3. Argos -parte 1

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—Chica ¿qué es lo que vas a hacer? —Alya casi gritó, cuando vio una maleta abierta y a medio llenar sobre el diván de Marinette, mientras la aludida cocía una tira de felpa térmica rosa pálido a lo largo del cuello y la capucha de un abrigo tipo vestido color magenta — ¿No se supone que Ladybug no puede dejar París? —exclamó esta vez en voz más moderada.

—Alya, si pude irme a New York, todo el camino a través del océano, creo que puedo manejar un viaje a Londres, que está a menos de una hora para CosmoBug —frunció el ceño, concentrada, mientras hacía una pausa en su costura y retiraba algunos alfileres guía antes de continuar —le haré saber a Chat que podría llegar un poco tarde, y le dejaré un poco de ayuda —miró de reojo en dirección a su caja de costura. El símbolo de la serpiente destelló en su mente momentáneamente.

Los kwamis que quedaban con ella se habían vuelto significativamente menos enérgicos e hiperactivos desde que la mitad de ellos se habían unido a Nooroo y Dussu en manos de Monarch.

Marinette apretó las manos ante el pensamiento. Un alfiler le pinchó el dedo pulgar, pero ella ni siquiera se quejó del dolor, mientras se lo llevaba a la boca para evitar que la pequeña gota de sangre manchara la prenda en la que trabajaba.

Alya miró a su mejor amiga, aún preocupada por el asunto, antes de observar también a los kwamis.
Era doloroso no tener más a Trixx alrededor.

— ¿Estás segura de esto, niña? —Alya preguntó de nuevo.

Marinette sacó lentamente el dedo de su boca, y continuó su trabajo —Sí. Me gusta la idea de tener a la clase fuera de París por un tiempo —comentó, su voz tenía la seriedad de un comandante de guerra, no la de una niña que apenas iba a cumplir quince años.

A veces, Alya mira a Marinette y siente que no está viendo a su mejor amiga. Siente que detrás de esos ojos azules hay alguien que ya ha experimentado más de una vida. Alguien que ha visto lo peor del mundo, pero sigue luchando por mantenerlo unido y en marcha.

A veces, Alya mira a Marinette y se pregunta si es la misma chica que conoció en su primer día de clases en el Françoise Dupont.

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—Realmente no tienes que someterte a eso, Rockstar —Ladybug se encontró apoyando la cabeza sobre el hombro de Viperion al atardecer, sobre un tejado al azar.

El mayor sacudió casualmente su cabeza. Sus dedos trabajaban de forma casi distraída sobre las cuerdas de su lira —está bien, ma muse. Sin Jules en el barco no debería haber problema en que los kwamis se queden conmigo —Viperion inclinó su cabeza y frotó su mejilla contra el cabello de la heroína con suavidad, aunque incluso eso no impidió que algunos cabellos se desordenaran —Mamá puede ser muy espontánea, pero respeta mucho mi privacidad y la de Juleka —aseguró.

Un poco tarde para decirlo ¿no crees?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora