PROLOGUE 序文です。

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歴史を知らない者は、歴史を繰り返す。

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀Mientras las nubes espesas caminaban por el vasto cielo azul, la nieve se convirtió en la túnica esponjosa de la tierra y las plantas.

Un chico de diecisiete años, cabellos burdeos y tez caramelizada por los rayos del sol en verano, con ojos sinceros que brillaban con singularidad. Sus mejillas estaban decoradas por el rojo tenue del sonrojo provocado por el sentimiento de amor puro.

Un samurái conocido por su lealtad a la familia Kamado como el primer usuario de la respiración solar permanecía enfrente ante el joven, sonriendo dolorido. Una sonrisa lastimera que solo podía ser vista únicamente por ese chico de ojos sinceros.

Ambos de pie frente a una cascada de riachuelo en completo silencio, pero manifestando más que mil palabras por última vez.

El chico decidió acercarse al sensato samurái, extendiendo su mano, acarició su mejilla con delicadeza. Con una voz a punto de quebrarse por la tristeza, pronunciió su nombre.

— Yorīchi...

— No estoy listo para dejarlo ir, Sumiyoshi-sama. No aún.

Yorīchi lo observó, silencioso y preocupado. Notó la falta de sueño del joven Sumiyoshi, como si no hubiera dormido lo suficiente desde hacía días.

Por otro lado, el joven ignoró el profundo dolor en su pecho que lo golpeó con fuerza al escuchar las palabras lastimeras de su amante y acunó su rostro en ambas manos. Acarició con dedos ansiosos la marca de nacimiento en su frente y recorrió sus facciones con sus ojos.

Sintió las manos del samurái rodear su cintura, acercándolo un poco más a él.

Sumiyoshi tan solo deseaba permanecer al lado de Yorīchi hasta que la vida le permitiera.

Sin embargo, eso era imposible.

Si solo el joven de ojos sinceros no estuviese comprometido, tal vez él pudiera ser completamente feliz al lado del samurái, aunque sea en secreto.

Si solo aquella ridícula maldición no hubiese llegado a su familia, tal vez él pudiera compartir su amor con plenitud con el samurái.

Dolía. Sus corazones dolían mucho.

— Sumiyoshi-sama.

Su mirada seguía perdida en los ojos rojo oscuro del que pronunció su nombre.

Se negaba a dejarlo ir. Todos esos hermosos momentos que compartieron juntos en secreto, todas esas miradas que ocultaban el sentimiento de amor y todas esas palabras y caricias recargadas de afecto parecían distantes. Nada de eso importaba ya.

— Lo amo, Sumiyoshi-sama. 

Ambos corazones daban saltos y latían mil por hora en sus pechos.

Sus respiraciones cada vez eran más erradas y el deseo de unir sus labios nacía en sus mentes. Aunque ellos lo sabían, aquellas dos simples palabras lograban desencadenar un manojo de emociones que avivaba sus almas destinadas a permanecer lejos la una de la otra.

— Lo amo más que a nadie en esta tierra. Y aunque me parta el corazón saber que sus ojos no me volverán a ver de la misma manera y que sus palabras de amor no volverán a sonar en mis oídos, mi alma ya es suya.

NIÑO FLOR DE LOTO⠀⠀   蓮華⠀⠀   KYOTANWhere stories live. Discover now