Misha

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Estaba desorientado y mareado. Todo era una mezcla de olores a mi alrededor. El polvo no me dejaba enfocar bien la vista. Me dolía todo. La segunda sacudida había sido tan fuerte que habíamos caído al suelo porque, literalmente, algo había caído sobre nuestras cabezas y gran parte del techo se había derrumbado. Aparté algunos cascotes que tenía encima y gemí de dolor. No era nada grave, pero me había ganado nuevas contusiones.

Busqué a los míos y parecían ilesos o, al menos, no demasiado magullados. La suerte había querido que nos encontráramos en el lugar donde los daños habían sido menores. No podía decir lo mismo del centro de la sala o donde habían estado apostados los Ancianos y los purasangre.

Debía incorporarme, debíamos aprovechar lo ocurrido para escapar todos juntos, pero me falló la pierna y tastabillé.

Entonces sentí unos brazos —sus brazos— que me rodeaban por la cintura y me atraían a un pecho fuerte que olía a sol, a hierba mojada, a vida.

Glenn estaba aquí de verdad.

Y eso me hizo llorar.

Alfa. Seducción peligrosaWhere stories live. Discover now