3. Reencuentro, parte 1

4.4K 459 131
                                    


Glosario 

maitia: amor, cariño, mi amor

Bai:


༄Haize༄


Soy Haize y soy un dios. Bueno, casi. Tengo más poder del que podría soñar cualquier joven de veintiséis años. ¿Dinero?, prácticamente infinito. Apuesto, inteligente, simpático. Literalmente puedo tener a la chica o chico que desee.

Salvo una.

Catalina Arrieta.

Y no porque sea la novia de mi mejor amigo. No. Es que ni siquiera puedo tenerla como amiga. Por algún motivo —absolutamente inexplicable—, hace tres años decidió alejarse de mí. Después de todo lo que pasamos juntos. Después de cómo la apoyé cuando su novio se marchó. Después de todo lo que vivimos en Japón.

—Seguramente fue a causa de lo que vivimos en Japón —dice Denitz, abriendo el armario de Catalina y revisando sus cosas—. Sé que tenías expectativas altas en ella, porque eres idiota. Pero es una chica normal. Y ninguna chica normal querría ser tu amiga, para empezar. Menos después de pasar tres meses contigo y la yakuza —cierra el armario dando un portazo—. Aquí no hay nada. Ni siquiera pelos del gato.

Suelta un resoplido de cansancio y yo me apoyo en la pared, paseando la mirada por la habitación de Cat. Una habitación algo desordenada, con ropa tirada por aquí y por allá, libros por aquí y por allá, decoración sencilla. Normal.

Pero si Denitz, o cualquier otro, piensa que Cat es normal, es que no la conoce de nada. Está loquísima. Aunque hoy haya hecho un intento muy gracioso por parecer una abogada seria y ejecutiva ahí con sus compañeras.

—Sigue buscando. Tiene que estar en alguna parte. No se llevará la gata al trabajo. —Me acerco a la cama, me agacho y miro debajo, pero Nami no está—. Coño, tío, ¿dónde mierda se puede esconder un gato en una casa tan pequeña?

El aroma de Cat impregna la habitación; ese olor frutal que reconozco fácil. Pero no siento olor a Nami.

—Puede que esté de paseo, ¿eso hacen los gatos o no? —Denitz se pasa una mano por el pelo rubio—, ya vámonos, tío. Tu hermana está como loca enviando mensajes que necesita ayuda para desempacar las cosas. Está furiosa porque fuiste a la fiscalía. ¿Puedes responderle el jodido telegram para que deje de fastidiar?

Me acerco a otra cómoda de Cat y abro el primer cajón. Uh, es el de la ropa interior. Levanto unas bragas de encaje rojas y pequeñas y se las muestro a Denitz.

—Ves, sigue siendo la misma de siempre —digo, dejándolas caer sobre el resto de la ropa.

—Eres un enfermo.

—La gente siempre guarda las cosas importantes con la ropa interior —digo riendo.

Remuevo un poco más las cosas y, bai, yo tenía razón. En el fondo, entre sus sujetadores, hay un papel pequeño, doblado en cuatro. Lo tomo y lo leo.

"Para que te cuide, maitia".

No dice nada más. No necesitaba decir nada más.

Dejo el papel donde estaba y cierro el cajón. Ya he tomado una decisión, así que cruzo la habitación y me dejo caer en la cama de Cat.

—Deni, vete a ayudar a mi hermana a desempacar. Yo me quedará acá.

—Haize, no seas sicópata. —Denitz cierra los ojos, probablemente intentando encontrar la paciencia que nunca ha tenido—. No está bien que ingreses a la casa de una chica a la fuerza y la esperes sentado en su cama, sabiendo que no quiere verte.

¡Dios!, decídete...(Dioses de Euskadi: El dios del viento, volumen I)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang