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El edificio en el que vivía Clara no estaba lejos y en poco minutos Enzo estacionaba su auto en la puerta.
Habían viajado en silencio, sin siquiera mirarse. Era como si ninguno de los dos quisiera enfrentar lo que habían sentido. Ella tenía claro que aquel beso había sido mucho mejor de lo que había soñado y sabía que él también lo había disfrutado. Sin embargo, el silencio y su forma de desaparecer aumentaban las dudas que crecían irremediablemente en su interior. Al fin al cabo había sido ella quien lo había besado. A lo mejor sólo había correspondido su beso por cortesía, pensó. Pero al recordar la forma en la que la había acariciado, algo más que simple cortesía pareció aflorar.
No quería que aquella noche acabara así. Sobre todo porque temía que después de su arrebato Enzo decidiera alejarse definitivamente. No le quedaban excusas para volver a buscarlo, tampoco podía tatuarse todo el cuerpo, pensó y una ligera sonrisa asomó a sus labios, logrando que Enzo alzara sus cejas con sorpresa.
-¿De qué te reís?- le preguntó y la sorprendida fue ella.
-No, nada es que… no importa. - le respondió colocando su manos sobre la manija de la puerta para abrirla.
-¿Podes bajar un minuto? Hay algo que me gustaría mostrarte.- le dijo tragando saliva y deseando no haberse sobrepasado.
Enzo hizo una pausa. Debía alejarse, debía irse de allí lo antes posible. La había besado, la había vuelto a besar cuando se había prometido que nunca más lo haría. ¡Pero cuánto lo había disfrutado! De no ser por aquel llamado, no era capaz de pensar hasta dónde hubiera llegado.
Volvió a enfrentar sus ojos para negarse pero al verlos suplicantes su boca habló por sí misma.
-Ok.- le dijo y la vio bajar del auto con prisa, como si temiera que fuera a arrepentirse.
Clara abrió la puerta y subieron hasta su departamento. Al entrar ella encendió una luz y caminó hasta un escritorio mientras se sacaba los zapatos en un gesto instintivo. Era algo que hacía desde niña y Enzo sonrió al recordarlo.
Recorrió el lugar con su vista, era pequeño y prolijo, llevaba un toque que lo hacía personal y eso le agradó, iba a acercarse a mirar unas fotografías cuando ella le ofreció lo que parecía una carpeta.
Enzo la tomó.
-¿Qué es esto?- le preguntó mientras comenzaba a hojearla. No necesito respuesta. Clara le había entregado dibujos que él mismo había hecho, algunos que ni siquiera recordaba. Tenía talento, eso estaba claro, pero aquello pertenecía a una vida pasada, una que no creía merecer.
-Pensé que podrías agregarlos al catálogo que tenes en el local. Son muy buenos, vale la pena que alguien más pueda verlos.- le dijo Clara colocando su mano sobre el dibujo que Enzo tenía en sus manos.
Enzo la miró y una mezcla de emoción y deseo lo abordó.
-Clari, yo no puedo..- comenzó a decirle mientras cerraba aquella carpeta con resignación.
-¿No podes llevarte la carpeta?- le preguntó ella sin terminar de entenderlo.
Enzo suspiró y luego de devolverle sus dibujos se llevó ambas manos a la cabeza.
-No puedo con esto. Volver a verte es…- Enzo hablaba sin poder terminar las frases.
Clara comenzó a impacientarse, no le había pedido nada. A lo mejor se había pasado al besarlo, pero no le había dicho nada luego, creyendo que era una forma de no presionarlo. ¿Por qué estaba tan abrumado entonces?
-¡Sos de Lucio, Clara! Por más que quiera yo no…- dijo alzando la voz y entonces ella no quiso contenerse. Se acercó con paso firme y lo tomó de las mejillas para que la mirara.
