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Melinoe •••• 🦋
La conversación del abogado aún continuaba dando vueltas en mi cabeza como un eco insoportable, así como también la gran curiosidad alrededor de ese cofre, mamá nunca había sido una persona material, apreciaba más una pulsera echa a mano que un bolso de lujo, lo recuerdo bien sus cumpleaños y aniversarios eran las únicas ocasiones en las cuales su esposo podia regalarle algo verdaderamente lujoso como la gargantilla diamantes o los vestidos de Balenciaga que tanto yo amaba.
Ella siempre fue más de usar pinturas, tenis y ropa lo suficiente cómoda para trabajar en su estudio en paz.
Lo que guardará dentro de ese cofre era un verdadero misterio para mí, quizá "Él" lo supiera, definitivamente, debía saberlo...o quizás no...si necesitaba presencia de un abogado debía tratarse de algo muy serio e importante.
Lo que sea da igual, continuar pensando en ello sería inútil, no iba a tener respuesta hasta el encuentro de mañana.
Vuelvo a concentrarme en Meredith, habíamos disfrutando el parque del centro casi cuarenta minutos, compramos churros en el camino y habíamos terminado nuestra larga mañana en Glopland, el mejor lugar del mundo trampolines y peloteros gigantes suficientes para hacer feliz a un niño.
Lo había visto anoche en pleno insomnio y no me pareció una mala idea, ni lejano a nuestra ruta, a Meredith parece no desagradarle pues no tarda mucho en quitarse los zapatos y empezar a correr directo al trampolín número dos.
Las zonas estaban cubiertas de goma espuma y lona, era seguro, asique puedo disfrutar tranquila su diversión desde el pasillo central viendo algunas madres enloquecer con dos o tres niños.
Dios nunca ví algo como eso.
Mamá si sabía canalizar nuestra energía.
Éramos ruidosos, no lo niego pero no recuerdo nunca haber hecho este tipo de escándalos en público, mucho menos mis hermanos.
Regreso la atención a mi pequeña viendo su desplazamiento entre los distintos espacios através de los escaladores y cintas, se sumerge entre las pelotas multicolores y le saco una foto en pleno juego, se queda un rato allí interactuando con otros niños, volviendo a cambiar de nivel. El tiempo realmente vuela y antes de darme cuenta ella está sentada en la banca conmigo intentando recuperar el aliento, había corrido casi por 30 minutos y su fatiga era notoria. Oigo el rugido de su estómago y cercioró la hora, ya estábamos cerca del mediodía mereciamos un bastó almuerzo para dos.
—¿Qué te parece si antes de volver a casa no pasamos por el restauran? Tengo muchas ganas de saber si esos deliciosos crepps siguen en el menú.
Aplaude contenta avalando el plan, le colocó de nuevo su calzado y nos vamos, pensé que tal vez un juego así motivaria su habla pero su boca continúa completamente callada.
