CHAPTER 2⠀⠀第二章

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そのサイクルが始まった。

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀En el apacible pueblo de los Santos Médicos, la presencia femenina llenaba cada rincón con sus voces y risas. Trabajaban con entusiasmo inquebrantable, brindando seguridad médica al Rey y la familia Real. Algunas preparaban medicinas y ungüentos, mientras otras calentaban líquidos y tés con diversas especias.

Aunque las tareas se volvían más arduas en la época invernal, la felicidad y vitalidad que emanaban de cada mujer, niña y los pocos niños presentes eran incomparables.

El Santo Niño, acompañado de su hermano Yushirō, regresó de la zona comercial hacia la mujer que los había criado desde pequeños.

— Tía Tamayo — saludó Tanjirō con respeto, inclinando ligeramente su cabeza. Yushirō también saludó a la mujer con un leve rubor en sus mejillas.

La mujer de cabello azabache sonrió al ver a ambos jóvenes. Detuvo su labor de machacar semillas en un recipiente de piedra y acercó sus manos para acariciar cariñosamente los cabellos de ambos jóvenes.

— Es un alivio que hayan regresado a tiempo, con este clima es difícil encontrar hierbas o vegetales. — comentó Tamayo.

Yushirō negó con una sonrisa en sus labios, bajó del hombro el cesto de bambú que llevaba en la espalda y lo colocó sobre la madera fría. Con orgullo, mostró las pocas, pero precisas hierbas y la papa que, por accidente, había caído en la cabeza de Tanjirō.

El joven médico, observando el brillo en los ojos de Yushirō producto de su estado anímico alegre, presentó también la recolecta dentro del cesto.

— Fue un poco complicado, pero el Santo Niño y yo logramos recolectar el resto de medicina que falta para la comida, Señorita Tamayo. —dijo con mariposas revoloteando en su estómago, mientras contemplaba los ojos morados de la mujer.

Ella tomó delicadamente las canastas, examinando por sí misma la recolecta del día e identificando cada una de las plantas. 

Tomó unos minutos para revisar el proceso, y como respuesta, Tamayo volvió a mostrar su serena sonrisa, satisfecha y agradecida por el arduo esfuerzo de ambos.

— Santo Niño, Yushirō y tú han preparado la medicina para la familia Real y eso es mucho trabajo. A cambio, dejen a mis manos el resto. 

— Es muy amable de su parte. Gracias, Tía — respondieron ambos, Tanjirō y Yushirō, con otra reverencia que demostraba su gratitud.

— Oh, cierto... — recordó Yushirō aquel obsequio que había guardado cuidadosamente dentro de las mangas de su kosode*.

Con suma sutileza, sacó la horquilla para mostrársela a la Señorita Tamayo.

— El Santo Niño y yo fuimos a la zona comercial, y encontré esta horquilla que decidí comprar para usted.

Asombrada, Tamayo tomó la ofrenda entre sus manos. Su mirada denotaba curiosidad ante los pequeños, pero magníficos detalles de flores de cerezo talladas a mano en la madera ligeramente rosa de Sakura. Con la yema de sus dedos, recorrió esos detalles y esbozó otra sonrisa.

— Estoy consintiéndote mucho, pero no puedo negar el hermoso detalle que me has traído. — emitió con dulzura, aunque golpeó la frente del joven sin fuerza alguna — Maneja con cuidado tu dinero, Yushirō.

NIÑO FLOR DE LOTO⠀⠀   蓮華⠀⠀   KYOTANWhere stories live. Discover now