-Yo no soy de nadie y lo que creas de Lucio y yo está equivocado. Pero no tengo derecho de hablar de él, si tenes dudas averigualo vos solo. Yo sólo sé que besarte fue lo mejor que me pasó en mucho tiempo, pero no voy a pedirte nada, si vos no queres no hay nada que pueda hacer…- dijo y en el momento en el que comenzó a soltarlo él se apresuró a abrazarla.
No quiso que creyera que él no la deseaba, ella era lo único en lo que podía pensar desde que la había vuelto a ver.
Volvió a besarla y esta vez no quiso guardarse nada. La envolvió con sus brazos hasta pegarla a su cuerpo y como si no pudiera detenerse recorrió cada rincón de su boca deleitándose de aquel dulce sabor que parecía adictivo. Su cuerpo reaccionó casi al instante y sus dedos traviesos acariciaron aquellos pechos que se dibujaban bajo la tela verde con precisión. Clara volvió a gemir y eso no hizo más que encenderlo aún más.
Separando sus pies descalzos del suelo la alzó para caminar hasta el borde de la cama que había visto al entrar.
Clara se dejaba hacer a su antojo, con la confianza que siempre había tenido en él.
Cuando volvió a apoyar sus pies en el suelo alzó los brazos y Enzo supo lo que quería. Tomó el vestido por su borde inferior y lo pasó por su cuerpo hasta despojarla de él.
Observó sus pechos desnudos y el tatuaje que él mismo había hecho días atrás. Con sus ojos cargados de deseo comenzó a besarla sin pausa. Su cuello, el nacimiento de sus grandes y preciosos senos y apoderándose de sus pezones excitados le robó varios gemidos más.
Clara buscó con sus manos hasta que pudo hacerse de los botones del pantalón que llevaba Enzo y con movimientos torpes logró liberarlo. Intentó ocultar su sorpresa al verlo y comenzó a masajearlo con pausa mientras veía como inclinaba su cabeza hacia atrás y sus ojos se cerraban producto del placer que ella misma le estaba dando.
-Clari..- llegó a oír y no pudo más que volver a besarlo.
Él la recostó sobre la cama y volvió a recorrer su cuerpo, sólo que esta vez no se detuvo, continuó hasta rozar su humedad y entonces no quiso esperar más.
Se deshizo de su pantalón y tomando un preservativo que llevaba en el bolsillo se acomodó entre sus piernas.
Iba a penetrarla cuando la sintió estremecer.
-Clari, ¿qué? ¿Acaso es tu primera vez?- le preguntó incrédulo. ¿Qué había estado haciendo con Lucio tanto tiempo? pensó, pero ella se incorporó para hablarle al oído.
-No pares, por favor.- le pidió casi en un susurro.
Enzo volvió a incorporarse y ella lo tomó del brazo.
-No te vayas...- volvió a pedirle y él sonrió de costado.
-No me iba, pero si es tu primera vez vamos a hacerlo bien.- le dijo y al ver un ligero rubor en sus mejillas se sintió dichoso.
Volvió a besar cada centímetro de su cuerpo, desde sus labios hasta su ombligo mientras sus dedos entraban una y otra vez en ella cada vez con más velocidad y presión, entonces sin dejar de besarla volvió a intentarlo. Esta vez con movimento lentos. Clara le demostró con sus gestos el momento exacto en el que el dolor se transformó en placer y entonces ya no quiso detenerse.
Con sus codos apoyados a los lados de aquel cuerpo que comenzaba a necesitar impartió cada vez más presión y sus embestidas ganaron velocidad. Los gemidos de Clara encendían su deseo y cuando la oyó alcanzar la cima él mismo se dejó llevar.
Con la respiración acelerada aún, retiró el mechón de cabello que cubría su cara para observar los ojos más trasparentes que conocía.
-¿Estás bien?- le preguntó demasiado dulce.
Ella asintió con una sonrisa enorme en su labios.
Enzo se levantó para sacarse la protección y cuando iba a ir hasta el baño ella lo tomó del brazo.
-¿Otra vez?- le preguntó con la mezcla perfecta de inocencia y seducción y en ese mismo momento supo que estaba perdido

Todos los días que te esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora