11| Disociada

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Amara Willson

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Amara Willson

Me había planteado la idea de volver a mi departamento al día siguiente después de haberme quedado en la casa de Styles, pero la verdad es que no estaba preparada aún para dormir sola ahí pensando en que Luke podría llegar en cualquier momento.

Así que decidí quedarme otra noche, estando consciente de que en algún momento tendría que volver a mi realidad porque tampoco estaba dispuesta en abusar de la buena disposición de Harry.

El cantante había estado toda la mañana en la sala que usaba como estudio y oficina, en donde estaba la mayor parte del tiempo cuando necesitaba trabajar según Mitch.

Por supuesto que me dijo muchas veces que podía hacer lo que quiera, que coma lo que sea y que me sienta cómoda sin presión alguna, pero era algo difícil debido a que con Harry nunca habíamos tenido ese tipo de confianza.

Es más, si alguien me hubiese dicho un par de semanas atrás que estaría con él por más de doce horas seguidas y bajo el mismo techo a solas, me hubiese reído en su cara.

Pero ahí estaba, de pie en el jardín de la casa de Harry con un lienzo blanco frente a mi, acuarelas a mi lado y con ganas de soltar todo el dolor que mi corazón sentía.

El dolor físico se resumía a un malestar en mi pómulo izquierdo y una presión en mi pecho que amenazaba con quedarse ahí por un largo tiempo. Un nudo en la garganta difícil de tragar.

Suelto un suspiro y comienzo a trazar líneas aleatorias sobre el lienzo, con mi mente en blanco y preocupada solamente de que sea lo que sea que pinte, salga bien.

Estuve así quizás una hora o más, sintiendo nada más que el sol en mi cara en armonía con el vacío emocional que mi ex novio me había ocasionado.

El lienzo que antes era blanco ahora tenía la figura de un rostro humano en colores pasteles y grisáceos, haciéndome sentir satisfecha con el resultado.

—Está muy bonito— escucho decir una conocida voz ronca a mi espalda haciéndome sobresaltar, me tomó completamente desprevenida— Lo siento.

—¿Has terminado de trabajar?— pregunto mientras dejo el pincel dentro de un recipiente con agua.

—Algo así— balbucea— Aún me falta terminar una estrofa.

Me doy vuelta para quedar frente a él, y debido a la notoria diferencia de altura tuve que levantar la cabeza para mirarlo mejor.

Me doy cuenta que sus ojos estaban sobre mi pecho, en el cual reposaba el bonito punto de luz que Mitch me había dado aquella noche en el yate y que había decidido usar ese día.

—Fue un regalo de Mitch— le hago saber al chico al percatarme de su curiosidad frente a la joya— Es un punto de luz, según él necesito recordar el tema de la "luz propia" y esas cosas.

Ambivalencia |H.S|Where stories live. Discover now