Juntos

1K 155 28
                                    

Juliana

Navidad era una de mis fechas favoritas, pero desde hace mucho no la disfrutaba tanto como hoy en compañía de Ferrán y mi compañera de cuarto. A pesar de que no estoy con mis padres ni con mi chocolatico, nos la hemos ingeniado para pasar un rato agradable, ya que los tres tenemos la misma cosa en común, y es que estamos solos en esta ciudad.

Annie nos invitó a la cena que planificó con todos sus amigos, pero nosotros no encajamos ni un poco con ellos, por lo que le dijimos que no estaríamos con ellos a pesar de vivir bajo el mismo techo. Esa mona es muy amable, aunque en algunas ocasiones se comporta como toda una perra.

Sofía, una mexicana bastante tímida y callada, Ferrán, mi amigo español y yo nos hemos pasado todo el día viendo películas, mecateando y jugando como tres niños pequeños. Extraño a mi familia y más a Leo, pero no puedo negar lo bien que la estoy pasando con ellos. No pensé que Sofía fuera tan divertida, pues siempre se la mantiene de cabeza en su mundo. Ferrán siempre ha sido muy extravagante y le faltan muchas tuercas en la cabeza. Fuera de todo eso, son muchachos de bien.

—No hagáis trampa.

Sofía y yo reímos ante la advertencia que nos dejó Ferrán, estirando su brazo por debajo de mi abdomen para tocar con su mano el color verde.

—Esta posición me gusta, ¿sabías? —me miró con picardía y le lancé una mirada llena de advertencia.

—Ni se te ocurra porque te mato, Ferrán.

—¿Y qué si te toco? —pellizcó mi barriga, haciéndome cosquillas y perder el juego.

—¡Eres un tramposo! —lo empujé hacia el suelo y subí sobre él, atacando sus costillas, su punto débil porque no dejaba de reír—. Pareces un cagado de cinco años. ¿No puedes jugar sin trampas?

—Los dos parecen dos niños pequeños —Sofía reía por igual.

Miramos a Sofía y ella captó de inmediato nuestra intención, por lo que se levantó rápido del suelo, pero Ferrán la sujetó firmemente de la pierna y ella reía intentando zafar su pierna del agarre de él.

Cuando logró zafarse, me ayudó a hacerle cosquillas a Ferrán por largos minutos. Lo dejamos ir cuando su rostro se puso más rojo que un tomate y no podía respirar debido al mismo ataque de risa que tenía.

Sin verlo venir, nos tumbó a las dos en la alfombra y nos devolvió el ataque con suma facilidad, haciéndonos explotar en risas mientras se jactaba de que podía con las dos.

De repente, la puerta del cuarto se abrió de golpe y los tres miramos en dirección a ella, quedando completamente estáticos al ver a tremendo papacito, mirándonos con interés y el ceño fruncido.

«Un regalo envuelto y de mi sabor favorito, ¿eh?».

«¿Acaso el Niño Dios leyó la carta imaginaria que le hice o qué?».

«Aunque falló un poquito en mi pedido, no importa, me encanta desenvolver mis regalos, más cuando se trata de mi postre favorito?».

«Virgen santa, ¿cómo es posible que esté más bueno que hace unos meses atrás?».

Mi corazón latía con mucha fuerza y rapidez, y no precisamente de la agitación que me dejó las cosquillas. Mi morocho hermoso estaba frente a mí, mirándome fijamente con esos ojos tan cautivadores y expresivos.

—Pellizcame —Ferrán estiró su brazo hacia mí—. Yo estoy seguro de que pedí pizza, no un tío de lo más bueno. ¿Eres stripper y has venido a hacer tu show? Puedes empezar ahora mismo, guapo.

—Oigan a mi tío —golpeé su cabeza y soltó una risita—. Controle esas hormonas, parce.

—¿Eres el repartidor? ¿Vienes incluido en la caja? Es que estoy hambriento —se mordió los labios y volví a golpearlo en la cabeza—. ¿Qué te pasa? Este hombre tiene hasta para darnos a los tres, ¿no es así?

—¡Ferrán! —gritó Sofía.

—No demuestres el hambre, Ferrán.

Me levanté del suelo y me acerqué a Leonardo que se mantenía en completo silencio y muy quieto en su lugar.

—Buenas, ¿se te ofrece algo, papacito? —sonreí ladeado, desesperada por treparme encima suyo y devorar sus labios—. ¿Te comieron la lengua o necesitas ayuda para encontrar las palabras?

Su mirada, al igual que sus músculos se relajaron en esa sonrisa tan bonita que me regaló.

No pude soportar un segundo más y le brinqué encima, arrebatando cualquier palabra de su boca. Dios mío, como moría por perderme una vez más en estos labios tan suaves, carnosos y deliciosos. Necesitaba locamente de la calidez de sus brazos para sentirme así de segura.

Estos últimos días han sido pésimos y hasta pensé en tirar la toalla, pero con su presencia todo lo malo se desvanece y las ganas de vivir y seguir resurgen con fuerza en mi corazón. No puedo y tampoco quiero estar un segundo más lejos de él.

—Y el hambriento soy yo, ¿eh? No es justo que tú sí puedas probarlo y yo tenga que quedarme mirando —la queja de Ferrán me hizo reír y poner celosa a la vez.

—Saca todo lo sucio de tu cabeza, españolete, porque este bombón de chocolate que ves aquí es solo mío. Y yo jamás lo compartiría con nadie.

—Indignante —resopló—. Pensé que éramos amigos.

—No cuenta, ahora sal de mi habitación y llévate a Sofía contigo. 

—Vamos, Sofi, porque a Juliana ya la perdimos.

En cuanto salieron de la habitación, Leonardo soltó una carcajada, escondiendo su rostro en mi cuello y apretando mi trasero en sus grandes y suaves manos.

—¿Y esta sorpresa? —susurré en su oído, acariciando su cabello con suavidad—. Ibas a la segura a matarme, ¿no?

—No puedo estar un día más lejos de ti, mi gatita hermosa —plantó un beso en mi cuello que me hizo estremecer—. He venido a quedarme, pero... ¿tú quieres que me quede contigo?

Tomé su rostro en mis manos y lo obligué a mirarme a los ojos. Indecisión, inseguridad, temor, dudas. Hace mucho no lo veía así de nervioso y cohibido.

—¿Me estás vacilando? —negó con la cabeza y sonreí—. Eso no se pregunta, papi. No hay nada más en este mundo que desee que estar contigo. No me importa si es aquí o en la China, pero mientras estemos juntos, cualquier lugar del mundo es perfecto.

Enredó su mano en mi pelo y me besó con fuerza y pasión, apretándome contra su cuerpo. Estoy más feliz que una lombriz. No pensé que él sería capaz de venirse desde tan lejos para estar conmigo, y no solo hoy, sino hasta que nuestro camino llegue a su fin. 

Condena[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora