¿SOLO HERMANOS?

28 (México)

-- ¿Porque tengo que pagar por algo que yo no hice?

Recordar esa simple pero inocente pregunta, hacia que el mexicano sintiera un gran dolor en su corazón, tenía que levantarse después de sufrir una noche antes, poder mostrar una sonrisa ante el mundo demostrando que era el "hijo perfecto" algo que todo el mundo admiraba del mexicano, se podría decir que era una simple ilusión.

Mirar los mensajes de su celular, leyendo esa pequeña discusión que tenía el Ruso con el Rumano, era algo cómico para el latino, leer como ambos se echaban la culpa y que no llegarán a nada, dejando su celular en la mesa, ignorando por completo la llegada de varios mensajes; "Ya luego se les pasa", fue lo que pensó el mexicano, mirando su rostro en aquel espejo notando lo desgastado que estaba, lleno de ojeras, cicatrices desde su cuello, marca de los golpes, moretones, al igual que desalineado notando eso en su cabellera, hecha un caos total.

-- Te vez de la mierda

Solto una boba risa por su comentario, comenzando arreglarse, tardando un par de minutos quedando como si nada, siendo el mismo México que todos conocen y aman, al igual que mostrar su típica sonrisa, aquella maldita sonrisa que lo condenó a su locura.

¿DESDE CUANDO SE VOLVIÓ UNA JODIDA MARIONETA?

-- Todos me aman, todos quieren ser como yo, todos me adoran... Soy su adoración, nadie me ha retado, todo lo que he querido lo he conseguido, soy el... Soy el... El... —Comenzó a sentir un gran asco al tratar de decir esa palabra, al igual que varias lágrimas salían de sus ojos, acompañadas de esa sonrisa que paso de ser una amable a una donde demostraba la desesperación misma—... El hijo de España, y mi futuro esposo, es Chile, voy a tener mi final feliz, lo merezco, merezco ser feliz... Ya sea que le guste o no al mundo, le voy a demostrar que pude conseguir mi felicidad y más con la persona que amo

Llevo sus manos a su cabeza tratando de limpiar las lágrimas, llegando al punto de rasguñar su rostro, viendo como se creaba nuevas heridas. Podía ver en el espejo aquel infante, como su vercion más joven imploraba piedad, como pedía ayuda y más por lo que estaba viviendo. Hasta que llegó la chica... Aquella chica que lo miraba de manera burlona, aquella que se había encargado de hace tiempo eliminar de su camino.

Comenzó a dar unos pasos hacia atrás a causa del pánico cayendo al suelo, su respiración toda agitada, al igual que sus latidos acelerados, sus ojos temblorosos al igual que su boca, no podía articular una sola palabra, no podía...defenderse, era como si volviera años atrás, aquel simple niño que sólo quería escapar de su progenitor cuando este lo buscaba para "jugar" con el mexicano o cuando se enteraba de sus notas.

Giro su cabeza viendo un cuchillo afilado pero lleno de sangre, donde podía ver a su "pareja" muerto, por culpa de su padre.

Escuchaba las risas de la chica, del  español y hasta del sovietico mayor, risas llenas de burlas, haciendo que el mexicano llevara sus manos a sus oídos tratando de callar esas risas burlescas cerrando con fuerza sus ojos.

-- ¡CALLENSE!

Abrió de golpe sus ojos de golpe al igual que comenzó a mirar a los lados, estaba en su habitación, apenas comienzaba a salir los primeros rayos del sol, llevó su mano derecha a su pecho sintiendo la aceleración de su corazón, al igual que comenzaba a calmarse.

-- Que sueño tan más pendejo, solo fue una pesadilla, una simple pesadilla... Al menos fue la más suave

Miró la muñeca de sus ambas manos, viendo aquellas manchas de sangre, al parecer no había ido tan profundo, aún no se animaba para dar ese salto.

-- Deja de pensar en cursilerias y limpiate la sangre, no quiero que España te vea así o que Chile te vea llorando, y hablando de Chile... ¿Cuantos meses tendrá?, ya se le está mostrando aquel hermoso bulto, es lindo cuando trata de ocultarlo —se formó una pequeña sonrisa en su rostro, al mismo momento que junto sus manos entrelazando sus dedos— aún estoy feliz de que pronto seré padre y que Perú ya no está en mi camino, ya se había tardado jajaja pronto seré padre, seré mejor padre que España —separo sus manos llevándolas a su cobija—