Capitulo 4

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Hermione se quedó en silencio tratando de ahogar un grito. Miró a sus espaldas, y no parecía que nadie la hubiese seguido hasta allí. Pero, entonces, ¿Cómo diablos se abrió una puerta hechizada? Desde fuera se veía la ventana tapada por las cortinas, y un rayo de luz se colaba e iluminaba un poco la habitación.

Dio un paso, temerosa. No pasaba nada, no había nadie más: estaba completamente sola. Entró y miró a su alrededor en busca de algún rastro que diera indicios de que alguien hubiera estado allí recientemente.

Los objetos que Draco coleccionaba estaban apilados de la misma forma que la última vez, aparcados a un lado formando pequeñas columnas de libros y cosas insignificantes como un reloj de bolsillo, un espejo roto o una túnica desgastada. Hermione fijó la mirada en esa túnica. La última vez, no había ninguna prenda de vestir. Sostuvo la túnica negra de seda. No había ningún símbolo ni insignia que pudiera identificar el propietario, pero sabía que no pertenecía a Draco. Desprendía un olor de sudor y hierba recién cortada. Ese no era su aroma.

Entonces vio unas iniciales blancas bordadas en el interior de la túnica, donde debería estar pegada una etiqueta.

J.H.

¿J.H? ¿Por qué Draco querría robar una túnica de J.H? Además... ¿Quién era J.H? ¿Un enemigo, un conocido?

Se apuntó en la memoria esas iniciales y dejó la túnica donde la encontró. Ninguna anomalía. Por alguna razón, esperaba encontrarse con la habitación desmantelada y todo hecho pedazos. Al parecer, nadie había descubierto su existencia.

Había un cuaderno, un cuaderno negro con una solapa que lo mantenía cerrado. Hermione se agachó, lo abrió y se topó con un montón de pergaminos pegados a las páginas, como una especie de álbum de fotografías.

En la primera página había una carta.

Es una réplica exacta, manténla a buen recaudo.

No aparecía ni el nombre del destinatario ni el del autor, era obvio que Draco la había interceptado.

En la segunda página había una página del periódico recortado. No había fecha. El titular era:

Se han detenido unos elfos en Godric's Hollow, el ministerio no especifica los motivos de su arresto.

En la tercera, una carta aún más breve que la anterior:

Al alba, en el lago.

Las siguientes páginas eran más de lo mismo, parecía una investigación muy larga, pues la mitad del cuaderno estaba empapelado. ¿Quién sería el autor y el destinatario de esas cartas de contenido tan escaso? ¿Qué impulsaba a Draco a perseguir a alguien, a interceptar su correo? Aunque, dados los mensajes que se enviaban, esa gente tampoco parecía de trigo limpio. ¿Serían mortífagos, políticos, empresarios? Era obvio que Draco ponía mucho esmero en llegar a la raíz de la situación, pero, ¿No tenía ya suficientes problemas? Seguro que uno de sus esbirros terminaría con su misión fácil y rápido. A menos que... Se tratara de un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de un mago cualquiera. Él tenía que encargarse personalmente de sus problemas.

El impulso de llevarse el cuaderno consigo fue interrumpido por una voz que conocía a la perfección y que le ponía los pelos de punta.

— Granger-— suspiró — , ¿Nunca te cansarás de husmear en mis asuntos, no es así?

Finite Encantatem (BL#2)Where stories live. Discover now