Capítulo V

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Ante el rugir del motor, Dazai sonrió orgulloso, pero antes de arrancar el auto, se aseguró por última vez que nadie los hubiera visto. Ante la percepción de Chuuya, Dazai no había tomado aquel lujoso auto sólo porque sí, sino que, más bien, había buscado un punto ciego.

Dazai aceleró al verse fuera del estacionamiento y, una vez éste se hubo mezclado en la autopista con los demás autos, comenzó a reducir la velocidad. Aunque ir por la calle en un lujoso auto con un vidrio roto no era lo más normal del mundo y, teniendo en cuenta que eso podría hacer que cualquier oficial de tránsito los detuviera, al castaño se le notaba sumamente tranquilo, como si de un paseo a la playa se tratase.

Por el rabillo del ojo, Dazai notó que Chuuya se encontraba mirando por la ventana, se le veía pensativo, mas no asustado, cosa que, siendo muy honesto, le agradaba. Sin embargo, no intentó hacer plática, mucho menos fastidiar al pelirrojo en ése momento, no quería romper el ambiente.

Luce aún más lindo cuando no anda por ahí insultándome sólo por existir.

Pasaron alrededor de dos horas y media en la carretera, en cuanto el castaño reconoció la zona por la que se encontraban, supo que estaban cerca del lugar en el que se encontraría con Ranpo. Detuvo el auto una vez hubieron llegado, afortunadamente, no había nadie en la zona a esa hora, sin embargo, Dazai se aseguró de todas formas que no hubiera alguien por ahí husmeando.

Dazai sacó el collar que había tomado antes de salir de su antigua guarida y lo miró con atención, para después dirigir su mirada a la del más bajo.

–Chuuya...

–Si te pregunto en dónde diablos estamos, ¿me lo dirás? –Interrumpe el pelirrojo, con su típico ceño fruncido y aquella mirada furiosa, pero innegablemente hipnotizante.–

–Estamos a las afueras de Yokohama. –Ofrece Dazai.– Ahora, no más preguntas, cariño, ponte esto.

Chuuya miró el collar que Dazai estaba ofreciéndole y simplemente lo tomó, ya se enteraría más tarde del motivo por el que el castaño le había pedido que llevara puedo aquello. Era un collar sencillo, pero hermoso, parecía ser un topacio azul cuyo cordón era de un negro que contrastaba con el otro color.

–Mientras tengas esto puesto, nadie te hará nada, sabrán que estás conmigo y no se atreverán a tocarte. Aún así, no te separes de mi, Chuuya, estando a mi lado, nada malo te sucederá, jamás.

En el poco tiempo de conocerse, eran contadas las veces que Chuuya había escuchado aquel tono serio en Dazai. Sin pensarlo, tomó aquel collar entre sus dedos y lo apretó con fuerza, incapaz de despegar sus ojos de los del más alto.

Dazai bajó del auto poco después, Chuuya se mantuvo inmóvil en su sitio. El pelirrojo no lograba entenderlo, no se suponía que Dazai Osamu, el criminal más buscado de Yokohama, el "demonio prodigio", se comportase así. Era desconcertante.

Por primera vez, Chuuya dudó que la información que tenían en la comisaría fuera verídica.

Bien, no lo iba a negar, la forma en la que Dazai se había robado aquel auto indicaba experiencia en tal delito, pero aún así, Dazai no parecía ser el demonio que todos creían que era, incluido él.

No parece ser... Tan malo.

Chuuya bajó del auto tras ese último pensamiento, a lo que Dazai lo tomó nuevamente de la mano, esta vez, entrelazando sus dedos. El pelirrojo sintió sus mejillas enrojecer, a lo que simplemente carraspeó y decidió mirar hacia otro lado, sin embargo, no deshizo el agarre de sus manos.

Caminaron en línea recta hasta llegar a un edificio relativamente grande, Dazai abrió la puerta y, en cuanto Chuuya puso un pie dentro de éste, quiso darse la media vuelta e irse. Aquel lugar parecía ser una especie de club, quizás un burdel, repleto del tipo de personas que él y sus compañeros se dedicaban a arrestar.

Kidnapper | soukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora