Prólogo

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Una mañana en los arrecifes de Pandora una gran guerrera dio a luz a su segunda hija Ha'lia, esta adquiría caracteristicas diferentes a cualquier otro navi en el clan Metkayina, Tenia unas cejas casi inexistentes que se desarrollarían más conforme a su edad pero lo que más alertó a los líderes tenia cinco dedos

Ha'lia 4 años

——¿Mamá?—Llamó a su madre.

Ella se encontraba haciendo unas prendas un poco alejada de donde la pequeña se encontraba. Al no ver respuestas por parte de ella decidió continuar.
Hace tiempo que tiene atormentandole la  misma pregunta.

—¿Por qué no soy como ellos?

Y siempre la misma respuesta.

Nada.

Ha'lia 6  años

Dos pequeños metkayinas se encontraban en la orilla del mar. La menor recostada sobre las piernas del mayor.

—¿nunung?— Ha'lia lentamente sube su vista hacia el niño quien ya se encontraba mirándola. —¿Cuando seamos grandes seguiremos juntos?.

Seremos los líderes, los mejores y tu serás mi Tsahík.— Sonrió

Ante la inocencia de ambos niños crearon una promesa que sin saberlo pronto no tendría valor.

Ha'lia 8 años

—¡Hali!—Aonung llevaba ya intentando dar con la chica, había recorrido toda la aldea pero no había ninguna señal. Fue hasta que la vio sentada en una de las rocas dentro del agua.

La noche anterior había pasado en vela intentando crear un brazalete de piedras, según el eran tan brillantes como la presencia de la femenina.

Fue un fracaso.

Pedir ayuda no estaba en sus planes, su madre lo interrogaria hasta exprimir toda la información, el quería evitar eso. Y su hermana pequeña Tsireya aún era muy pequeña 7 años y es mejor que tu.

Termino todo solo.

Te estuve buscando todo el día.— toma asiento junto a ella— toma, es para ti.—Sonrió apenado.

En su mano sé encontraba el brazalete que con mucho esfuerzo había logrado, Aonung extiende su brazo y con todo la delicadeza posible lo colocó en la muñeca de Ha'lia.

Un acto que para muchos es considerado un simple roce pero para ambos metkayinas fue el momentos más perfecto.

Nunung.—con ambas manos sujeta las del chico juntando así ambas.—Gracias.

Ambas manos entrelazadas, totalmente diferentes nunca encajaron a la perfección, poco les importo porque sus corazones se complementaban.

Ambas manos entrelazadas, totalmente diferentes nunca encajaron a la perfección, poco les importo porque sus corazones se complementaban

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𝗘𝗨𝗣𝗛𝗢𝗥𝗜𝗔 -Aonung Where stories live. Discover now