71. Cемьдесят Oдин.

370 35 6
                                    


Estar en ese orfanato me hizo darme cuenta de muchas cosas.
Siento que me he conocido más de lo que nunca imaginé.
Está vida de esclavitud me cambió para siempre y mi mentalidad es muy diferente a cuando llegué a USA y estoy muy avergonzado de saber que me he convertido en un objeto de poco valor, algo sucio y usado.




En ese orfanato pasé por muchas cosas incómodas y ser "libre" no es como lo imaginé.

Las personas siguen siendo frías y para ellos es un día de trabajo más, al que tienen que venir a soportar pubertos insoportables sin modales y malagradecidos que de todo se quejan.

Siempre pensé que si conseguía escapar sería diferente, pero me siento atrapado.

No poder expresar lo que quiero decir es tan frustrante que opté por no hablar casi nada.

Aquí soy un inmigrante más...

En el orfanato me daba pena pedir gasas, banditas adhesivas y algodón para las cicatrices de mi cuerpo.

Al principio las pedia en la enfermería, pero la encargada del inventario me dijo que ya no podía desabastecer porque casi todo es por donación.

Así que empecé a ponerme papel higiénico en las noches para no molestar en pedir tanto.

Era muy incómodo tener que ponerme gasas entre las piernas porque aveces salía apurado y me las ponía mal y andaba todo el día con picazón por no acomodarlo; y no era una opción quitarme eso a mitad del día porque eso tomaba tiempo, ya que tenía que desinfectarlo, así que opté por limpiarme antes de salir y antes de acostarme a dormir.

Tenía problemas para dormir porque me sentía culpable de despertar a los otros niños con mis terrores nocturnos y eso era casi siempre.
La mayoría de las veces no me daba cuenta pero despertaba llorando desesperado y los niños callándome.
Como me robaban mis medicamentos de dormir esto era lo que pasaba y siempre me disculpaba sollozando.

No saber nada de mi abuela me tenía más triste que nada.
Pero ahora qué se lo que pasó con ella, siento que la abandoné.
Me siento como la peor persona del mundo; me siento tan mal.
Tengo un dolor en el pecho que es diferente a lo que sentí cuando pasó lo de Sofía.
Lo de Sofía fue un shock.
Pero con mi abuela yo ya lo pensaba mucho; ella era mayor y esa idea de que ella se podría ir en cualquier momento no era nueva.

Estoy tan frustrado de querer irme de este maldito país pero como dice Scott: yo no tengo a donde ir y tampoco tengo a nadie en Rusia.

La policía siguió visitándome semanalmente para hacerme preguntas sobre Niko y Lana; y yo seguí ignorándolos.
Al menos eran reuniones privadas y nadie sabía lo que yo "conversaba" con los agentes.

Aveces pensaba en Yulia y tenía un peso en la espalda por no dar su ubicación.
Quizás ella aún sigue ahí, en esa cárcel.
Pero no quise hablar porque sospechaba que me iban a encontrar y no quiero perder esta oportunidad de "libertad".

No quiero saber del sovietico ni de Sergetri y
Ojalá esos malditos hijos de... ojalá se mueran.
Todos los días pienso en ellos... me da miedo pensar en encontrármelos.
Nunca los voy a olvidar.
Aveces hago cosas y pienso que a Viktor o a Serge me van a regañar.
Cada vez que como algo con azúcar me siento culpable...
Mirar a las ventanas se siente como algo malo y siempre estoy inconscientemente tratando de que no me miren y desvío los ojos porque no puedo sostener miradas porque eso estaba prohibido.
Aún sigo mirando abajo y me acostumbré a no mirar a nadie en público porque recuerdo los regaños de Serge.

Serge y Viktor... hmm seguro ya me reemplazaron.

Pero Manhattan es tan grande... que no creo que me los encuentre.
De todas maneras ... ellos ya no son mis dueños.
Aunque pienso que no tengo derecho a estar en libertad porque ya tengo muy estampado en la cabeza que le pertenezco a Viktor...

Valerian Where stories live. Discover now