Compañera de Estudio, Secreto #1

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¿Cómo comenzar esta historia? Lo haré desde la primera experiencia, no me refiero a que nunca me haya masturbado o que no haya sentido el sexo de una mujer, cuando me refiero a experiencia lo hago con la plena satisfacción de una eyaculación producida por otra persona y esa persona fue Religiosa, tengan en cuenta que no diré los nombres y si los digo es porque merecen ser dichos.

Ella era mi compañera de colegio, siempre se sentaba detrás de mi en clase, la verdad nunca le veía malicia, tampoco la veía con ojos de deseo, es más nunca la veía, sabía de su existencia porque se sentaba justo detrás mio, no a un lado, tampoco al frente, atrás, que quede claro.

Podía saber de su existencia, podía oírla leer en voz baja, podía oler su sudor agrio después del descanso.

Un día sin más, nos tocó formar parejas para un trabajo en grupo y me tocó hacerlo con ella, yo giré la silla y quedamos frente a frente, era un miércoles asquerosamente caluroso, me corría el sudor por la frente, a ella le chorreaba el cuello y las largas líneas de sudor bajaban por entre medio de sus pechos, eran medianos y redondos, bueno era lo que dejaba ver, se había desabotonado la camisa, yo estaba igual, era mucho calor.

Estábamos en medio del trabajo cuando dijo:

«Al fin veo tu rostro.»

No le vi malicia, yo respondí que igual y la verdad no era fea, tenía unos cachetes como conejo, eran pellizcables, unos labios gruesos como de negra, pero ella no era negra y unos ojos medianos.

Ella volvía interrumpir mi concentración una y otra vez, me decía cosas, cosas que jamás nadie dice, cosas como:

«tienes una asombrosa espalda... debes saber besar bien... este calor me tiene caliente... tu pecho está sudado como el mio»

Esas frases me hicieron desviar mi mirada, sobretodo cuando abría sus piernas o cuando me frotaba la canilla con el pie.

Ese mismo día no opiné nada al respecto, ese día no terminamos el trabajo, pues no alcanzó el tiempo, ella dijo que para terminarlo en su casa y yo respondí que sí, no había problema y ese día sería el motor de todo, ese día sería donde tomaría la decisión de explotar esa parte sexual que nunca pensé explotar.

Llegué a mi casa y no le di vueltas al asunto, simplemente saludé, almorcé, me reposé, me bañé, dormí un par de horas, desperté, me volví a bañar y a su casa fui a parar.

Duré cuarenta y cinco minutos en un bus hecho para enanos, no cabía literalmente, ni de pié, ni sentado, en pleno bus tomé mi celular para avisarle que me recogiera en la parada, no sabia donde vivía así que le tocó ir a buscarme.

Esperé cinco minutos en la parada del bus, mirando lejos y sacando cuentas de cuantas personas pasaban frente a mi, solitarias, pares, tríos, grupos... Veinte, quince, cuatro y ocho, así en ese mismo orden.

La vi acercarce, me pareció primero ver a una puta, pues sus vestimentas no iban de acuerdo a como ella pretendía ser y para ser sinceros, los uniformes de colegio son una porquería, siempre ocultan todo el cuerpo de la mujer.

Por qué digo que su ropa no iba de acuerdo, pues ella, según dicen y lo que se nota en clase, es que es cristiana, entregada a su religión que es peor, siempre ha formado polémica en clase por sus creencias y pues porque quiere convertirnos a todos en cristianos.

Pero ese día no, parecía una misma puta, tenía una blusa escotada que dejaba visualizar sus tetas desde una distancia lejana, también enseñaba el ombligo, un pantalón shot que le marcaba de forma extremadamente vulgar su vagina y que dejaba ver la división entre pierna y nalga, cabello suelto, maquillaje y sudor, sudor emperfumado con loción de revista.

Ella me saludó como nunca antes, me dio un beso media luna, de esos que besan media boca y medio cachete, bueno de esos, no dijo hola, no dijo nada, me tomó de la mano y me llevó de remolque a su casa, quedaba como a dos calles después de la parada del bus.

