Capítulo 2: Promesas

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La mañana siguiente estuve de pie temprano y preparé el desayuno para las tres, y es que entre nosotras había bastante confianza pues conocía a la morena desde los quince, y con Lizzie pues... éramos hermanas así que no tenía de otra.

Leigh-anne era la editora de una de las más grandes editoriales de la ciudad que había publicado infinidad de copias de novelas exitosas y revistas de comunicación. Ella estaba en el rango más alto y yo, que en ese entonces esperaba conseguir el puesto de redactora en una revista popular, pues terminé siendo su secretaria.

Apenas había cumplido los veintiuno cuando empecé a trabajar en la editorial. Mi carrera de periodismo duró cuatro años y supuse que entre más rápido consiguiera trabajo más pronto me independizaría de mis padres.

Recuerdo perfectamente como me habían visto de forma despectiva cuando llegué a la entrevista aquel día por ser demasiado joven. Al final, la que tuvo fe en mi fue la misma Leigh que me ofreció el puesto de su secretaria para hacer tiempo y poderles demostrar a los demás editores que merecía tener un lugar en redacción, y así fue. Gracias a la morena mi sitio en la editorial estaba completamente asentado y no había tenido problemas en él por mi edad.

Ahora, a mis veintiséis, ya era la redactora de mi propia revista en la imprenta y Leigh-Anne seguía siendo la supervisora de mi trabajo donde lo hacíamos bastante bien.

—te levantaste temprano. —La morena entró en la cocina observando lo preparado en la isla.

Fijé mi atención en ella y no me sorprendí por lo hermosa que se veía aquella mañana. Había sido de las pocas mujeres a las que había visto justo al despertar y ninguna se comparaba con la morena cuando no llevaba ni una sola pisca de maquillaje en su rostro. Ella era despampanante. Jamás lo negaría y siempre se lo diría.

—Te ves muy hermosa hoy, Leigh. Como siempre. —le sonreí amablemente. Ella me miró como si lo que le dijera fuera obvio.

—Deja de coquetear con mi mujer, Andrea, si no quieres perder el cabello. —Y allí en la puerta, luciendo completamente opuesta a Leigh-anne, estaba Lizzie de brazos cruzados y con enormes bolsas debajo de sus ojos.

Levanté mis manos con una sonrisa en el rostro y le guiñé un ojo a la rubia.

—Jamás haría algo así, mapache, deberías saberlo. Además ya tengo a la dueña de mis noches. —Le dije al tiempo que tomaba los huevos revueltos y el pan para llevarlos al comedor. Leigh y la rubia tomaron el jugo y el café y luego volvieron por las demás adiciones del desayuno para sentarse finalmente a comer.

—¿aún sigues escapándote a medianoche para ir a verla? —indagó Leigh al tiempo que se llevaba la comida a la boca.

Asentí y terminé de ingerir el café.

—Así es, ya sabes que es mi inspiración.

Ella sonrió.

—Pude notar los cambios a la hora de leer tus escritos y la verdad pensé que habías cambiado de "inspiración".

Sonreí.

—Para nada. Mis noches ya están reservadas para alguien especial y no creo cambiar en un buen tiempo. No estoy segura de poder encontrar algo o alguien que infunda un creciente sentimiento de paz aquí. —Señalé mi sien. —Y mucho menos aquí. —señalé mi pecho.

Lizzie rodó los ojos.

—patético. —tosió falsamente.

Le lancé una miga de pan que entró en su boca abierta y empezó a toser de verdad.

—perra. —musitó y me lanzó un pan entero embarrado de mantequilla que ensució mi camiseta.

Ella sonrió victoriosa.

Mi luna de medianoche ~ HOSIEKde žijí příběhy. Začni objevovat