tragos y un viaje al pasado. segunda parte

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Cuatro meses han pasado desde que le pedí matrimonio a Irene, todo marcha bien hasta ahora. Decidimos tomar unas pequeñas vacaciones, así que ahora nos encontramos en Miami, dónde tendremos aproximadamente dos meses para relajarnos y luego planear a punto fijo la boda, queremos que sea algo pequeño y familiar, también queremos que sea en aproximadamente tres meses. Mientras más rápido sea será mejor para nosotras.

Debo admitir que aún tengo miedo de lo que pueda suceder, pero sin duda no me arrepiento de lo que he avanzado a su lado, han sido los mejores años de mi juventud y quiero más tiempo a su lado.

Luego de hospedarnos en el hotel decidimos ir a cenar, así que fuimos a un restaurante muy recomendado por los habitantes el "marabú". La velada fue muy tranquila, hablamos sobre que teníamos planeado hacer luego de terminar nuestras carreras y si sería conveniente comprar una casa de buen espacio ya que en algún punto querríamos tener hijos y no podrían vivir en un simple departamento.

- bien, entonces ¿casa en la cuidad o en la playa? - pregunta ella animadamente.

- sería más conveniente en la cuidad, así tendríamos centros comerciales y nuestros trabajos más cerca. -dije mientras bebía mi tercera copa de vino.

- cierto, pero también sería increíble tener una vista al mar diaria luego de despertar, para luego poder beber una taza de café mientras puedas tranquilamente. Estarás libre de ruido y eso es lo mejor de todo. - dijo haciendo aquél puchero con el cuál sabe que cumplo cada uno de sus caprichos.

- bien, que te parece comprar una casa en la cuidad y otra en la playa, así pondremos ir a esta última siempre que queramos tomar vacaciones. Además, realmente no quiero una vista linda frente al mar cuando cada mañana lo primero que quiero observar es a ti mientras duermes y haces gastos lindos.

- Rosé, realmente eres la persona más maravillosa del mundo con la que puedo estar, sino me pedías matrimonio tú, lo tuviera que hacer hecho yo, pero de que terminaríamos casadas, terminaríamos casadas. - dijo tomando mi mano y dándome una mirada de amor que jamás cambiaría por nada.

- te amo. - dije con una sonrisa.

- te amo más, cariño. Gracias por llegar a mi vida.

Luego de terminar de cenar nos dirigimos al hotel. Tomé otra botella y dos copas para luego dirigirme a la sala donde Irene me esperaba sonriente.

¿He dicho que su sonrisa es la más hermosa que he visto en mi vida? No importa, lo repetiré las veces que sean necesarias.

Serví vino en ambas copas, tomé el control remoto y miramos una serie mientras estábamos abrazadas.

Ella volteó y me robo un beso, yo hice lo mismo para luego tornar ese beso intenso y lleno de lujuria, dónde ambas queríamos ganar el dominio. Tomé su cintura con firmeza y la senté a horcajadas de mí. Comencé a repartir besos por todo su cuello, daba pequeñas mordidas para luego aliviar el dolor con mi lengua. Metí mis manos por debajo de su playera y con agilidad desabroche su sostén, y lo quité junto con su remera, ella hizo lo mismo conmigo y cuando estaba por desabrochar su pantalón nos vimos interrumpidas por toques violentos en la puerta, así que nos arreglamos un poco y me acerque a la puerta a abrir.

Grave error.

Entraron cuatro hombres y de manera violenta nos sacaron de aquella habitación. No fuimos la única, pues en el pasillo se podían observar otras parejas y también algunos niños, todos tumbados en el suelo con las manos en la nuca, como si de delicuentes de trataran.

Mire a Irene que se encontraba a lado mío, en su mirada no encontré más que miedo, me estaba pidiendo ayuda sabiendo que sería una perdida de tiempo, pues no podríamos hacer nada.

Entonces mientras la miraba se escucho algo que nos hizo gritar a todos... El primero disparado dirigido a un hombre de media edad. Tumbado en el suelo con los ojos abiertos se podía observar la sangre que escurría por su nuca.