Al llegar ella me presentó a la que me dijo era su abuela, una mujer ochentona que si podía caminar era un milagro.
Me llevó a su cuarto de estudio, una habitación con un escritorio de gabinetes, una mesa con un computador y una mesa que tenia algunos veintitrés libros, todos que manda el colegio.

Me senté en la mesa del escritorio, ella se sentó justo en frente mio, saque mi cuaderno y las guías para el trabajo, ella sólo su cuaderno.
Empezamos a leer y a resolver los puntos que faltaban cuando me di cuenta que tenia el borrador del lápiz en la boca, lo meneaba de aquí para allá y lo chupaba como si fuese un caramelo, las cosas se tornaron intensas cuando hizo una maniobra que me desconcentró totalmente.
Ella empezó a sobarme la canilla con su pie, algo que ya había hecho y que no me llamaba la atención, lo interesante fue cuando posó su pie en mi entre pierna, lo apoyó de tal manera que no me dolía, pero si sentía presión.

Le pregunté que pasaba, que cual era el saboteo, ella me contestó que me quería sabotear mi miembro falico.

«quiero hacerlo mio» dijo.

En ese instante sufrí una erección.

«se despertó» dijo con emoción.

Ella bajó de la silla y se ocultó bajo el escritorio de gabinetes y me empezó a desabrochar el pantalón.
Yo estaba congelado, no sabia como reaccionar, traté de apartarla, pero ella se negó, me bajó el pantalón hasta los tobillos.

«¿tu no que eres religios? ¿entregada a tu religión?»

«eso no quiere decir que no sienta deseo de hacer esto» respondió.

Ella empezó a agarrarme el pene con el boxer aún puesto, así se lo llevó a la boca y gemia sin haberla penetrado.

«que buena verga» decía. «Llegó el momento de destapar mi regalo» dijo.

Me quitó el boxer y se lo puso en la cara, lo midió con ambas manos, con la mirada y con la cara de ella puesta en el.

«que animal» dijo.

Empezó a masturbarme con la mano izquierda mientras se desabotonaba la blusa con la derecha, su brasier tenia el broche en frente, así que fue fácil soltarlo y dejar caer sus tetas, redondas y medianas, con el pezon moreno.

«¿te gusta lo que ves?» preguntó.

Solo respondí: «tu sigue adelante»

Ella llevó el glande a su boca y lo besó, lo separó y lo miró, lo volvió a llevar a su boca, pero esta vez lo chupó tres veces, lo sacó y lo empezó a lamer desde el pegue, fue cuando se lo metió completo, hasta la garganta, hasta casi vomitar.
Lo sacó una vez más y una línea de saliba que comenzaba en sus labios y terminaba en mi glande hinchado y rojo.

La abuela se asomó a la puerta, pero no dijo nada, simplemente siguió su camino.

Ella seguía chupando, cada vez más rápido y aveces lento, también lo metió entre sus tetas y empezó a moverse como si me masturbara con ellas, "La paja rusa" le llaman.

Yo esperaba que me llevara a su cuarto, me tirara a la cama y tener sexo con ella, pero no, simplemente me hizo llegar mientras me hacía sexo oral, me llegué en su boca y parte de sus tetas, con la punta de los dedos se llevó a la boca lo que cayó sobre ella y sin más lo tragó.

Después de eso me dijo que solo se queda entre nosotros y obvio no lo gritaria a los cuatro vientos, la verdad ni siquiera supe que pasó.
Ella se incorporó, tomó control de si misma y terminamos de hacer el trabajo, sus padres llegaron de trabajar, los conocí de pasón pues ya me iba.

No se si fue el destino o mera coincidencia, pero tomé el mismo bus enano, llegué a mi casa y me acosté, recibí un mensaje que decía: «espero te haya gustado»

Dos minutos después recibí otro que decía: «ojalá Dios me perdone, pero te deseo con todas mis ansias y todo por esa espalda atletica»

Y por último uno que decía «oraré por nuestras almas»

Fue tan raro, pero excitante, incomodo pero incentivante, la verdad me gustó todo, despertó en mi algo que no me interesaba explorar, pero ella lo empezó, así que solo toca continuar.

Mis Secretos SexualesWhere stories live. Discover now