.Cuatro.

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Draken miraba su celular con pesar, aquellos mensajes que no eran respondidos. Desde que aquel rubio llorón dejó de asistir a las reuniones de la pandilla, había comenzado a mandarle mensajes sin parar.

Había incluso preguntado al otro rubio de ojos cían, amigo del menor, pero este solo respondió que Takemichi estaba ocupado por las clases. Pero el sabía que no era así, algo en su interior le hacía dudar a las inútiles respuestas del oji-cian.

A aquel pequeño omega, algo le pasaba, lo supo cuando se lo encontró el otro día con los ojos por llorar, parecía distraído y sobre todo, no se quedó a charlar como lo hacía siempre que se habían encontrado. Lo que más le generaba dudas, era que cierto rubio cenizo había dejado de preguntar por el oji-azul, recordaba cuando antes insistía por ir a visitarlo, o se la pasaba pegado a él como garrapata, ahora de manera inesperada había prácticamente olvidado a Takemichi, e incluso tenía una novia la cual no le daba buena espina.

Suspiro bajando de su motocicleta.

Hoy porfin lo había decidido, hablaría con el pequeño omega, esto no podía seguir así, no sabia porque su lobo interior había estado tan inquieto sin ver a Hanagaki, en todas estas semanas, pero al fin saldría de dudas y hablaríamos con el menor, talves incluso lo haría volver a las reuniones.

Toco el timbre del hogar Hanagaki, las luces estaban apagadas, parecía no haber nadie, sabía que la madre del oji-azul trabajaba hasta tarde, suponía que el chico estaría aquí, pero al parecer no era asi.

Dejo el timbre en paz, y comenzó a tocar con sus nudillos aquella puerta , quizás estaba dormido, pero después de tres, cinco y diez minutos, supo la verdad, no había nadie.

Con un suspiro exasperado se alejo de la residencia y subió de nuevo a su motocicleta, y comenzó a andar por las calles . Talves se encontraba en algún momento con el chico que buscaba.

Recorrió varias calles sin rastro, así que decidió volver a casa, mientras esperaba el semaforo en rojo, un frío aire tóco su cuerpo dándole un escalofrío, que hizo sentir aún más ansioso su interior, sin querer alzó la vista al cielo, sobre el puente , lo que vio lo dejó helado.





Recorrió varias calles sin rastro, así que decidió volver a casa, mientras esperaba el semaforo en rojo, un frío aire tóco su cuerpo dándole un escalofrío, que hizo sentir aún más ansioso su interior, sin querer alzó la vista al cielo, sobre el pu...

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El era horrible, no era atractivo, no valía nada, nadie se fijaría en el, sobre todo aquel rubio cenizo que le robo el corazón.

Ahora cada recordaba aquellos veces, se sentía asqueado, se había enamorado de alguien vacío, solo había sido un experimento para el, y ahora tenía una nueva pareja como si nada. Su corazón dolía cada que lo recordaba, parecía que su omega lo había tomado como alfa, pero aquel alfa jamás los vería como pareja, era deprimente.

Era de noche, el frío aire calaba sus huesos, no había nadie en aquel puente peatonal de shibuya. Las calles estaban desoladas, era día laboral, los que salían temprano se dirigían a casa para descansar, un gélido viento acaricio su rostro bañado en lágrimas.

El no valía nada, no era buena pareja,no era buen estudiante , no era buen hijo, no era buen omega.

Debía irse de este mundo.

Subió al barandal del puente, sentándose sobre este, sus piernas tenían un ligero temblor por los nervios, varios carros pasaban abajo de sus pies, sabía que no tenía el valor para tomar pastillas o cortarse, así que decido esto, tirarse, aunque ahora no sabia si podría soltarse del barandal .

Pero debía hacerlo. Soltó un sollozo, sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas. Era demasiado cobarde.



— Adiós Mikey —. Susurro para si mismo antes de soltarse.









O eso esperaba hasta sentir unos brazos fuertes sostenerlo de la cintura, justo a tiempo a que saltará, abrió los ojos que había cerrado para esperar la caída, encontrándose con unos ojos negros cual noche , ese dragón reconocería donde fuera, soltó más lágrimas al ver quien lo había salvado.

Sin más fue bajado del barandal para ser pegado al cuerpo del alfa rubio, quien respiraba agitado por haber subido corriendo hasta el puente. Casi se le sale el corazón al ver reconocido y haber llegado a tiempo.

— T-takemicchi —.

Susurro, tratando de calmar al chico que temblabana entre sus brazos, pero no esperaba que soltara un sollozo alto al escuchar aquel nombramiento.

Lo pego más a él, dejando salir unas cuantas feromonas para calmar al omega, cosa que tardo en funcionar.
El pequeño se separo alzando su rostro observando a su salvador, negro y azul se encontraron, noche y mar se miraban fijamente. Sin saber que sus vidas iban a cambiar.


 Sin saber que sus vidas iban a cambiar

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𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘏𝘪𝘫𝘰   [Dratake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora