alix lo mencionó alguna vez, pero nunca la confrontó en serio sobre ello) sin embargo, sabía que sus amigas tenían sus mejores intereses en mente y, de todos modos, era ella la que debía resolverlo por sí misma, en ultima instancia. Y eso hizo.

Había tomado muchos errores desastrosos.
No quería pensar en los akumas que había causado sin querer, en las personas a las que les había dado señales contradictoras, ni en los tropiezos que su otro yo había tenido en nombre de sentimientos que no estaban cimentados en nada más que idealizaciones suyas.

Había tomado mucho, pero Marinette se sentía orgullosa de poder decir que estaba superando a Adrien Agreste.


Había quitado la cantidad excesiva de fotos de las paredes de su habitación... todas, en realidad, porque las recientes líneas de Gabriel estaban dejando mucho que desear.
Había borrado su horario y arrojado a la basura hojas con tantos pequeños datos sobre él que no eran necesarios saber entre amigos.

Estaba aprendiendo a, simplemente, hablar con él, en lugar de escupir palabras incoherentes o inconexas.
Estaba conociendo al Adrien real, en lugar de ver al muñeco perfecto que Gabriel Agreste le había enseñado al mundo.

Marinette estaba aprendiendo a ser una buena amiga para Adrien.

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Adrien sabía una cosa con certeza: estaba enamorado de Marinette Dupain-Cheng.

Adrien sabía cómo se sentía estar enamorado. Había pasado mucho tiempo como un gatito enfermo de amor por su Lady- es decir, por Ladybug.

Pero eso ya había quedado atrás.

Marinette era quien llenaba sus pensamientos ahora.
Marinette y su linda sonrisa, sus adorables pecas, su pequeña nariz, su risa contagiosa, sus ojos azules y brillantes, y su cabello espeso, siempre recogido en esas entrañables coletas.

Adrien se preparaba para la escuela, emocionado de verla allí. Ansioso por compartir tiempo con ella durante el almuerzo, ahora que su padre le dejaba tomarlo en la escuela. Impaciente por el próximo proyecto en parejas que algún maestro arrojara sobre la clase para poder preguntarle si le gustaría trabajar juntos en eso.

Marinette eran tan adorable, gentil y su Ladybug cotidiana. Adrien siempre había sabido que ella era genial, a pesar de que no parecía estar muy cómoda a su alrededor; lo cual tenía un poco de sentido, sabiendo que ella admiraba el trabajo de su padre.
Pero las cosas habían estado cambiando lentamente en los últimos meses. Ella lo había entendido cuando nadie más (excepto quizás Félix) parecía poder ver cómo se sentía, ella lo había animado a levantar la voz y poner un pie firme sobre lo que quería y lo que no. Ella lo había escuchado, le había dado consejos, y le había ofrecido su apoyo.

Ella siempre había sido una buena amiga, pero ahora, Adrien estaba seguro de que quería que ella fuera algo más para él. Que ellos se convirtieran en algo más.

Después de todo, ella una vez había querido a Chat Noir, entonces ¿quién mejor que alguien que ya había aceptado el lado de él que la mayoría de personas no conocían... o no habían aceptado

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La princesa ha dejado de esperar la llegada del príncipe azul.
Ha dejado su torre alta para bajar al palacio y saludar a sus doncellas y caballeros.
Ella abre las grandes puertas y se dirige a la ciudad a los pies del castillo.
Y saluda a su gente, dispuesta a conocer mejor su hogar,
mientras se prepara para convertirse en reina.

Ella escribe su propio cuento de hadas.

El príncipe va tarde. Muy, muy tarde, pero no se da cuenta,
pensando que la princesa estará allí cuando sea que él llegue.
Pero al arribar, encuentra una torre vacía,
y un único trono ocupado, en medio de un gran baile.

La princesa se ha convertido en reina.

Una reina sin un rey.
Pero ella tiene a su corte.
Sus caballeros y doncellas.
Ella está lista para gobernar.
Y ella misma elegirá a su consorte.


Pobre, oh pobre del ingenuo príncipe,
quien aún se cree merecedor de ella,
solo porque la historia así lo cuenta.
¿No lo sabías? Hay otros príncipes por ahí,
distinguidos nobles, y valientes caballeros.
También están las leales doncellas y confiables consejeras.

Así que, lo siento, pequeño e ingenuo príncipe azul
pero este ha dejado de ser tu cuento de hadas.

Esta es, ahora, la historia de una princesa, que se convirtió en reina
en lugar de esperar por ti.


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Ha pasado un tiempo desde que escribí algún tipo de poesía. Diría que, desde antes de que empezara la pandemia. Así que estoy un poco nerviosa de compartir esto, por favor, espero sus pensamientos al respecto.
Estoy pensando en intercalar este fic y el de Baile por el día de los héroes, un capítulo por semana, pero ya veremos cómo me organizo.
Gracias de ante mano por el recibimiento y el apoyo a mis historias.

Hoy no fue un buen día para mí. Estoy en esos días del mes, lo cual es un asco en sí mismo, pero me empecé a sentir mal esta mañana, en el trabajo ocasional que tengo, como asistente de un par de profesoras, y entré en un estado hipervigilante que me envió rápidamente a un ataque de pánico. En medio del trabajo. Y mis mejores amigos estaban ocupados en un evento, por lo que no tenía nadie a quien llamar.
Por suerte, mis jefas son muy dulces y comprensivas conmigo; son amigas de una tía, pero hoy me dijeron que me consideraban como de la familia, como si yo fuera su sobrina también. Me ayudaron mucho en un mal momento.

Una vez más, gracias por todo.    

Un poco tarde para decirlo ¿no crees?Onde histórias criam vida. Descubra agora