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Aquel domingo fue lo más parecido a la vida que Clara alguna vez había imaginado. Si bien pasaron la mayor parte del día sobre la cama y otros muebles del departamento, también habían ido a almorzar y habían caminado juntos. Creyó que sería como si volvieran a su adolescencia por un rato, esa en la que Clara intentaba sacarle temas de conversación y él respondía con monosílabos. Lucio siempre había llenado los silencios y si bien al principio le había estado agradecida luego había comenzado a lamentarlo ya que solo había logrado alejarla aún más de Enzo. 

Esta vez había sido diferente. Habían conversado de todo un poco, nada demasiado profundo. Al principio como dos conocidos, pero con el correr del tiempo, Clara se había animado a buscar su mano y Enzo la había abrazado comenzando a esbozar oraciones e incluso párrafos completos regalándole la sensación de que nada podía resultar mal. 

-Mañana tengo que ir para el pueblo.- le dijo Clara recostada sobre su cama boca abajo, mientras intentaba no moverse para que Enzo pudiera continuar dibujando en su espalda. 

-¿Mañana? ¿No tenés facultad?- le preguntó curioso concentrado en aquella obra. 

Llevaba demasiado tiempo sin querer dibujar, no había tenido ni las ganas ni la intención de volver a hacerlo y sin embargo cuando Clara le mostró sus antiguos dibujos, cuando se tatuó su propia creación sobre la piel para siempre, cuando pudo conocer cada rincón de su cuerpo con detalle, un repentino impulso lo atravesó y antes de que pudiera siquiera pensarlo tomó una lapicera y comenzó a dibujar sobre su espalda. 

Clara no había dicho nada. No fue necesario. Su sonrisa, esa que parecía realmente tatuada en su rostro desde la noche anterior, le había confirmado que aquella idea le gustaba.

-Ya terminé de cursar. Tengo que entregar mi tesis y seré una ingeniera.- le contó sin mirarlo, pero al notar que dejaba de dibujar giró algo temerosa. 

-¿Qué pasa?- le preguntó con la sensación de que algo en su respuesta no le había gustado. 

Enzo hizo una pausa. Había recordado la conversación con su madre. Clara se iría a Estados Unidos, había ganado una beca y si ya estaba recibida no había nada que la retuviera. Alzó su vista y se obligó a sonreír. Era bueno en disimular lo que sentía. 

-Nada, ya casi termino. ¿Por qué vas al pueblo?- le preguntó cambiando el rumbo de su conversación. 

Clara lo conocía demasiado bien, supo que estaba ocultando algo pero decidió seguirle la corriente. 

-Es la fiesta de la cosecha, ¿no me digas que ya te olvidaste?- le preguntó con su habitual alegría. 

Entonces Enzo sí le mostró una sonrisa sincera. Pensó en aquella fiesta y en todas las que había compartido con su hermano y Clara. Era el evento del año en el pueblo. Cuando eran niños participaban de todas las actividades y de adolescentes era la excusa ideal para pasar la noche de fiesta. 

-No me digas que vas a volver a actuar.- le respondió él sin poder evitar que una carcajada escapara de sus labios. 

Clara frunció sus labios con un gesto de falso enojo. 

-No estuve tan mal esa vez.- le respondió recordando la única que vez que se había presentado en el show de talentos que ofrecía la fiesta. Había sido por culpa de Lucio y su falta de carácter a la hora de decir que no. Habían montado una escena de Hamlet adaptada que lejos de ser formal, había hecho reír a todos los presentes. Clara también recordaba porque lo había hecho y eso le confirmó que de poder volver el tiempo atrás volvería a hacer el ridículo por Lucio. 

Enzo alzó sus cejas con elocuencia y ella intentó darle un golpecito en su brazo. 

-No te muevas, ya casi termino.- le respondió, como si en lugar de tinta de lapicera estuviera una aguja en sus manos. 

-Me ofrecí para ayudar con los preparativos. Hace años que esta es época de exámenes para mi y no puedo ir. Tenía ganas de volver, esa fiesta me trae buenos recuerdos. - le dijo bajando un poco el tono al final de la frase. 

Una ligera pausa los abordó y Enzo decidió que no quería arruinar aquel fin de semana con temas del pasado. 

-Bueno, suerte con eso.- le dijo mientras retiraba sus manos para que pudiera levantarse. 

Clara se apresuró a ponerse de pie y cubriendo sus pechos desnudos con el brazo se acercó al único espejo del lugar. Giró un poco y sus ojos sonrieron antes que sus labios al ver el precioso dibujo que llevaba en su omoplato. 

Enzo la miró a través del reflejo y no pudo evitar abrazarla. 

-Saquémosle una foto, creo que no quedaría nada mal ahí para siempre. - le sugirió sin definir si quería sonar inocente o provocativa. 

Enzo tomó su celular y fotografió el dibujo, pero antes de separarse volvió a presionar el botón. Frente a una Clara sorprendida capturó la imagen de los dos, semidesnudos y abrazados frente al espejo y al ver el resultado supo que su instinto había sido acertado. Era una foto perfecta, pero cuando Clara quiso verla él no la dejó. Apoyó el celular sobre la mesa y antes de que pudiera quejarse la atrapó una vez más para volver a oírla gozar. 

Todos los días que te esperéWhere stories live. Discover now