XIX

594 104 20
                                    

Isagi se culpó por no saber qué eso era una despedida. Es decir, lo pensó, ¿quién decía algo así de la nada?
"De ahora en más vive libre y alegremente con tu amigo"

Por supuesto que lo diría Rin, era el hijo del emperador, educado y alentador. Alguien que sin duda diría palabras como esas pero, ¿qué había pasado?

La semana pasada fue la última vez que se vieron, esa fue su última comida, Rin no se presentó al día siguiente ni al siguiente, ni cuando Bachira se recuperó e Isagi envió una carta al palacio, respondió, tampoco salió cuando ambos fueron a buscarlo, los sirvientes no decían una palabra, era como si Rin nunca hubiese existido. De pronto se anunció el mandato de Itoshi Sae, el nuevo emperador de Osaka, quien estaría a cargo de todo a partir de ahora. El emperador se había retirado a China por cosas de trabajo, pero de Rin nadie decía nada.

Al nuevo emperador se le veía muy poco, incluso menos que a su padre, pero las cosas marchaban como de costumbre.

Isagi no entendía dónde estaba Rin, más bien, no sabía por qué lo había dejado.

Era noche, el frío abrazador llegó en un momento en el que debería hacer calor, incluso nevó por dos días, opacando la ciudad, luego llovió. Isagi lloró a mitad de la cama porque sentía el corazón roto, sentía que lo habían desechado sin explicación.

Si tan solo volviera y diera una explicación concisa, pero Rin no volvió, ni ese día ni al mes siguiente.

El verano estaba por terminar, las hojas y flores comenzaban a ponerse amarillas, indicando la entrada del otoño.

— ¿Dónde quieres que ponga estas?

— Al frente, llaman más la atención, ¿no?

Bachira asintió y dejó las rosas azules a la entrada de la floristería, ambos habían trabajado duro para poner su primer emprendimiento, no querían hacer nada demasiado peligroso, así que optaron por una floristería, así se quedaban en casa y no tenían que alejarse mucho el uno del otro.

— Tenemos un pedido para mañana, al parecer se celebrará algo en el palacio.

— ¿De cuánto es el pedido? —dijo sin despegar la vista de su libreta de notas. — tenemos también una boda que organizar...

— y un funeral, — añadió Bachira.

— Pfff, tenemos muchísimo trabajo.

— ¿deberíamos contratar a alguien?

La campanita de la entrada sonó, avisando que un cliente había entrado. Era alto, muy alto diría yo y, para ser sinceros, Isagi también lo pensó, el cabello largo rubio en una coleta resplandeció con los destellos del sol, llevaba lentes ovalados que le quedaban de puta madre y tenía una piel tan blanca como la leche. El cliente carraspeó la garganta.

Era extranjero.

— Hola, quiero las flores de la entrada por favor.

Una sonrisa socarrona y una mirada profunda.

— Claro —asintió Bachira. — ¿las rojas?

El extranjero negó con una sonrisa, sin dejar de mirar a Isagi.

— Las azules y... ¿cuantas más tienen? Llevaré todas.

— Me temo que no tenemos muchas, señor, son un par de docenas más. — Isagi se aclaró la garganta después de eso y miró a Bachira. ¿Por qué tardaba tanto en traer las rosas si estaban a unos pasos?

— Oh, — el rubio sonrió. — que descortés de mi parte, soy Kaiser. Michael Kaiser. ¿Cuál es tu nombre?

— No creo que deba saberlo, — respondió el más bajo a la defensiva.

Kaiser sonrió.

— Claro que debo, encontré mi nueva floristería favorita, debo saber el nombre de quien la dirige, ¿no?

— Entonces debe saber el de mi socio también, señor. Soy Isagi Yoichi y mi compañero es Bachira Meguru.

— Isagi Yoichi... encantado.

Isagi hizo una reverencia pero no dijo nada más, Bachira apareció con las rosas y se las entregó a Kaiser.

— le cobro de este lado.

Kaiser dejó un fajo de billetes sobre la mesa de cobro que no se molestó en contar y, sin quitar esa sonrisa socarrona, agregó: — Vendré a por más, por favor, esperen por mi. Yoichi.

Se despidió agitando la mano en el aire y salió del lugar.

Bachira se giró, boquiabierto.

— ¡Es caliente!

— No lo es.

— ¡Dios, Isagi! ¿No lo viste? Es súper guapo.

— A trabajar, Bachira.

Bachira asintió con un puchero en los labios, sabía que Kaiser había provocado algo en su amigo, aunque no podía decir bien el qué.

El hijo del emperador y yo [Rinsagi +18]Where stories live. Discover now