3. Nasone

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Maurizio no mintió al decir que vivía en una mansión, porque lo era, Ángelo tenía sus ojos abiertos en grande pues era la primera vez que visitaba un lugar tan inmenso, incluso creyó que su amigo era un príncipe o algún tipo de rey escondido por la casa tan lujosa en la que vivía

Juraba que la música se escuchaba hasta la otra residencia y al parecer los vecinos se habían resignaron totalmente con la contaminación auditiva, no se tardó en ingresar al lugar acompañado de Lorenzo que iba tras él, y apenas puso un pie adentro pudo respirar el olor del alcohol, humo y drogas en ese lugar, vaya que no eran tan santos como creyó, habían más de su tipo ahí.

Sintió un cuerpo caer sobre el suyo y cuando se fijó de quién se trataba vio a Maurizio completamente borracho que le sonreía con una enorme alegría.

-¡Llegaste!

Ángelo sonrió-. No quería besarte mañana.

-Ese era mi mayor sueño, que malo -resopló-. Pasa, todo es tuyo, si quieres algo pídelo en la barra, puedes usar las habitaciones... -sonrió pícaro-. Disfruta...

El rubio asintió lentamente y vio al de rizos irse con un chico de ojos felinos, rio leve y miró a Lorenzo, que al parecer estaba esperando alguna señal para hacer algo en aquel lugar lleno de personas desconocidas, así que lo tomó de la mano y lo arrastró hacia la barra.

-¿Bebes? -preguntó en voz alta.

-Un poco -respondió de la misma manera ya que la música no los dejaba conversar tranquilamente.

Ángelo pidió dos vasos de sangría para empezar con algo suave y le pasó uno al pelinegro, Lorenzo tenía el cabello semi largo, le llegaba hasta los pómulos y le hacía ver mucho más apuesto estando iluminado solo por las luces de colores, también tenía el ceño suavemente fruncido producto del alcohol en su boca y el ruido de toda la gente en ese lugar, podría decir incluso que ese hombre era todo un galán como en las películas que a veces miraba a escondidas de las monjas, pero Lorenzo solo tenía apariencia de ser rudo, sin embargo notaba que era un chico que le llevaba la contraria por completo al título, era agradable y a Ángelo le gustaba que sea reservado, le causaba curiosidad.

Después pidió vodka, no le gustaba ser tan lento a la hora de embriagarse y disfrutar de la fiesta, pero ahora tenía compañía no quería asustar a Lorenzo con sus costumbres primitivas, eso tal vez no le hubiese importado con alguien de su familia o alguna persona ordinaria... por alguna razón, no quería ahuyentar a ese chico de su lado.

-¿Desde cuándo bebes, Ángelo?

-Desde los trece.

Lorenzo abrió sus ojos con sorpresa, pero de inmediato su expresión se relajó-. ¿Por qué tan pequeño?

-Las monjas creían que no veía dónde guardaban el vino para la misa cuando daban la ostia, y bueno, tampoco es como si yo fuera un santo -rio leve, sabiendo que parecía un loco alcohólico por naturaleza sin ningún tipo de arreglo.

-Pero ¿Por qué? Debes de haber tenido una razón para comenzar a beber alcohol y seguir haciéndolo.

Suspiró-. Simplemente no pude dejar de hacerlo, me gustaba la sensación que me daba... Me calmaba -le dio un gran sorbo a su vaso y se sirvió más-. De todos modos no soy tan fan del alcohol en la actualidad, me da igual.

-¿De qué te calmaba? ¿Sufrías de algo?

-¿Eres muy curioso, ¿Verdad? -bufó, comenzó a sentirse disgustado-. No sufro de nada, estoy bien.

-Pero tiene que haber una razón...

-Eso no es tu incumbencia.

-Tienes problemas -ni siquiera fue una pregunta, fue una afirmación.

FENTANILO ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora