› cero

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El irritante sonido de constantes clicks y teclas hizo suspirar a Jennie

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El irritante sonido de constantes clicks y teclas hizo suspirar a Jennie.

Soltó un grito ahogado en frustración e hizo una mueca.

Pero se levantó y a acercó a una concentrada pelinegra que miraba atenta la pantalla con sus enormes audífonos y un micrófono que salía de estos.

Tomó una silla cercana y se sentó a un lado de ella, un tanto alejada por el tamaño exagerado de esa tonta silla "gamer" verde que la menor había comprado.

— ¡Joder, Rosé, te dije que por ahí no! — Habló al micrófono y acto seguido sus dedos se movieron en el teclado para hacer una obra dentro de la pantalla que logró marear a la expectadora —. ¡Vienen por detrás! ¡Son los dos! ¡Vuelve, Rosé!

Rosé, Rosé, Rosé. Era el nombre de la tonta chica con la que al parecer Lisa jugaba día y noche.

Solo ignoró las indicaciones que la pelinegra daba por el micrófono y se concentró en una cosa, la cosa que causaba de todo en su cuerpo.

El movimiento de dedos de Lisa sobre el teclado.

Con los tres dedos medios se aseguraba de tocar las cuatro teclas de movimientos, curvándolos y moviéndolos con agilidad para cubrir el botón que no tenía ningún dedo.

Su pulgar colaboraba con la barra espaciadora, también alguna que otra tecla un tanto lejos que alcanzaba y presionaba sin cansancio. Y su meñique que se movía de arriba a abajo en las teclas especiales.

Su otra mano que colaboraba a escribir comandos e indicaciones por el chat online en una velocidad impresionante.

Cuánto deseaba esas manos musculosas y con venas marcadas moviéndose de aquel modo en su coño.

Miró el rostro de la pelinegra, encontrándose con ojos bien abiertos y con el reflejo de la pantalla en ellos, pequeños movimientos de pupilas mirando distintos lugares de la pantalla para reaccionar rápido.

Labios fruncidos que de vez en cuando relamía, abría un poco y luego volvía a fruncir.

Ya está, ya estaba caliente, estaba segura de que estaba más caliente que el sobreutilizado CPU de Lisa. La ponía caliente imaginar las ágiles manos de su amiga haciendo maravillas en su intimidad, dentro y fuera.

Lisa era una completa friki, una muy atractiva, ágil... Y ambidiestra.

En lo único que pensaba era en que Lisa dejara de ser tan jodidamente virgen y le prestara atención de una vez.

— ¡Si! ¡Ganamos! — Tiró los cascos sobre la mesa y se levantó junto a un gesto de victoria y una enorme sonrisa. — ¡Unnie! ¡Gané!

Jennie sonrió, Lisa era realmente una friki virgen, una tierna.

Jennie sonrió, Lisa era realmente una friki virgen, una tierna

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