XIX

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Jennie y Rosé miraban a distancia la guerra de miradas que Lisa y Jisoo parecían mantener, sentadas con sus bandejas de desayuno en el comedor, sin decir palabra alguna, simplemente mirándose mientras sus bocas se atiborraban de comida. Era incluso divertido verlas ahí, sin nadie queriendo sentarse con ellas por miedo a que en algún momento estallaran, pues cualquiera que estuviera a su alrededor saldría seguramente lastimado. Jennie estuvo seducida a decirle a Rosé que se sentara con ellas; quizá para molestar un poquito.

—¿Qué mierda les habrá picado a esas dos? —preguntó Minjeong dándole un sorbo a su té.

—No tengo idea. — Respondió Jennie

—Bah, ya estoy acostumbrada a estas mariconas y sus ataques hormonales.

Rosé rodó los ojos y se levantó, contorneando sus caderas hasta la mesa en donde estaba la Emperadora y su mejor amiga o enemiga mortal; Jennie ya no lo sabía con certeza.

—¿Qué crees que hará?

—Es Rosé—solo eso respondió Jennie, no se necesitaban más explicaciones.

Jennie vio cómo Rosé susurraba algo en el oído de Jisoo y ésta se levantaba de golpe, siendo seguida por Lisa. Jisoo murmuró algo cerca de Lisa y esta gruñó antes de tocarle el hombro; asintiendo con la cabeza. Rosé entonces se despidió batiendo su mano, viéndolas salir del comedor como 2 toros embravecidos y al volver a la mesa, Jennie estaba pestañeando con lentitud, completamente incrédula de lo ocurrido.

—Bien, ya está —comentó Rosé con despreocupación.

—¿Qué demonios les dijiste? —preguntó Jennie.

—Que hoy mientras Jisoo estaba en las regaderas, una bastarda intentó acorralarme cuando fui a pedir ropa limpia. —la rubia se encogió de hombros y le dio una mordida a su rebanada de pan—. Y que me tocó en lugares privados.

Jennie casi se ahogó e inmediatamente buscó algún signo de daño en su rubia amiga, sin encontrarlo a simple vista.

—Dios, Rosie, ¿eso de verdad pasó?

—No, por supuesto que no, idiota, pero pasará todo un día antes de que Lisa y Jisoo se den cuenta y para ese momento, ya habrán hecho las paces.

—Oh.

—Sí, soy una perra muy inteligente, lo sé.

Rosé aplaudió dos veces para sí misma con denotada arrogancia y volvió a su desayuno, manteniendo una conversación ridícula sobre cuán poco atractivas eran las nuevas reclusas.

Jennie exhaló el aire de sus pulmones y estrechó los labios en una sonrisita tímida, a veces parecía que la verdadera Emperadora no era otra que la loca rubia que movía a todas a su antojo.

—Bien, entonces... si encabezamos la lista, definitivamente la más guapa es Lisa—dijo Mina contando con sus dedos—. Luego viene Jisoo, Karina y Seulgi.

—Están locas —protestó Rosé—. Lisa está buena, pero Jisoo es mucho más sexy.

—Dicen que Lisa puede hacerlo por horas y no cansarse ¿es verdad, Jennie?

—Joder ¿por qué debería responderles eso? —Las mejillas de Jennie estaban calientes y teñidas de rojo.

Las bromas y dudas respecto a la capacidad de Lisa en la cama era algo a lo que nunca podría acostumbrarse.

—¿No contaremos a las muertas? Sojung era muy guapa.

—Y una asesina de menores, no cuenta —dijo Mina con una mueca de asco.

Prisionera | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora