𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖈𝖎𝖔𝖈𝖍𝖔

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— No entiendo porque tanto misterio, Sira.— Dije cuando mi amiga me jalaba para que me pusiera en pie, ya que estaba todavía en la cama.

— Tu solo levanta.— Bufé y me senté tallando mis ojos.— Coño.— Me levantó de un jalón.— ¡Pero con ganas hija mía!

— ¡Que quieres que haga, si es que me acabo de despertar!— Rodé los ojos.

— Pues alé, a la ducha.— Me empujó hasta la puerta del armario, donde daba al baño.

La miré mal, pero de todos modos abrí la puerta del armario y me metí, busqué mi ropa y entré al baño.

Me di una ducha casi quedándome dormida, odio a Sira.

Salí secándome el pelo, encontrándome a mi hermano y a Ferran encima de mi cama con los móviles.

Pedri, fue el primero en mirarme y sonreír.

— Buenos días, peque.— Se levantó para dejar un beso en mi frente.

— ¿Se puede saber que hacéis aquí?— Alcé las cejas.

— ¿No podemos venir a ayudarte a buscar el regalo de el aniversario de Gavi?— Abrí los ojos como platos y luego me llevé las manos a la cabeza.

— ¡Mierda, que hoy cumplimos dos años!— Comencé a ponerme los zapatos apresuradamente.— ¿Y Danielle?— Pregunté amarrando un zapato.

— Le toca viaje.— Respondió Ferran sentándose en la cama.— Madrid- Buenos Aires, un vuelo largo y cansado.— Hice una mueca.

— Me lo imagino, y más cuando eres tú la que pilota.— Me puse en pie rápidamente.

Salimos de casa en busca de mi regalo para Gavi, pero no sabía que mierda darle.

El movil de Pedri sonó, indicando una llamada.

— Dime, mi vida.— Sonreí mirando algo para el regalo.

— Amor, me siento mal...

— ¿Que pasa? ¿Estás bien? Digo, ¿estáis bien?

— Duele...

— ¿Donde estás?

— A punto de despegar pero...— Se escuchó un gruñido por su parte.— Lo bueno es que todavía no estoy en Madrid porque han atrasado el vuelo.

— ¿Estás en Barcelona?

— Si pero...

— Voy para allá.— Colgó y lo miré preocupada.— Puede que vayas a ser tía más rápido de lo que pensábamos.— Sonrió y salió corriendo.

Ferran y yo nos miramos, asentimos y salimos detrás de él.

Pegué un chillido cuando entramos al coche.

— Voy a tener a un bebé en brazos.— Chillé.

— Para eso lo tienes tú.— Contestó mi hermano saliendo con rapidez del aparcamiento del centro comercial.

Llegamos al aeropuerto, donde estaba Danielle apoyada en una barandilla sujetando su estómago.

— ¡Dani!— La llamé, Pedri se había quedado en el coche mientras Ferran le ayudaba a hacer ejercicios de respiración. Parecía que el que estuviera a punto de parir fuera él.

— Sácame esto de aquí.— Habló entre dientes refiriéndose al bebé.

— Si te escuchara Pedri, te lo saca él, sin pensarlo.— Reí cogiéndola de un brazo.

Rodó los ojos y la ayudé a subir al coche, encontrándome a Ferran en el asiento del conductor respirando junto a Pedri, que no paraba de hiperventilar.

¿𝐃𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝 𝐦𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐚𝐬?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora