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Jin

La acción de Rolling Stone estaba en pleno apogeo en la mansión a la mañana siguiente. Me paré junto a RM en la esquina de la cocina, los dos bebiendo nuestros cafés mientras veíamos a grupos de gente entrando: artistas de maquillaje y peluquería, diseñadores de vestuario, el equipo de iluminación, el fotógrafo y sus asistentes, un equipo de catering, la periodista que nos entrevistaría, y un representante de la MGA, ya que Brian estaba actualmente en todo el país tratando con uno de sus otros artistas. Gente por todas partes, y un nudo en el estómago del tamaño de una maldita toronja y aún creciendo.

—No te pongas nervioso —dijo RM, y luego tomó un sorbo de su café mientras observaba el caos.

—No lo estoy.

Él resopló y me miró por el rabillo del ojo.

—Sí, está bien. Porque no puedo leerte como un puto libro.

—No lees libros.

Con una sonrisa, RM agitó la cabeza.

—Alguien despertó como un sabelotodo. ¿Te importaría usar esa boca conmigo mientras esperamos?

—Hoy no puedes decirme esa mierda. No con toda esta gente alrededor.

—Relájate, Ángel. Nadie nos está prestando atención... todavía.

Sin embargo, era la palabra clave, porque pronto el foco de atención se dirigiría hacia nosotros, y quién sabía qué tipo de preguntas me iban a hacer. La única gracia salvadora era que RM y los otros chicos me apoyarían, ya que estaríamos haciendo la entrevista y la sesión de fotos juntos.

—¿Puedo hacer que Ángel Caído se reúna en el patio exterior, por favor? —dijo el director del rodaje de hoy.

—¿Estás listo? —RM volcó su taza en el grifo y la enjuagó, y después de que me tomé el resto de mi café, hice lo mismo—. ¿Tengo elección? ¿Puedo quedarme fuera de esto?

—Tendremos que salir alguna vez, Ángel. —RM me hizo un guiño para seguir con el doble sentido, y volteé los ojos.

—No planeaba hacerlo hoy. —Lo seguí hasta el patio, donde Vante, J-hope y Suga ya se habían reunido alrededor de una pequeña mujer con el pelo fucsia brillante afeitado de un lado y volteado del otro en un estilo punk-rock. Cuando nos detuvimos a su lado, nos miró fijamente, sus ojos llenos de lápiz púrpura, y luego extendió la mano.

—Tú debes ser Jin. Soy Imelda Wainwright. Yo seré la que los entreviste hoy y me aseguraré que todo vaya bien. Si necesitas algo, lo que sea, ven a mí, ¿entendido?

Asentí y forcé una sonrisa mientras estrechaba su mano, su agarre sorprendentemente feroz a pesar de su pequeña estatura.

—Gracias, Imelda —dije, con la esperanza de que de alguna manera le encantaría a esta mujer y al resto de América. Bueno, no literalmente.

氏² [ NamJin ]Where stories live. Discover now