Equilibrio

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Daphne: ¿¡Dime qué está pasando!? ¡Fuera con esto!

Daphne gritó mientras observaba la marea de la batalla volverse contra ellos desde su puesto en la base de la torre principal.

Daphne: ¡No necesitas decirme que la muralla ha sido destruida, puedo verlo desde aquí! ¿Por qué el castillo está tan vacío!?

Con los ojos ensanchados, y un tinte de miedo en su voz, Daphne se sacudió el cabello mientras gritaba.

El humo seguia subiendo de las murallas norte y este: tenía una vista directa desde una de las muchas ventanas que la rodeaban.

Estaba tratando de obtener una respuesta directa del mensajero que había traído noticias desde el frente.

Daphne, junto con sólo otros ocho aventureros, estaba posicionada al final del puente del cielo como la última línea de defensa.

-L-Luan dijo que Jacinto ordenó un ataque directo.

Daphne: ¿¡HAH!? ¡Ese hombre no ordenó tal cosa! ¡He estado aquí todo el tiempo! ¡Yo habría sido la primera en saberlo!

En efecto, se le había ordenado estar de guardia delante de la única entrada a la torre principal. Ningún mensajero que llevara la palabra de Jacinto hubiera alcanzado a las tropas en la línea de frente sin que ella se diera cuenta.

El mensajero elfo se encogió hacia atrás ante el aura intimidante de Daphne.

Daphne: Luan, ¿Nos traicionó...?

Era creíble, sobre todo teniendo en cuenta que Daphne dudaba de la mayor parte de la lealtad de sus compañeros a Apolo en primer lugar. Se mordió el labio antes de presionar al mensajero para obtener más información.

Daphne: ¿Y Lissos y sus tropas?

-Combatiendo con alguien, por lo que se ve. El enemigo usó algún tipo de magia en el patio y atrapó a muchos de nuestros guerreros en su interior. No sé cuántos quedan que todavía pueden luchar.

Razonó rápidamente que todo esto debía ser obra de Luan; él tenía que ser la razón de que las cosas se salieron de su control tan rápidamente. Ni siquiera había transcurrido una hora desde el comienzo del Juego de Guerra, y el enemigo ya había hecho este progreso con casi ninguna resistencia.

Daphne maldijo entre dientes. No sólo estaba enojada con la forma en que Jacinto menospreciaba a su enemigo desde antes del Juego de Guerra, sino también consigo misma por dudar en actuar en el momento en que la muralla norte se derrumbó.

-¡Daphne, están aqui! ¡Dos humanos... Es Little Rookie!

Daphne: Esto termina ahora. Alto, entrégale un mensaje a Jacinto por mí: "Envía refuerzos desde el salón del trono y aplastaremos a Bell Cranel"

Uno de los aventureros había visto a los dos avanzando por la torre exterior y alerto a Daphne al peligro. Ella emitió sus órdenes al elfo, quien inmediatamente se inclinó y desapareció en la torre principal.

El plan de Daphne era inundar el puente del cielo con tantos guerreros que sería imposible que Bell y Welf pasaran. El puente del cielo era sorprendentemente ancho, se necesitarían más de diez hombres grandes con armadura completa, parados hombro con hombro, para sellarlo completamente.

Sabía que tardarían varios segundos para que se acercaran desde el otro lado. Ventanas salpicaban las paredes, un techo muy sólido arriba y una alfombra roja que corría por todo el piso. No había obstáculos en el camino, no había cobertura. Daphne ordenó a los magos que empezaran a cantar.

Finalmente, los dos humanos aparecieron en el otro extremo del pasillo.

Daphne: ¡Arqueros al frente! ¡No tienen dónde correr, disparen todo lo que tengan! ¡Magos, disparen a mi orden!

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