Capítulo 20: Ella me usó

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La tarde había caído y las calles de la ciudad estaban desiertas. A Hope no le costó salir de la vía principal hacia la plaza. Sabía que ya iba tarde, incluso se sentía cansada; la verdad ni ganas de presentarse le daban, quería irse a su casa y tumbarse en su cama para dejar de pensar un segundo. Estaba decaída, se sentía horrible, como si no fuera nada; se sentía vacía.

Dio golpes al volante con furia.

—¡¿por qué?! —su garganta empezó a cerrarse de nuevo y negó. —no voy a llorar, no otra vez. —se dijo a si misma con enojo. Se limpió las lagrimas rebeldes que ya se escurrían por sus mejillas y viró el volante para salir de la carretera. —no voy a dejar que me destruyas más. —hizo un giro en U y regresó a la carretera, ésta vez hacia el lado contrario de la plaza.

En todo el trayecto de camino, su mente estaba perdida; no supo cómo llegó hasta su edificio, pues casi todo el tiempo estuvo casi inconsciente. Se reprendió a si misma, pues pudo haber provocado un accidente por su falta de concentración y entró al lugar a pasos largos. Pasó por recepción y la chica detrás del mostrador le sonrió con amabilidad.

—buenas tardes, señorita Mikaelson.

Hope, que no tenia ni ganas de sonreír, solo hizo un ademan con su cabeza y siguió su camino hasta las puertas del elevador. Se quedó allí, solo puesta en el sitio esperando que se abrieran las puertas para poder entrar e irse a su apartamento, pero éste tardó lo que a Hope le parecieron horas.

Empezó a dar golpes en el suelo con su pie y se reprendió de nuevo al darse cuenta. Apretó sus manos en puños y su respiración se atascó; su corazón comenzó a latir arrítmicamente y sintió como todo su cuerpo tembló en respuesta al bombeo de sangre acelerado. Sacó aire de sus pulmones con furia y respiró como si recién hubiera salido del agua a punto de ahogarse. Sus piernas fallaron haciéndola caer de rodillas frente a las puertas que se abrieron al tiempo. Llevó sus manos hacia su corazón en un intento fallido de que parara, ya que sentía como éste golpeaba su esternón como queriendo salirse.

—¡basta! —siseó en voz baja, pues estaba luchando por respirar con normalidad.

Unas manos la sostuvieron por sus hombros y ella saltó del susto.

—¿necesita que llame a un médico? —era la chica de la recepción con la expresión preocupada.

La castaña luchó por decirle que no, que su cura estaba en su apartamento; al lado de su cama, en realidad, pero no pudo hablar.

La chica, que tenia el cabello negro, la ayudó a levantarse y la llevó hasta el sofá de la sala de espera.

—le traeré un vaso con agua, ¿está bien?

Hope asintió y la vio irse.

No, el agua no iba a hacerla sentir mejor, necesitaba subir a su habitación y estaría bien.

—aquí tiene. —la pelinegra le tendió el agua con manos temblorosas. Hope notó eso y la vio interrogante. La chica sonrió con nerviosismo, palmándose las manos. —lo siento, es que... —no sabia si estaba bien decirle, pero estaba preocupada, así que optó por hacerlo. Se sentó al lado de la castaña que la miraba con curiosidad. —cuando entré a este trabajo, me dijeron que tenia que estar preparada para un posible colapso. —Hope no daba crédito a lo que sus oídos percibían. —la antigua recepcionista me dijo que usted podría sufrir algún desvanecimiento, por lo que tendría que saber qué hacer. —se encogió de hombros con vergüenza.

La ojiazul la miró con cariño. ¿en serio las personas de este lugar tenían que tener entrenamiento para ayudarla en sus colapsos? Wow, definitivamente iba a besar al dueño del edificio por eso.

Mi luna de medianoche ~ HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora