𝘿𝙄𝙀𝘾𝙄𝙎𝙄𝙀𝙏𝙀

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POV Becky

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POV Becky

El anochecer ha bañado la casa en la oscuridad casi total, con excepción de las pequeñas luces de camino que están colocadas estratégicamente en puntos de salida en toda la casa. Es sólo la luz suficiente para verme mientras bajo por las escaleras y me dirijo hacia la oficina de Freen. Paso el estudio en mi camino y confirmo que no está ahí. Tal vez no podía dormir bien y ha vuelto a trabajar. Sus mantas estaban esparcidas por la cama como si hubiera luchado con ellas. Mi conjetura es que ella intentaba dormir, igual que yo, y perdió la batalla.

La puerta de su oficina se encuentra abierta y una lámpara proporciona una franja de luz suave. Escucho gruñidos y mi estómago se tambalea.

Doy un paso alrededor de la puerta y estoy completamente sorprendida por lo que encuentro.

Freen está sentada en su sillón de cuero, sus pantalones bajos y su polla gruesa está de pie con orgullo. Su mano se mueve de arriba abajo en movimientos cortos y desiguales y está gruñendo en voz baja.

Mi coño se aprieta a la vista de ella. Libero un pequeño gemido y sus ojos se apoderan de los míos.

— Cristo, Becky. — se mete a sí misma de nuevo dentro de los pantalones, lo cual no es tarea fácil. Está tan dura y su polla llena de sangre no se ve feliz de estar metida en el espacio confinado. Yo sólo sigo observándola.

— ¿No sabes tocar la maldita puerta? — ladra en mi dirección.

— La puerta estaba abierta. — murmuro, sintiéndome una idiota.

Mira detrás de mí hacia la puerta abierta. — Supongo que lo estaba. ¿Aunque, qué haces fuera de la cama?

— Creo que la mejor pregunta es, ¿qué haces tú? — me siento descarada y quiero verla retorcerse un poco siendo capturada. Salvo que se encuentra tranquila y serena, y me sigue viendo con calma.

Sacude la cabeza hacia mí, obviamente, sin morder el anzuelo. — No hagas preguntas para las que no estás dispuesta a escuchar las respuestas.

No estoy segura de lo que quiere decir, pero cruzo la habitación y me paro delante de ella, mis piernas todavía inestables de lo que acabo de presenciar. — Estabas masturbándote.

Se queda tranquila y calmada.

No lo había dicho como una acusación, pero por suerte Freen no parece ofenderse. — Sólo tengo curiosidad...

— Tengo necesidades, Becky, como tú sabes.

Asiento. — Las dos las tenemos. — doy un paso más cerca.

— Ten cuidado, dulzura. Estás jugando con fuego, tentándome, haciéndome querer algo que no puedo tener.

— ¿Quién dice que no puedes? — no sé quién es la chica que se halla provocando, pero me siento audaz, inquieta y solitaria. Es una mala combinación, y me hace querer actuar.

𝙃𝙚𝙧𝙢𝙤𝙨𝙖𝙨 𝙢𝙚𝙣𝙩𝙞𝙧𝙖𝙨 ; 𝙁𝙧𝙚𝙚𝙣𝘽𝙚𝙘𝙠𝙮 [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora