› tres

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— Ya estoy

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— Ya estoy... — En un puchero, Jennie avisó, algo molesta por tener que usar ropa, ¿Para que la necesitaba?

Lisa había estado esos silenciosos minutos dándole por completo la espalda a la mayor, no podía mirarla, pero decidió confiar en su palabra y al voltear, afortunadamente si, Jennie cargaba una de sus camisas.

Le quedaba algo grande, era una camisa holgada que usaba mucho para esos fines de semana que solo se sentaba a jugar todo el día.

Jennie no era tonta, obviamente sabía eso, y por su mente pasaba una Lisa caliente lamiendo su cuello con la manos debajo de su camisa apretando sus tetas.

Quizá se la robe seguido. Uno nunca sabe, quizá la oportunidad la pilla con esas prendas.

Lisa se acercó a ella y acomodó los cabellos revueltos se de la castaña.

— ¿Vamos a dormir, entonces? — Cuestionó, solo para asegurarse si iba o no a dormir con Jennie.

Jennie sonrió ante el gesto de Lisa con su cabello. Rodeó el cuello de esta con sus brazos, abrazándola y subiéndose de puntillas,
acercándose de más a su rostro.

Lisa se sonrojó y el aire se le perdió ante la repentina cercanía de la mayor, tomó su cintura para intentar detenerla y volverla a apoyar en sus talones, mientras tiraba su cabeza un poco para atrás, evitándola.

— Que tierna eres. Con una enorme sonrisa, Jennie comentó y bajó su mirada hacia los labios de la menor.

Lisa sintió el calor llegar hasta sus orejas.

— J-Jennie-... — Intentaba alejarse lo que podía, la ponía realmente nerviosa aquella cercanía.

— ¿Por qué te alejas? — Puchereó y apretó más el abrazo en el cuello de Lisa, acercándola más.

Lisa sentía su corazón en sus oídos. No lo hagas, ¿En serio quieres?

Sus pucheritos son tan lindos.

Lisa no podía más consigo misma.

¿Que mierda estaba pasando?

Lisa intentó recuperar aire.

Sin pensarlo más, solo para calmar todo lo que estaba sintiendo en su cuerpo, giró su cabeza, tomó la de Jennie y la empujó en su hombro, haciendo así que solo terminarán en un abrazo.

Jennie puchereó, su intento de besar a Lisa había fallado, y como siempre, la idiota la arruinaba de la forma más tontamente virgen y tierna.

Solo quería un tonto beso que terminara en otros labios. Se abstuvo de patalear con malcriadez.

— Creo que es mejor que duermas so-...

Antes de que la menor terminara de hablar, Jennie dió un paso hacia atrás, se volteó aún abrazada a la menor y la empujó contra la cama, cayendo encima de ella. Aquella caída causo un jadeo en la menor.

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