- tomen a todas las chicas y llevenlas a las camionetas. -dijo un hombre que al parecer era el líder de todo aquello. - ya saben que hacer con el resto y no quiero evidencia que nos pueda delatar. ¡Es para hoy! Dence prisa. - luego de eso los hombres nos tomaron por el cabello y nos dirigieron a unas camionetas blancas. No sabía que estaba pasando, no sabía cómo escapar de ahí.

Mientras metían a chicas por la fuerza a la camioneta pude observar a una señora que pudo escapar y corrió lo más rápido que pudo.

- ¡Vayan por ella, ahora! - dijo un tipo de cabello castaño con un tatuaje de letras en mandarín.

Luego de que la mitad de hombres fueran por la señora, algunas chicas aprovecharon para poder huir, entre esas chicas estábamos Irene y yo. Corrimos lo más rápido que pudimos, pero no lo suficientemente rápido para que aquella bala no atravesara el pecho de Irene. Todo se detuvo en ese momento, parecía tan irreal aquella escena. Irene sosteniendo su pecho, el hombre del tatuaje sosteniendo el arma con una mirada perdida, la sangre escurriendo y manchando la remera de Irene haciendo que el color azul sea cambiando por uno rojo intenso.

- ¡IRENE! - grité para correr a auxiliarla. La tomé por la cintura y la senté en el suelo, trate de hacer presión en la zona, pero eran intentos inútiles. - resiste amor.- dije mientras  seguía con mi acción.

- R-Rosé. - dijo tomando débilmente mi mano. - t-tamo, prométeme que serás feliz. - dijo con mucho esfuerzo.

- no, no, seremos felices las dos juntas, nos casaremos y viviremos en la casa de playa que quieres. -dije sin intentar controlar mis lágrimas.

- pr-prometemelo. Hazlo por mí. - al ver qué no tenía otra alternativa por fin lo hice.

- lo prometo, amor.

- gr-gracias p-por es-tar para mí. Te amo- luego sus ojos se cerraron lentamente y con ellos su corazón dejo de latir. Era demasiado tarde. Irene murió aquella noche entre mis brazos, diciéndome por última vez "te amo".

- ¡NO, JODER NO. IRENE DESPIERTA, NO PUEDES DEJARME SOLA, DESPIERTA! - grité mientras no dejaba de llorar. Sabía que lo que intentará ahora sería una perdida de tiempo.

Cuando mire a la dirección del hombre que disparó solo me encontré con aquel lugar vacío, el ya no estaba, Irene tampoco.

Hice unas cuantas llamadas y al día siguiente me encontraba en Australia, en una habitación con personas que lloraban sin miedo a la opinión de los demás. Al centro de esa habitación se encontraba una caja, dentro de ella se encontraba el cuerpo de Irene y sobre ella una pequeña foto de esta misma.

Más tarde todos estaban en el cementerio vestidos de negro. Por última vez me acerque al cuerpo de Irene y le dije mis últimas palabras.

- ¿Sabes? Fuiste la persona que más amé, no me imagino una vida a estas alturas si tú no estás, planeamos un futuro juntas y ahora no cumpliremos ni la mitad de ellas. Hubiera deseado poder verte caminar por el altar con esa sonrisa que me encantaba y aquel vestido que se te hubiera visto hermoso. También hubiera preferido que terminaramos y no te pasará lo que esto, al menos podría seguirte viendo. - mis lágrimas no tenían fin- te prometí ser feliz, amor, y por más que me cueste trataré de serlo solo por ti. - su cuerpo estaba palido y en su mano izquierda, en el dedo anular portaba aquel anillo con el cuál le pedí matrimonio.- cuídame desde donde te encuentres ahora y perdóname por no cumplir mi promesa de amarte toda la vida. Te amo, Irene. -dije por último para después ver cómo metían aquélla caja en un hoyo y luego llenarlo de tierra.

Ahí supe que mi vida y mis sueños se habían quedado truncos y que las metas que tenía con ella se habían esfumado en un abrir y cerrar de ojos.

Cualquier error díganme.

𝙇𝘼𝘿𝙔 𝙍𝙊𝙎𝙀  (𝘾𝙃𝘼𝙀𝙎𝙊𝙊) Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora