౨ৎ .ᐟ 𝗱𝗿𝗮𝗯𝗯𝗹𝗲𝘀 : 𝐜𝐚𝐩𝐭𝐚𝐢𝐧 𝐭𝐬𝐮𝐛𝐚𝐬𝐚

² 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵 𝘨𝘰𝘢𝘭𝘬𝘦𝘦𝘱𝘦𝘳'𝘴 𝘵𝘦𝘤𝘩𝘯𝘪𝘲𝘶𝘦

𝐆𝐈𝐍𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐄𝐙 🪷 ꒷꒦

ʚ :: 𝘢𝘳𝘤𝘰, mundial juvenil

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No necesitas ser una persona muy íntima en la vida de Gino para darte cuenta de que él siempre avanzaba con un ritmo ajeno al mundo que lo rodeaba.

Él poseía el espíritu más independiente que jamás hubieras conocido, por lo que no cualquiera podía acostumbrarse a seguir su ritmo. Jamás podías adivinar qué sucedía en su cabeza, ya que parecía estar en todos lados y a la vez en ninguno. El podía llegar, causar con su espíritu vibrante una sacudida en tu vida, e irse al día siguiente. Y no lo hacía por crueldad, así era él. Ajeno a todo, pero sabiendo cuándo decir adiós a aquello que no sumaba en su vida.

Sabías bien que, si una persona así te elegía como su pareja, era como ganarse la lotería; Gino era sencillo y dulce por naturaleza, pero no cualquiera se ganaba un lugar imborrable en su corazón.

Tal vez tu relación con él no seguía precisamente ciertos estándares de noviazgo, ya que cada uno parecía vibrar por su lado como si fueran más amigos íntimos que novios, pero manteniendo el respeto y la fidelidad propia de una pareja. Y no te quejabas de ello; eras feliz con ese acuerdo tácito entre ustedes, pero había momentos en los que parecía que no te daba la atención suficiente.

—Fue una semana difícil, ya sabes —le comentabas mientras caminabas a su lado.

Cada vez que venías a apoyarlo en el entrenamiento él se ofrecía a acompañarte a tu casa. Gino era de respuestas concisas y directas, por lo que a veces te daba la impresión de que no estaba interesado en lo que tenías para decir. Viste que en esta ocasión miraba distraídamente el cielo mientras caminaba con pasos tranquilos, y decidiste seguir hablando para ponerlo a prueba.

—Los nervios me están afectando demasiado. Casi no puedo comer nada, ya que me duele el estómago cuando estoy en clases. Supongo que es normal, ya que llevo poco tiempo en la universidad. Pero es frustrante.

Solo recibiste un sonido afirmativo como respuesta. Pensabas que, al menos, te estaba escuchando, y no seguiste hablando hasta que él fijó sus ojos claros en ti como señal de que continúes.

—A veces siento envidia de ti, Gino. Te ves tan confiado en la cancha y nunca dejas que los nervios te ganen. Quisiera ser como tú, pero siento que esto se sale de mi control.

No esperaste que te respondiera algo. Mucho menos esperaste que te comprendiera. Él permaneció en silencio unos instantes, hasta que estuvieron ante la puerta de tu casa. Se puso de frente a ti y, para tu sorpresa, lejos de pasar por alto tu problema o de restarle importancia, te observó con una sonrisa.

—¿Cuándo será tu próxima clase?

La pregunta te tomó desprevenida, por lo que tardaste en responder.

—En un par de horas, ¿por qué?

—Se me ocurrió una técnica que te será de ayuda.

Lo miraste con curiosidad. Pensaste que quizás te daría alguna recomendación propia de deportistas, como algunos ejercicios de calentamiento, una bebida especial o algún suplemento dietético. Nada más lejos de la realidad.

Gino tomó tu rostro entre sus manos y, agachándose para ponerse más a la par de tu estatura, selló sus labios con los tuyos en un beso que te robó el aliento ante la conmoción y todos los cálidos sentimientos que salieron disparados de tu pecho.

Tus mejillas permanecieron sonrojadas incluso luego de que él te soltara. Gino no era de dar esas muestras de cariño, por lo que nunca habías recibido un beso como aquel. Fue como si todo el mundo se congelara en esos segundos para reanudar su marcha solo cuando su toque abandonó tu rostro.

—Ve a la universidad y no pienses en tus nervios —te dijo—. Piensa, en su lugar, en ese beso, y en el que te daré mañana como recompensa si te esfuerzas. Si sirve, lo repetiremos cada vez que te sientas así.

Jamás debiste dudar de los sentimientos que tenía por ti. Sí, Gino poseía un espíritu ingobernable y rara vez salía de aquel mundo en el que se movía día tras día, pero a pesar de que iba por su propio camino su corazón latía por ti y el amor que te tenía reservado jamás se agotará. A estabas con él era porque sabías mejor que nadie que para él eras una pieza irremplazable en su vida, y que a su modo él velaba por tu felicidad.