Capítulo diecinueve

446 37 11
                                    

Willow

Pincho la mejilla de Declan con el dedo por enésima vez, y lo único que consigo es que se dé la vuelta en la cama, dándome la espalda.

Por dios.

—Declaaan... —me quejo, apoyando mi cabeza en su hombro.

Lo miro, sus ojos siguen cerrados.

Se acabó.

Sin tanta amabilidad como antes, tiro de su hombro hacia mí para que vuelva a estar boca arriba en la cama y me subo a horcajadas encima de él.

Declan entrecierra los ojos para mirarme y sonríe un poco, pero no me hace mucho caso porque vuelve a dormir tranquilamente. Abro la boca para volver a quejarme, pero antes de poder decir nada, noto como apoya ambas manos en mi muslo y empieza a acariciarme lentamente. Llega hasta mis rodillas y vuelve a subir, pasando por mis caderas y acabando en mi cintura. Entonces me agarra con fuerza y trago saliva, intentando que no note lo nerviosa que me pone que haga estas cosas.

Estoy acostumbrada, lo hace a menudo, pero no por eso me pongo menos nerviosa.

Decido poner ambas manos en su rostro y me acerco para plantarle un beso rápido en los labios. Cuando me separo, veo que está sonriendo.

—Otro —pide en un susurro.

—Abre los ojos —ordeno, cruzándome de brazos.

Él lo hace sin rechistar. Los entrecierra un poco debido a la luz y entonces me mira.

—Ahora otro —insiste.

Sonrío divertida y vuelvo a acercarme. Pero ahora es él quien toma el control, poniendo una de sus manos en mi nuca, impidiendo que me aparte y provocando que el beso dure más de lo intencionado. Sonrío contra sus labios sin poder evitarlo.

—Buenos días, bonita —murmura unos segundos después, permitiendo que me separe lo justo para que nuestros ojos se encuentren. Su voz sale ronca, y voy a admitir que me encanta cuando me habla y se acaba de despertar.

Apoyo mis manos en su pecho, manteniendo el equilibrio, y lo miro. Nuestros rostros están casi rozándose, a pocos centímetros.

—Buenos días, Bella durmiente —me burlo.

—¿Qué hora es?

—Las doce.

Abre los ojos con sorpresa y parece que todo el sueño que tenia desaparece en este mismo instante.

—¿Cómo es que he dormido tanto?

—Yo tampoco lo sé —me encojo de hombros —, normalmente siempre te despiertas antes que yo.

—Supongo que en Londres invertimos los roles —sonríe un poco.

—O es que ayer te motivaste un poco de más —provoco.

Él ensancha la sonrisa y se encoge de hombros, orgulloso.

—Te encantó, y eso es lo que cuenta.

—Bueno...

—Ni se te ocurra decir que no, sería una humillación hacia mí persona.

Suelto una carcajada.

—Es broma, claro que me gustó.

—Ya lo sabía —sus manos se deslizan hasta mi espalda baja, casi tocando mi trasero —, pero si seguimos así, al final tendremos que pedirle el condón a tu madre.

Solo tú y yoWhere stories live. Discover now