Héroe

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Estaba preocupado, estaba enojado, pasó todo el día vigilando que Mineta y Kaminari no causarán más desastres. Cuando la noche llegó, solo pudo enviar un último mensaje a cada una de sus compañeras y a Deku, solo necesitaba un intento por hacerlas sentir mejor. Todas respondieron, pero no ese chico de pecas.

Era demasiado tarde para ir a su habitación a intentar hablar con él, y a decir verdad no quería molestarlo con su presencia. Para calmar un rato sus preocupaciones, se entretuvo con uno de sus libros de terror favoritos.

No fue su intención, no estaba planeado, pero los recuerdos y la realidad se fundieron en uno solo en el mundo de los sueños…

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Aquella era una época complicada, una en la que solo los más fuertes podían sobrevivir. La fuerza lo era todo, y el poder era el tesoro más anhelado.

Los cielos siempre parecían ser grises. Cuando aquellos iguales a ti se asesinan en las calles a plena luz del día, solo para demostrar su fuerza ante sus espectadores, te conviertes en una especie de monstruo igual a ellos: frío, hosco, violento.

En ese mundo lleno de maldad, era casi imposible creer que había alguien igual a él y él mismo lo sabía, en ese mundo de monstruos estaba condenado a estar solo para siempre.

Fue un día lluvioso, un día casi negro, la fecha fijada para llevar a cabo su labor. Esa estación de policía de la gran ciudad fue alertada meses atrás de un supuesto grupo criminal, que se encargaba de traficar con personas y venderlas como si solo fueran mercancías desechables.

A nadie le importaba en realidad, sin embargo, un hijo de una familia poderosa fue secuestrado; su padre movió los cielos y la tierra para encontrarlo; las investigaciones de detectives privados guiaron las pistas hasta un mercado negro, uno en el que por las noches, se vendían o alquilaban mercancías más oscuras y despreciables que en el día. Según los rumores, podías encontrar criaturas que eran una mezcla entre animal y humano, algunos animales parlanchines, o incluso vestigios de lo que alguna vez fueron los humanos comunes: torsos esqueléticos conectados a un solo cráneo y un par de brazos, ya no los complejos especímenes que era ahora la sociedad, los de múltiples extremidades y esqueletos únicos para cada ser.

Los oficiales se pusieron en marcha, no por un sentimiento de justicia, sino por la promesa de la gran suma de dinero que le esperaba al que pudiera llevarle al jefe el mejor trofeo que esa sucia casa de putas pudiera ofrecer.

Por la tarde, un grupo de al menos cincuenta hombres se halló frente a una casa gigantesca, más una mansión que una simple casa, en medio de una amplia calle que resguardaba coloridos puestos llenos de mercancías de procedencia desconocida. Las miradas los recibieron con recelo, tenían que moverse rápido, o todos esos comerciantes confabulados juntos podrían ser un maldito problema.

Con un único disparo que resonó en el cielo por sobre las raudas gotas de lluvia, fue que el caos comenzó. Los pocos comerciantes armados apuntaron a los oficiales, pero la emboscada fue planeada perfectamente, en solo unos momentos de tensión, los estúpidos que se resistieron estaban siendo sometidos contra el asfalto manchado de sangre.

Con la multitud cerniéndose como animales unos sobre otros en la calle, el resto de oficiales invadió el objetivo.

Los recibió justo lo que esperaban ver, un amplio salón de tapices y telas caras como alfombras. Decenas de personas, hombres o mujeres de todas las edades yacían en el suelo, gimiendo y retorciéndose, tan drogados que invitaron a los oficiales a unirse a ellos. Después de todo, cada persona que atravesaba esas puertas era un cliente al que debían darle el mejor servicio por sobre todo, sobre su dignidad, sobre su dolor, sobre su vida si hacía falta. Si tenían la fortuna de ser comprados, solo les quedaba rezar para que su nuevo dueño fuera más piadoso.

Deseos nocturnos [Dekubowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora