౨ৎ .ᐟ 𝗱𝗿𝗮𝗯𝗯𝗹𝗲𝘀 : 𝐜𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 𝐭𝐬𝐮𝐛𝐚𝐬𝐚

¹ 𝘴𝘶𝘱𝘦𝘳 𝘢𝘨𝘨𝘳𝘦𝘴𝘴𝘪𝘷𝘦 𝘥𝘦𝘧𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳'𝘴 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯

𝐔𝐑𝐀𝐁𝐄 𝐇𝐀𝐍𝐉𝐈 🪷 ꒷꒦

ʚ :: 𝘢𝘳𝘤𝘰, world youth ! real japan vii

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Llegaste al campo de entrenamiento del bachillerato Nankatsu cuando el sol tenía unos minutos de haberse ocultado. En el establecimiento no quedaba nadie más que algunos miembros del personal de limpieza y, como única excepción, tu novio.

Lo viste desde el alambrado que dividía el establecimiento con la senda para peatones. Él se hallaba de espaldas a ti, recargando su propio peso en sus rodillas mientras respiraba con agitación. Estaba cubierto de sudor y de tierra, con algunos vendajes improvisados en sus brazos y piernas para ocultar los cardenales y raspones causados por el entrenamiento infernal.

No notó tu presencia hasta que estuviste a mitad de camino en la escalinata. Se sentó en el suelo y, con un sonrojo en sus mejillas que contradecía su gesto malhumorado, te dió la espalda.

No veías a Hanji desde hacía varios días, cuando tuviste una discusión con él cuyo tema principal era sobre su futuro. No era que no estuvieras de acuerdo con su decisión, vamos, para ti no había gesto más noble que apoyar el proyecto de su familia; simplemente te tomó por sorpresa que decidiera abandonar sin más el deporte al que le había dedicado sangre, sudor y lágrimas. Debiste esperar que reaccionara de la forma en que lo hizo. Sí, fue un cretino por responderte con ese tono, pero lejos de enfadarte, esa reacción no hizo más que aumentar tu confusión: por dentro parecía dudar.

Te acercaste a él y te pusiste de cuclillas a su lado. Él sólo te miró unos segundos para luego desviar otra vez la mirada, haciendo un sonido de disgusto.

—Tu madre me lo comentó —le dijiste.

Eso captó su atención. Se volvió hacía ti, suavizando la mirada.

Sonreíste.

—Sabía que tu lugar estaba aquí, con el fútbol.

—N-No es que haya cambiado de parecer, es solo que debía hacer algo por mis compañeros. —El color en sus mejillas aumentó de manera drástica, por lo que se apresuró a agregar—. ¡Ellos necesitan de mis habilidades! No se harán fuertes si no estoy ahí para darles una lección.

Leer el interior de Hanji era una tarea ardua, pero una vez que lo logras, puedes descubrir que detrás de esa fachada arrogante se hallaba un corazón con bellos sentimientos. Él no era de abrirse con cualquiera, por lo que debiste pasar mucho tiempo a su lado para descubrirlo. El pedido del entrenador Gamo era el empuje que él necesitaba para esclarecer las dudas que aquejaban su mente: él se sentía responsable del camino de sus compañeros, porque él se sentía parte de sus compañeros.

Las decisiones de Hanji se sostenían en pilares sólidos. Si una duda se establecía entre ellos, la inquietud se hacía evidente en él. Eso lo viste cuando te confesó que dejaría el fútbol para siempre.

—Es muy noble de tu parte lo que haces por ellos —le dijiste, mirándolo con ternura.

Él gruñó como respuesta. Frunció los labios mientras jugaba nerviosamente con un vendaje en su muñeca.

Su pregunta te tomó por sorpresa:

—Entonces, ¿me apoyarás con esta decisión?

—Claro que sí, tonto —le dijiste—. Alguien tiene que ayudarte con esas vendas, ¿no? Pareces una momia.

Tu respuesta lo hizo reír, aunque al instante recuperó su semblante pensativo y nervioso.

—Perdón por haberte gritado de esa forma, Y/N. Mi cabeza estaba en tantas cosas a la vez que estallé. De verdad, lo siento.

Con timidez se acercó más a ti para besar tu mejilla, pero antes que lo hiciera, acabó de espaldas en el suelo por un empujón que le diste con tu pie.

—¡Asno! ¡No me pegues tu sudor!

Hanji soltó un quejido de dolor al caer sobre una zona afectada de su cuerpo. Arrugó el entrecejo, mirándote indignado.

—¡Malvada! Llevo todo el día entrenando como un condenado. Estoy herido, me duele todo el cuerpo, ¿y tú así me respondes?

—Ve a darte una ducha, cerdo. Luego de eso podrás darme todos los besos que quieras.

Eso pareció interesarle, por lo que te miró con una ceja alzada y una sonrisa de picardía.

—¿Todos los que yo quiera?

—O-Oye, no te pases de…

—¿Puedo también darte besos en… ya sabes, los labios, si yo quiero?

—¡Hanji, no es…!

—¡Acepto!

No tuviste tiempo de decir algo más, ya que se levantó de un salto como si de pronto hubiera recuperado todas sus energías, y se fue a toda prisa hacia las duchas, dando traspiés y tropezando con todas los balones que allí había.

Te echaste a reír. Podía ser un cretino infantil y fanfarrón cuando quería, pero debías resaltar que tu novio tenía una dulzura en su corazón que sin dudarlo correspondes con todo el amor y el cariño que alguien como él merece.