12:15 am

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Tuvo que sobarse los ojos para comprobar que estaba viendo lo que creía. ¡Se estaban besando!

«A la mierda». Patricio no sabía de lo que hablaba; él no podía haber sentido una culpa y un arrepentimiento tan grande como el que ella estaba viviendo. ¡Esos besos eran suyos! Esas caricias le pertenecían. Al diablo la madurez y "dejar ir" y la decencia. 

El amor es una guerra... En la guerra no hay trampas... ¿Cómo era? En fin, la vida era muy corta como para arrepentirse de vivirla. Ella tenía que hacer algo, tenía que detener esa pesadilla... Pero, ¿cómo?

La música se calló de repente y las parejas que hace un momento estaban bailando regresaron a sus mesas. Una voz masculina habló por un micrófono:

—¿Cómo la están pasando?

Todos los presentes aplaudieron, levantaron sus manos y gritaron emocionados. Natalia se distrajo un momento por la conmoción y dejó de divagar sobre su vida amorosa. El hombre hablaba desde una tarima pequeña que Natalia no había notado antes. Detrás de él varias personas acomodaban instrumentos y cables de un lado para el otro. Una mujer con un corto vestido rojo se subió a la tarima y tres hombres tomaron diferentes instrumentos. 

—Bueno, querido público, estamos a punto de escuchar la maravillosa música de Los Blue Flags, que junto a la hermosísima Antonia nos deleitarán con los clásicos que nos encantan. ¡Por favor, un fuerte aplauso para ellos!

—¡Buenas noches, mi gente! —exclamó con entusiasmo la mujer del vestido rojo al tomar el micrófono—. Bienvenidos a esta noche romántica y sabrosita, vamos a divertirnos y a bailar mucho.

La voz de la mujer se perdió entre los aplausos del público. La banda comenzó a tocar sus instrumentos y la gente se emocionó. Muchas parejas salieron a la pista de baile, incluyendo a Marcelo y Luciana, mientras Natalia no les quitaba la mirada de encima. 

La cantante bailaba suavemente mientras su melodiosa voz entonaba una canción muy conocida.

"Bésame

Bésame mucho

Como si fuera esta noche

La última vez..."

«Perfecto, solo eso me falta, que se pongan a hacerle caso a la letra de la canción», pensó Natalia y, efectivamente, comprobó con sus propios ojos que sus pesadillas se volvían realidad. 

 Bailaban tan pegaditos, se miraban tan intensamente, se besaban con tanta pasión... Que Natalia no lo pudo soportar más y se levantó enfurecida, dispuesta a separarlos.

 —¿A dónde vas? —preguntó Patricio al tomarla del brazo para detenerla. 

Al salir del baño contempló toda la escena. Los besos de aquellos, la expresión de celos de la otra; sabía lo que pasaría a continuación. 

—¡Suéltame! —ordenó Natalia.

—Cuando me digas qué vas a hacer.

—¡Pues ir a desenmascarar a la caza fortunas esa!

—¿Puedes dejar ya ese jueguito tan ridículo? —Tuvo que hacer algo que no quería, algo que se había prometido jamás hacer, y usó un poco su fuerza para sentar a la mujer a su lado—. Déjalos en paz, Natalia. En serio. 

—¡Tú no puedes decirme qué hacer! 

—No, pero puedo y debo evitar que te sigas poniendo en vergüenza.

A un Martini del desastre - ONCWhere stories live. Discover now