capitulo 23 (una madre y un secreto)

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Ya era de noche, una muy clara con las estrellas y la luna brillando con todo su esplendor. Fuera de la academia, en los dormitorios, sola y vigilando que nadie la siguiera, iba Becky de camino a casa de Freen, recordando perfectamente el camino hacia allá. No tardó en ver la enorme mansión por las luces que salían por todas las ventanas. Había más gente viviendo allí. Ignorando eso se acercó hasta llegar a la puerta. Allí picó con insistencia hasta que le abrió el mayordomo Jon.

—Lady Becky, vaya sorpresa verla aquí a estas horas —dijo el mayordomo sin mostrar sorpresa en su rostro—. No tengo entendido que viniera a visitarnos.

—No, es verdad, no le he avisado a Freen que venía —aseguró ella jadeando cansada de correr—. Nadie sabe que estoy aquí… Vengo a ver a Freen, por favor, ¿podría decirle que me encuentro aquí?

—Lo siento mucho, pero Lady Freen no desea ver a nadie hoy.

Con eso Jon estuvo por cerrar la puerta, pero Becky lo detuvo por muy poco trancando la puerta con las manos en el umbral, impidiendo que se cerrará en sus narices.

—¡Espere!, ¡Por favor dígale que soy yo! ¡Seguro que querrá verme, se lo suplico! —rogaba ella desesperada manteniendo la puerta entreabierta— ¡Necesito verla, por favor! ¡Déjeme pasar y verla!

—¿Qué está pasando aquí? —dijo una tercera voz dentro de la casa, una voz de mujer mayor y autoritaria.

Jon se giró y Becky pudo ver por la puerta que se trataba de una mujer mayor pero hermosa, de largo cabello negro y ojos negro; por esa apariencia y ese nivel de similitud, Becky dedujo que debía ser la madre de Freen, la que estuvo a punto de conocer aquella noche. En verdad era como ver a Freen, pero un poco mayor, y más sabia y madura. Becky no pudo evitar ruborizarse cuando esa mujer la miró.

—Jon, ¿Quién es esta joven y que hace aquí a estas horas? —preguntó Amanda mirando a Becky.

—Es una amiga de su hija, señora. Se llama Becky —informó obediente el mayordomo—; estuvo hace una semana aquí, dice que desea ver a Freen con urgencia. Ya le he dicho que no era posible, pero...

—¡Por favor, se lo ruego! ¡Déjeme ver a Freen, aunque sea un momento! —suplicaba de nuevo Becky — ¡Necesito verla ahora!

—¿Es necesario verla ahora y no mañana? —preguntó Amanda sorprendida de la insistencia de la humana— Mi hija no está para ver a nadie en este momento.

—Estoy segura que ella querrá verme si sabe que estoy aquí. Por favor al menos dígaselo.

—¿Por qué deseas tanto verla ahora? ¿Quién eres tú para mi hija? —preguntó Amanda mirándola a los ojos fijamente.

Esa pregunta sorprendió a la rubia, pero no tardó en entender el juego. La madre de Freen debía ser también vampiresa, y por ello la ponía a prueba para dejarla ver a Freen o no. Becky lo pensó bien… En el fondo no estaba segura de lo que era para Freen, pero decidió decir lo que sentía dentro suyo y sin dudar.

—Presiento que algo malo le ocurre, y quiero ayudarla en lo que pueda —respondió decidida y directa—. Yo... soy alguien importante para Freen, eso soy.

Con esas palabras Amanda pudo confirmar sus sospechas. Esa humana de cabello dorado y ojos
grises era la chica que su esposo mencionó anteriormente, la que haría cambiar a Freen a la que era antes, es decir a su adorable y angelical hija. Entonces, con un gesto de cabeza, le indicó a Jon que la dejara entrar. Este así lo hizo y la rubia entró enseguida agradecida por dejar que pasara.

—Puedes ir a ver a mi hija solo si ella quiere… De no ser así te irás enseguida y sin rechistar. —le indicó Amanda seriamente.

—Entendido. Muchas gracias.

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