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Jin

Si hubiera una palabra para resumir mi vida en los últimos meses, sería surrealista.

¿Unirse a una banda de rock muy popular? Listo.

¿Grabar un álbum entero de canciones que había ayudado a escribir junto a los músicos más talentosos que había conocido? Listo.

¿Vivir en una mansión en Miami para hacer todo eso? Listo.

Y ahora aquí estaba yo, ¿celebrando todos los eventos increíbles festejando en un maldito yate con la banda? ¿Cómo se había convertido esto en mi vida? Era todo lo que siempre había querido y, además, me traía una sorpresa inesperada y sexy.

RM.

Apenas se había movido de mi lado desde que abordamos el yate hace horas, y sólo se iba para buscar reabastecimientos, e incluso entonces yo solía ir con él. Era extraño lo acostumbrado que estaba a tenerlo cerca, y no sabía cómo me sentiría una vez que volviéramos a casa. Sin la facilidad de la distancia a pie entre nosotros, las cosas seguramente cambiarían. Tal vez por eso se me quedaba atascado como pegamento esta noche: porque sabía que nuestro tiempo estaba a punto de terminar.

—¡Tequiiilaaaa! —gritó J-hope sobre la música mientras el camarero servía otra ronda.

Hubo un tirón en el lazo lateral del cinturón de mis jeans, y entonces el aliento de RM estaba en mi cuello.

—Justo a tiempo. Necesitas una recarga de todos modos. —Sus dientes rozaron la piel sensible debajo de mi oreja, y me estremecí.

—Sólo estás tratando de tener un ángel borracho para la segunda ronda —le dije, pensando en la forma en que me había tomado contra la pared después de una de las noches de cine. Maldición, no me importaría si eso volviera a pasar, así que trae las bebidas.

Podía sentir sus labios curvados contra mi cuello.

—Lo hago. Te convertiste en una bestia salvaje la última vez. A mi polla no le importaría intentar domarte para que te sometas.

Si RM estaba decidido a burlarse de mi polla esta noche, estaba haciendo un buen trabajo. Normalmente, no me habría importado. Después de todo, me dijo que había habitaciones a bordo, pero al carajo si los chicos no las habían cerrado con llave y dictaminaron que no habría encuentros en el yate, asegurándose que esta noche fuera estrictamente una celebración de la banda y no una forma de que RM y yo nos escabulléramos por una o dos horas.

Maldita sea.

—Muy bien, idiotas, me gustaría hacer un brindis —dijo Vante, mirándonos a cada uno—. Hace unos meses, estábamos en una crisis. Escuchando las audiciones de algunos de los cantantes más penosos que hemos escuchado. ¿Estoy en lo cierto?

氏² [ NamJin ]Where stories live. Discover now