Vete

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Llegó la noche, y quise tomar una ducha, pero según lo que leí tenía que tener cuidado con mi herida. Cuando estuve completamente desnuda, iba a quitar mi vendaje, pero la puerta sonó. Me puse mi bata de baño y fui a abrir, cuando vi a Lizzie.

— ¿Que haces aquí? — pregunté

— tienes que tener cuidado con tu herida — dijo

— ¿enserio?, no lo sabía — dije con sarcasmo.

— te ayudo — dijo entrando a la casa

— ¿que?...no no no, Elizabeth! — le dije, siguiéndola hacia el baño.

Ella comenzó a quitar mi bata.

— no! — y quedé desnuda nuevamente delante de ella.

Ella pareció petrificarse, veía mi herida y sus dedos rozaban lo morado alrededor. Ella quitó la venda lentamente, y al ver mi herida, parecía sorprendida.

— ven...te voy a lavar — susurró

Yo quería decirle que se fuera y que me dejara en paz, pero como siempre todo mi enojo y dolor se iba de solo ver su rostro, sus ojos esmeralda, su olor.

Entré a la ducha y ella abrió la regadera y cuando el agua estaba tibia, comenzó a dejar caer el agua sobre mi y luego mi herida, dolía un poco y ella se dio cuenta, pero yo sabía que no tenía opción de hacer eso. Tomó el jabón y con una toalla suave y el jabón, comenzó a limpiar mi herida. Luego volvió a echar agua y finalmente siguió limpiando el resto de mi cuerpo. Sus manos llenas de jabón, comenzó rozaban mis brazos, luego fue a mis senos, ella masajeaba aquello y yo retenía mis gemidos, no quería que ella escuchara el placer que ella me daba.

Luego bajó fue a mis muslos, cerca de mi intimidad y mis pies parecían perder el equilibrio. Ella quitó la mano y volvió a mojar mi cuerpo.

//////

Cuando terminó, con una toalla suave, secó mi herida y luego el resto de mi cuerpo. Elizabeth vendó nuevamente la herida y luego me colocó la ropa que yo había sacado para bañarme.

Fui a mi cama y me acosté, ella besó mi frente y ese beso fue más que cualquier otra muestra de cariño.

— lo siento...lo siento tanto — susurró

— no lo sientas si no lo vas a demostrar — susurré 

Ella besó mis labios, tomó sus cosas y sentí la puerta de la entrada cerrarse, indicando que se había ido de la casa.

— maldita vida — me susurré a mi misma.

Las semanas pasaron, las suficientes como para que mi herida estuviera bastante curada y el único que llamaba era Robert, quien me hacía saber que era Elizabeth la que le ordenaba de llamarme, pero sabía que solo lo hacía para hacerme sentir bien.

Elizabeth no me llamó ni una sola vez, no obtuve noticias de ella y no he ido a la universidad como para saber si fue a clases. Hoy iba a ir a clases, y tenía inglés, por lo que tendría una respuesta a esa pregunta pronto.

Al llegar al aula, no había nadie, estaba sola y me maldije. Revisé y aparentemente Miss Olsen acababa de anular su clase y yo era la única que se presentó a clase. Fui a su oficina, y al llegar toqué la puerta y escuché su voz diciéndome que entrara.

Entré y la vi concentrada en algunas copias y cerré la puerta con seguro detrás de mi. Me senté delante de su escritorio y ella me miró con sorpresa.

— ¿que haces aquí? — preguntó

— ¿acaso no puedo?...que yo sepa yo pago para estar en esta universidad — dije

— Estás herida — dijo apuntando mi abdomen.

— ya no...estoy mejor, pero eso lo supieras si hubieras llamado, claro — dije

— ¿a que quieres llegar? —

Me levanté de la silla y me puse delante de ella.

— ¿si tanto lo sientes porque no lo demuestras? — dije casi gritando — estoy cansada de este maldito juego, estoy cansada de darte todo de mi y que lo tires al suelo como si fuera chatarra — ella se quedó en silencio ante lo que dije, y sabía que no respondería — si de verdad no me quieres más en tu vida, dígamelo Miss Olsen, y le prometo que no me volverá a ver, al no ser en sus clases...seré una alumna como las otras...no la buscaré y usted no me buscará, así de simple — dije y ella frunció el ceño mientras que pensaba en una respuesta.

— vete — y esa respuesta me sorprendió.

Sentí ese dolor en el pecho de nuevo, porque esta no era ella ocultando sus sentimientos, esta era ella de verdad, diciéndome que me fuera de su vida, como si nada nunca hubiera pasado entre nosotras.

— bien... — me paré de mi asiento y salí de su oficina reteniendo las lágrimas que estaban por caer.

Me fui al auto, mientras lloraba, mientras sentía que quizás nunca más sentiría por alguien lo que siento por Elizabeth.

queridos lectores...aquí se viene lo bueno 😈

Miss Olsen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora