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▫️▫️▫️Athena

Charles abrió mi puerta y me ayudó a salir.

Una mujer fue quien recibió las llaves del auto y se lo llevó. Al entrar el lugar tenía un aire muy privado. Se nos guió a un gran balcón que daba vista a la costa con algunos edificios que iluminaban mis ojos.

—¿Como hiciste para encontrar esto? —me siento y empuja mis silla.

—Joris me lo recomendó —dice situándose frente mío en la mesa— es raro... él nunca había venido a Cancún que yo sepa.

—¿Joris? —repito divertida— eso explica el que Julia no saliera de su habitación.

—Creo que ellos planearon esto.

El mesero llegó a servir vino.

—Que elegante todo.

—Solo lo mejor de lo mejor —levanta su copa chocando la mía.

Estos momentos con él son los que más aprecié y extrañé mientras pasaba mis días encerrada en mi habitación en casa de mis padres.

—Es nuestra primer cita oficial —los meseros preparan la mesa antes de traer el platillo— fuera de cuatro paredes escondidos.

Toma mi mano por encima de la mesa apretándola.

—Quiero que sea así de ahora en adelante —sus ojos verdes brillan dejándome perdida en ellos— que sepas que quiero todo contigo.

Las mariposas en mi estomago vuelven tan fuertes como sentí ese primer beso que me dio en aquella habitación de hospital, o cuando lo vi de nuevo en Manarello después de dos años. La lista sigue, los momentos más pequeñitos a su lado me hacía sentir así.

—No creo que después de hoy quieras siquiera volverme a ver...

Sus ojos antes brillantes con ilusión, ahora me miran con confusión.

—El platillo principal —anuncia la mesera.

Sonrió hacia el personal separando nuestras manos.

El resto de la cena solo charlamos de temas aleatorios, no me presiono para hablar de aquello. Eso me hacía sentir tan segura con él.

—Recuerdo la vez que Arthur y tú usaron a Pluto para "espiar" —hace las comillas en el aire— y armar un complot contra mi.

—Eso es exagerado —le señaló con la pajilla— éramos niños de siete y seis.

—Pues el gran cartón que encontré debajo de la cama de mi hermano decía Complot contra Lord Perceval en rojo y con brillantina. Además de que había fotos mías dormido.

Solté una carcajada sonora.

—Eso, lo admito, fue idea mía.

—¡Lo sabía! Eres una acosadora.

El se ofreció a pagar la cuenta y salimos por la parte de atrás que daba entrada a la playa directamente.

La luna era llena e iluminaba toda la costa. Había pocas nubes por allí y propuse asentarnos en la arena.

—Tienes una seria obsesión por el cielo nocturno.

Dancing With Your GhostOnde histórias criam vida. Descubra agora