1. La Mentira Inicial

11.7K 920 193
                                    

Narra Félix

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Narra Félix

Sonrío al mirar la pintura frente a mí y la satisfacción de haberme salido con la mía me hace sentir extasiado.

El juego que empecé hace dos meses con aquella pobre e ingenua chica por fin ha dado sus frutos y ya no necesito seguir con ésta farsa ni un minuto más.

Hay mentiras que son divertidas, teatros que disfruto montar, pero salir con ____ Luciel ha sido, por mucho, el show más aburrido en el que he tenido que actuar.

La chica es tan ingenua y boba que hasta me da pena. Y éso, viniendo de mí, es mucho decir.

Mi teléfono suena en ése instante y su nombre en la pantalla es como una gran y divertida coincidencia que dibuja una sonrisa maliciosa en mis labios.

Contesto la llamada y enseguida su alegre energía se desborda del teléfono.

―¡Adrien! ¡Buenos días! ¿Recibiste la pintura? ―pregunta con ése tono de voz inocente y despreocupado que la caracteriza.

No me sorprende que me llame Adrien, después de todo, tuve que hacerle creer que era el idiota de mi primo para que mi camino hacia la pintura fuera más sencillo.

¿Por qué presentarme como Félix cuando sabía que ella y Adrien ya se conocían? Y que además de éso... Ella guardaba "ciertos" sentimientos románticos por él.

―____, qué coincidencia. Estaba a punto de llamarte ―confieso con descaro mientras camino hacia el armario y busco algo bueno para ponerme―. Acaba de llegar. Ya la he colgado y se ve perfecta.

____ suelta una risita y admito que me he acostumbrado a ése interesante sonido.

―Eso es un alivio ―dice y suspira―. Oye, Adrien... Me preguntaba... ¿Estás libre en la tarde? ―pregunta, suena indecisa, casi nerviosa.

¿Es que acaso el universo está de mi lado? ¿O porqué todo está saliendo tan bien el día de hoy?

―Siempre estoy libre para ti ―contesto con el tono de voz más encantador que encuentro. La oigo agitarse al otro lado de la línea y tengo que contener una risa.

Es tan fácil de engañar...

―¿Quieres que nos veamos en la cafetería de siempre? Hay algo de lo que te quiero hablar ―explica y puedo imaginarla dibujando círculos sobre la mesa mientras habla.

―¿Algo de lo que quieres hablar? ¿Es importante?

El breve silencio al otro lado me pone ansioso por alguna razón.

―Sí ―dice finalmente―. Es importante.

Suelto un suspiro y me resulta imposible no preguntarme de qué se trata. Soy curioso por naturaleza y odio sentir que no estoy al tanto de algo. Y lo odio aún más cuando no sé si ése algo podría arruinar mis planes.

―¿No me darás una pista?

―Tendrás que esperar, Adrien.

Ruedo los ojos y asiento, a sabiendas de que no puede verme.

―Está bien. Allí nos vemos ―digo y cuelgo, pensando que, sin importar lo que pase, hoy terminaré con ésto.

···•••❈•••···

En cuanto entro a la cafetería, ella levanta su mano y la agita para que la encuentre. Sus ojos se iluminan cuando le sonrío y la forma en la que me devuelve la sonrisa me hace dudar del plan que tengo para hoy.

¿Desde cuando tengo conciencia?

Admito que ha sido aburrido salir con ella fingiendo que era Adrien, pero no porque ____ me resulte aburrida o algo así, más bien porque he tenido que ocultarme detrás de la boba y santurrona personalidad de mi primo todo el tiempo.

Contrario a lo que creía de _____, a pesar de ser ingenua, ella es intuitiva, inteligente, astuta, tan libre, inocente y honesta, que me hace sentir aún más escoria que nunca.

―Lo siento, ¿esperaste mucho? ―pregunto sentándome delante de ella.

____ niega y acomoda el corazón recortado que hay en su blusa en un movimiento que me hace imposible no mirar su escote.

―Tranquilo, también acabo de llegar ―responde y su sonrisa se amplía.

Aclaro mi garganta antes de hablar, intentando ignorar el notable par que tengo frente a mí.

―¿Ya ordenaste algo? ¿O debería...? ―Ella se apresura a detenerme tomando mi mano entre las suyas.

―Ya he ordenado lo de siempre ―empieza, inclinándose ligeramente sobre la mesa, provocando que sus pechos choquen contra la madera y yo tenga que luchar por mantener mis ojos arriba―. Ahora lo que quiero es hablarte de algo.

Asiento con la cabeza y vuelvo a sentarme, procesando la situación más lento de lo que acostumbro.

―¿Qué podría ser tan importante para que estés tan ansiosa? ―le cuestiono, volviendo a la normalidad poco a poco.

Ella ríe y me mira en silencio por un momento, como si estuviera leyendo mis facciones en busca de algún indicio o confirmación de algo.

Entonces abre la boca y pregunta:

―Adrien... ¿Quieres salir conmigo?

 ¿Quieres salir conmigo?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor de un impostor (Félix y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora