[Extraño]

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|9. Divertido |

Las travesuras son normales en niños y adolescentes, es natural que quieran divertirse haciendo cosas que los mismos adultos les prohiben o jugandole bromas a amigos cercanos.
La imaginación de los menores va más allá de lo que alguien con una edad ya avanzada puede entender, con el tiempo unos olvidan lo que hicieron o qué pensaron al hacerlo. Es algo que cualquiera a esa edad haría, pero que ya de grandes se arrepienten o se ríen sabiendo que no lo volverían a hacer.

Manjiro sabía que no se arrepentiría, y que, si el momento se presentaba, lo volvería a hacer.
Rió dando saltos encima del baño público portátil el cual se encontraba tirado de costado en el piso mientras uno de sus amigos se encontraba dentro, el rubio cenizo sí que disfrutaba de aquello.

Era divertido, y además se encontraban al aire libre en una fiesta que no contaba con supervision de algún adulto, eran puros adolescentes que pedían a gritos libertad y una vida llena de aventuras y diversión con alcohol y, quizás, sustancias de dudosa procedencia.

Al menor de los Sano no se le permitía ir a ese tipo de fiestas, pero a él le encantaba romper las reglas y ser como los demás llamarían: Rebelde.

Un chico fuerte, carismático, infantil, molesto y muy bromista, si es que a él se le puede llamar así.

—¡Mikey, déjame salir!— Gritaba el amigo del nombrado desde dentro del baño portátil, tocando con fuerza las paredes de este pidiendo auxilio.

—¡Quisieras, Kei!— Contestó riendo mientras su cuerpo seguía el ritmo de la música de fondo que resonaba en todo el lugar. Saltaba, bailaba y reía.

Era como si volviera a ser un infante.

—¡Joder, Mikey, aquí huele a pura mierda!— Gritó, se podría jurar que la cara del chico estaba roja de la ira.
Claro, este no recibió nada más que un silencio y el sonido de la tan conocida policía, supo en ese momento que estaba perdido.
Creyó que su amigo Manjiro lo había abandonado, pero después de un rato sintió movimiento en la caja rectangular con un inodoro en la que él se encontraba, dejando la puerta en un costado dándole la oportunidad de salir, cosa que hizo.

Cuando quedó libre fue que vio a sus amigos y varios desconocidos siendo esposados, y después a policías enfrente de él.
Manjiro estaba callado siendo esposado y metido en el auto de uno de los tantos oficiales, este simplemente observaba a su alrededor.

Cuando llegaron a la estación, los dejaron en varias celdas del lugar separando a todos los amigos del Sano, quién quedó con chicos que desconocía.
Se sentó sabiendo que estaría ahí un buen rato hasta que le permitieran hacer una llamada o se cumpliera el tiempo que tendría que estar detenido.

Tuvo su momento de silencio hasta que se abrió la puerta de barrotes de metal, dejando entrar a un oficial y a otro joven, el policía le quitó las esposas al chico y lo dejó con él y los demás desconocidos.
Mikey lo miraba fijamente, curioso de su vestimenta, pues este tenía puesto un traje bastante extravagante, y no solo su manera de vestir era llamativa, todo él era raro para el rubio cenizo, pues se veía murmurando y quejándose de varias cosas mientras tomaba asiento al lado de un chico.
Hablaba sólo y se reía, se lamentaba y luego volvía a reír, miraba a los alrededores como si se estuviera cuidando de alguien y luego simplemente quedaba en silencio con los ojos entrecerrados.

Manjiro llegó a la conclusión de que aquel chico estaba loco.

—Neeh, neeh~ ¿sabes la hora?— Le preguntó el chico loquito, el rubio cenizo lo miró con total atención antes de negar.
Le habían quitado sus cosas, entre ellas su celular.

—Deberías saberla, las personas más calladas saben más— Comentó con una sonrisa, ahí se dio cuenta que entre los desconocidos sólo él y el otro chico eran los únicos que no hablaban con alguien de la misma celda.

—Ajá— Respondió indiferente, Mikey detalló más al chico que le hablaba; además de su curiosa vestimenta, sus ojos azules eran demasiado brillantes y hacían perfecto contraste con sus cabellos negros.
Si tan solo el chico vistiera algo más "normal", quizás le hablaría y sería más del tipo de hombres que le gustan, pero no.

—Neeh~, eres muy malo— Exclamó, bajó su mirada azulina y sus ojos se aguadaron estando al borde del llanto.

—¿Vas a llorar? — Preguntó un tanto confundido por su actitud. El joven de cabello negro asintió.

—Eres muy malo— Sollozo, las demás personas en esa celda simplemente los ignoraron.

—¿Por qué? — Siquiera sabía el por qué le hacía caso a ese chico rarito, ese no era su estilo, pero su actitud le llamó demasiado la atención y hasta cierto punto hizo que sintiera la extraña sensación de consolarlo.

—Eres un chico malo que responde feo, hace que me sienta mal— Gimoteo.
Mikey definitivamente no entendía.

—No soy malo, solo no quiero hablar y ya— Respondió, cerró los ojos tratando de ya no ver al lamentable chico de ojos azules.

—Manjiro es malo, muy malo— Se exaltó en su lugar y abrió los ojos con fuerza, fijó sus iris en aquel adolescente el cual le devolvía la mirada con la misma intensidad, solo que sus ojos estaban llorosos.

—¿Cómo es que tú...-

No pudo siquiera terminar cuando un policía abrió nuevamente la celda. —Manjiro Sano, pagaron tu fianza, quedas libre. Sigame, por favor— Pidió el oficial y el rubio cenizo no pudo responder ya que ya estaba siendo jalado por el mismo señor.
Sus ojos negros no se apartaban de los ojos azules del otro chico.

Manjiro hizo una mueca disconforme cuando el otro adolescente sonrió con burla y se despidió del rubio.

Estando fuera pudo divisar a todos sus amigos y a Koko, quien fue el responsable de sacarlos de ahí.

—Vuelven a ser arrestados y yo ya no los saco.

¿Ustedes han hecho travesuras?

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¿Ustedes han hecho travesuras?

Yo, cuando era chica agarré una rata muerta y la metí en el bolso de una señora JDJSJDJS

¡Bye, bye!

[] Cortos Mitake []Where stories live. Discover now