11:40 pm

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—Qué pena, no la vi —dijo Luciana, sonrió y caminó hacia el baño.

La cantidad de pensamientos que pueden atravesar la mente de alguien en fracciones de segundos es asombrosa. Antes de que la susodicha dijera esa sencilla palabra, Natalia había imaginado que recibiría una cachetada, un reclamo, el líquido de un vaso en su cara, un empujón, un "¿se le perdió otra igualita o qué?" o cualquier tipo de acto violento que comprobara que la mujer se había dado cuenta del plan de las fotos y venía a cobrar venganza.

Pero no, todo parecía haber sido un simple accidente. A pesar de eso, los nervios atacaron a Natalia y pasó de hacer un baile de victoria a una tambaleada de miedo. Llegó casi arrastrándose junto a Patricio y se dejó caer en el asiento con tanta fuerza que siguió derecho y quedó tendida en el suelo.

—¡Natalia! 

Junto a la exclamación de Patricio se escuchó un grito de las personas que estaban alrededor. La mujer cerró los ojos, más por la vergüenza que por el golpe, pero Patricio pensó que se había desmayado. Asustado, empezó a moverla y a repetir su nombre, su angustia era notoria. Natalia abrió los ojos lentamente y vio a un guapo barbudo mirándola fíjamente mientras una halo de luz lo rodeaba y unas campanitas como de cuento de hadas sonaban al fondo.  Se sentía como Blancanieves siendo despertada por el príncipe azul.

«Ya estoy muy borracha», pensó y se puso en pie para impedir que su subconsciente siguiera jugándole tan malas pasadas. Era solo Patricio, y ese hombre no podía ser un príncipe ni en un cuento chino.

—¿Estás bien? ¿Te golpeaste la cabeza? ¿Quieres que te lleve al médico?

—Estoy bien, gracias.

—¿Segura? ¿Te traigo una aspirina? ¿Quieres un hielo?

—Mmmm sí, con vodka, por favor.

—No, un hielo para el dolor... Yo creo que tienes una contusión. ¡Te desmayaste! Deberíamos ir al médico...

—Ay, ya, no exageres. No serás un príncipe pero eres el rey del drama —susurró la última frase.

—¿Qué?

—Nada, que estoy bien. Y lo mejor de todo es que conseguí la foto. 

Patrició se calmó y volvió a sentarse. Regresar al tema principal de la noche lo desanimó un poco; ya se estaba aburriendo de hacer de espía.

—Ahora, lo que tenemos que hacer es ir a Google imágenes y buscar fotos parecidas... —balbuceaba Natalia mientras una canción que a Patricio le encantaba empezó a sonar. 

—¿Quieres bailar?

Natalia levantó la mirada, entre sorprendida e indignada por la propuesta.

—¿Bailar ahora, Patricio? ¿Cuando por fin tengo la foto que quiero y puedo saber todo sobre la cazafortunas? Ya estás borracho.

—La borracha es otra... —susurró él. 

Natalia siguió concentrada en su celular y no escuchó a Patricio. Él se lamentó de no estar en una cita normal. Recuerdos de otras citas menos desastrosas llegaron a su mente; cuando aún tenía un buen empleo, dinero, un buen carro y la vida era más fácil. No era un mujeriego empedernido, pero cuando salía con alguna mujer, ambos se divertían mucho, y sin estar jugando a los espías. 

—¡Al fin! ¡La encontré! —exclamó Natalia y acercó demasiado su celular a los ojos de Patricio.

El hombre tuvo que quitarle el aparato de las manos para revisar a qué se refería. Natalia había encontrado un perfil de Instagram con las fotos de Luciana. Según la descripción de su perfil era ingeniera química, amaba los perros y los viajes, y estaba soltera.

A un Martini del desastre - ONCWhere stories live. Discover now