Capítulo 33

3.3K 213 17
                                    

GAVI

Es Nochebuena. Y tras un par de días de tensión, las cosas con Violeta habían mejorado bastante.

Yo quería ayudarla. Y le propuse de volver a terapia. Ella se negó rotundamente, me gritó y no me habló durante un día entero. Sé que le costaba abrirse a mi y hablar del tema, por eso mismo quiero que acuda a algún profesional. Pero claro, la granaína es terca como ella sola. Y no quiere ir a ningún sitio porque afirma que está bien. Que ya ha pasado por esto más veces y sabe como lidiar con esto.

Cosa que, sinceramente, no creo que sea muy cierta. Pero dejé de insistir, haciendo que ella se saliera con la suya en víspera de Nochebuena. Pero no voy a comentarle nada en la cena de hoy.

Nuestra Nochebuena se basará en cenar en el bar de Matilda. La cual nos ha insistido tanto que no hemos tenido otra opción. Que yo no me quejo, porque las croquetas que preparan son una completa delicia.

Termino de abrocharme la camisa blanca cuando Violeta abre la puerta. Estos días hemos dormido en habitaciones separadas. Desde que volvió del hospital quise darle su privacidad, más si luego discutimos y bueno, no quería ni olerme.

La de Granada me mira de arriba abajo, con un descaro que me hace sonreír.

–Vale, lo tuyo no es ser discreta por lo que se ve – digo, mientras me miro al espejo abrochándome las mangas de la prenda blanca. La cual, no por ser egocéntrico, pero me queda de putísima madre.

–¿No puedo mirar? – pregunta mientras se acerca lentamente. Apoya sus manos en mi hombro. Para luego posar su barbilla también.

–Si no vas a besarme, no deberías.

La chica sonríe y quita su barbilla de mi hombro, para darme un beso lento en la mejilla mientras rodea mi cintura con sus brazos. A ser sincero, quería el beso en otro lado.

–Ahí no se dan besos.

De nuevo, sonríe y esta vez no me besa, sino que se marcha.

Acabamos de vestirnos. Pienso constantemente en los últimos días y en los besos y otras caricias que ha habido entre ambos. No somos nada, pero, como diría Bad Bunny, estamos envueltos hace rato.

Salimos de la casa y vamos caminando hasta el restaurante. No está alejado, tan solo a un par de manzanas. En pleno centro del barrio donde se crio mi chica, o eso me va contando mientras vamos hacia allí.

Escucho con atención todas las anécdotas, muchas de ellas malas, que tiene en las calles de Granada. Andamos y andamos hasta que llegamos a la Alhambra. Quedo fascinado por la belleza del lugar. Incluso le hago una foto para el grupo de mi familia.

–¿Crees que es lo más bonito de Granada? – pregunta ella, a mi lado.

No digo nada, pero guardo mi móvil. Le miro y me acerco.

–No es lo más bonito de Granada. Ni por asomo – digo, seguro de mi respuesta.

Lo más bonito de Granada podía ser la Alhambra. Podía ser su gente, su comida, su música...cualquiera de esas cosas eran una parte hermosa de la ciudad, enriquecida de cultura en cada rincón. Pero no es lo más bonito.

–Lo más bonito de Granada lo tengo enfrente mío.

Ella me mira y sonríe.

–Enfrente tenemos la Alhambra Gavira.

–Eso tú, porque yo tengo a mi granaína. 


***

Capítulo corto no, lo siguiente, peeero en el próximo capítulo tendremos escenitas subidas de tono

ATENAS | Pablo GaviWhere stories live. Discover now