Magia deslumbrante

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Es momento de rebobinar; habían pasado tantas cosas de un momento a otro; si tenía el presentimiento de que esta noche sería muy especial, pero no creí que sería para tanto; y es que después de varios días me había acercado al chico que me gusta y no solo eso, me di cuenta de que en él también existía cierto interés por mí.

El bar estaba lleno de gente y de música. Las luces de colores se reflejaban en las copas y en los rostros de los clientes. Había un ambiente festivo y alegre.

Mientras continuábamos hablando las tres, el amigo de mi chico se acercó y me dijo:

—Hola, me llamo Gaed, mi amigo Sergio, me dijo que te diga que tiene algo que decirte...

Lo único que pensé en ese momento fue en su nombre, así que te llamas Sergio, qué nombre tan hermoso...

—¿Qué quiere decirme? —pregunté con curiosidad.

—No lo sé, tendrás que averiguarlo tú misma. Mira, ahí viene —dijo Gaed, señalando hacia donde estaba Sergio.

Mis amigas me hicieron gestos de ánimo y complicidad. Yo sentía que el corazón me latía a mil por hora. ¿Qué querría decirme Sergio? ¿Sería algo bueno o malo? ¿Me pediría disculpas por mi torpeza o me invitaría a bailar?

Sergio se acercaba a nosotras con paso decidido. Su rostro se veía algo tímido y tierno. Gaed se alejó discretamente y nos dejó.

Sergio se me acercó y me preguntó si quería bailar, él se veía tan bien con su chaqueta gris y su sonrisa perfecta, era aún más guapo de cerca, sus ojos me hipnotizaban, ¡obvio que no me podía negar!

—Si, claro —le respondí con una voz temblorosa

Cuando Sergio me tomó de la mano sentí que lo había logrado todo. Era lo que había estado esperando todo este tiempo; ¡el chico de mis sueños me había elegido a mí! Sergio me llevó al centro de la pista y me tomó de la cintura. Sentí su calor y su perfume. La música era lenta y romántica, el momento era perfecto. Me sentí como en uno de mis sueños

Hubo un silencio incómodo entre los dos. No sabíamos qué decir ni qué hacer. Yo estaba nerviosa y él también.

Yo estaba ansiosa y emocionada a la vez. No sabía qué decirle a Sergio ni cómo actuar con él. Era la primera vez que me gustaba alguien de verdad y no quería arruinarlo todo. Me sentía insegura e inexperta, pero también curiosa e ilusionada.

—Perdona por lo de antes —rompí el hielo—. No sé qué me pasó. Estaba nerviosa y...

—No te preocupes —me interrumpió él—. A mí también me pasa a veces. Estaba tan estupefacto de verte que no supe cómo reaccionar.

—¿Estupefacto de verme? —pregunté extrañada. Y no solo porque me digiera eso, sino porque me sorprendí de que Sergio sonaba bastante elocuente, eso hizo que me sintiese más atraída hacía él.

—Sí, claro. Te he visto muchas veces aquí en el bar, pero nunca te había hablado. Siempre te he admirado desde lejos. Eres muy bonita e inteligente.

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Sergio me admiraba desde lejos? ¿Me encontraba bonita e inteligente? ¿Sería posible que él sintiera lo mismo que yo?

-Gracias -balbuceé sonrojada-. Tú también eres muy... muy...

No encontraba las palabras para describirlo. Él era todo lo que yo quería y más. No existía una palabra que lograse describir todo lo que le quería decir en ese momento.

Bailamos toda la noche, sin separarnos ni un momento. Hablamos de todo y de nada. Me hizo reír con sus bromas y me emocionó con sus halagos. Me dijo que le gustaba mi pelo, mis ojos, mi voz. Me dijo que era la chica más bonita que había visto nunca. Me dijo que quería conocerme mejor. Me dijo que me quería.

Tenía que hacerle saber lo que yo también sentía por él; No sabía que hacer, así que solo iba a decir "Te amo" Pero antes de que pudiera decir nada, se escuchó un estruendo en el bar. Alguien había tirado una botella al suelo y se había roto en mil pedazos. Todos se giraron hacia el origen del ruido y vieron a Grace, quien al parecer los tragos le habían pasado factura.

El momento mágico se había roto. Sergio y yo nos soltamos las manos y fui hacia donde se encontraba Grace, ella estaba sentada en una mesa junto con Melissa y Gaed. Estaban muy borrachos y se reían de lo que acababa de pasar.

—¿Estás bien? —le pregunté a Grace.

—Sí, sí, estoy bien —me respondió ella con una voz coqueta—. Solo se me cayó la botella, no pasa nada.

—¿Qué estaban haciendo? —les pregunté a los tres.

—Estábamos jugando a un juego —me explicó Melissa—. Cada vez que tú y Sergio se decían algo bonito, nosotros teníamos que beber un shot.

Resulta que todo el tiempo que estuve con Sergio; Grace, Melissa y Gaed habían entablado una conversación y estaban tomando los 3, haciendo apuestas de beber shots por cada vez que vez que Sergio y yo hacíamos cualquier cosa.

—¿Y cuántos shots han bebido? —les pregunté incrédula.

—No sé, perdí la cuenta después del décimo —me dijo Gaed.

—Pues deberían parar ya —les dije preocupada—. Se van a poner malos.

—No te preocupes por nosotros —me dijo Grace —. Preocúpate por ti y por tu novio.

—No es mi novio —le dije avergonzada (Aunque por supuesto era lo que más deseaba: que fuera mi novio)

—Pues debería serlo —me dijo ella—. Se nota que se gustan mucho.

Entonces me di cuenta de que Sergio estaba detrás de mí. Se había acercado sigilosamente y me había puesto una mano en el hombro.

—Hola —me dijo con una sonrisa.

—Hola —le dije yo con una sonrisa más grande.

—Te presento a Melissa y a Grace, mis mejores amigas. —le dije yo presentándolas.

—Mucho gusto —les dijo él educadamente.

—El gusto es nuestro —respondieron ellas.

Ya casi era hora en que cerraba el bar, por lo que Sergio y Gaed debían marcharse, antes de irse Sergio se acercó a mí y me susurró al oído:

—¿Podemos vernos mañana?

¡Sergio quería verme de nuevo! Esta vez no era solo yo quien quería verlo otra vez, me emocioné mucho pero no quería que el notase que estaba tan emocionada, tenía que disimular un poco.

—Sí —le respondí sin dudar.

—¿Me dejas tu número entonces? —me pidió dándome su celular.

—Claro —le dije y escribí mi nombre y mi número en su agenda.

Nadie me había pedido mi número antes. Me sentí halagada y nerviosa a la vez. ¿Qué haría Sergio con él? ¿Me llamaría de verdad o solo era una excusa para despedirse?

—Te llamaré entonces —me dijo y me dio un beso en la mejilla.

Sentí un cosquilleo en todo el cuerpo y no pude evitar sonreír. Sergio se alejó con Gaed, que estaba bastante mareado. Lo vi desaparecer entre la multitud y me pregunté qué pasaría mañana. ¿Sería el inicio de algo especial o solo un juego? No lo sabía, pero estaba dispuesta a averiguarlo...

TORBELLINO DE EMOCIONESWhere stories live. Discover now