XLI

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Ella ni siquiera había pensado en ello. No estaba acostumbrada a tener pareja, a tener a alguien siempre a su lado.

Y después del cariño que mostró Aidan hacia Hannah por teléfono la noche anterior, y dado que ambos iban a verse la próxima vez que él fuera a Nueva York, lo mejor sería que no llegara a acostumbrarse en absoluto.

—No soy una niña, Aidan. — Le espetó. — Soy perfectamente capaz de ir a cualquier lado. —

—¿Y para qué vas a ir en taxi o en metro si yo puedo llevarte? Además, — Añadió. — Quiero escuchar lo que diga el médico. —

—¿Por qué? — Estaba tensa.

—¡Porque también es mi hijo! —Señaló. — Y cuanto antes te acostumbres a la idea, mejor. — T/n tuvo que admitir que, en efecto, era el hijo de Aidan. Independientemente de los motivos de la llamada de Hannah la noche anterior, o de si se iban a reconciliar o no, era consciente de que Aidan se tomaba en serio su responsabilidad con ese bebé. Era el único motivo por el que ella estaba en su vida...

Y no debía olvidarse de ello. Tal y como casi había hecho la noche anterior. Era incapaz de defenderse, de controlarse, cuando Gallagher la tocaba.

Él vio en el expresivo rostro de t/n incertidumbre y aprensión.

El no quería que se asustara de él. Quería que ese matrimonio funcionara, como fuera, y que los dos alcanzaran alguna clase de entendimiento.

Pero no tenía la menor idea de cómo lograrlo ya que, salvo en la cama, siempre estaban discutiendo. Podrían intentar dejar de discutir...

—Oye, firmemos una tregua, ¿de acuerdo? — Sugirió él. — Esta pelea constante no nos lleva a ninguna parte. —

—No intentes fingir que te preocupas por mí. — Se burló ella.

—¿Quieres dejarlo ya? — Gritó él mientras la sujetaba por los hombros. — Ya no quiero discutir más contigo, ¿de acuerdo? —

—Tienes unos cambios de humor impredecibles. — Dijo ella con preocupación en sus ojos dorados.

—¿Se supone que un futuro padre debe ser predecible? — Se rió él.

—Supongo que no. — Admitió ella con un suspiro. — Pero me ayudaría a entenderte un poco mejor. —

—¿Te gustaría entenderme? — Aidan miró perplejo su precioso rostro.

—No especialmente. — Contestó ella mientras sus ojos volvían a adquirir una expresión desafiante. ¡Pues a él sí que le gustaría entenderla!

La noche anterior con ella había sido lo más parecido a la perfección que Aidan había conocido en su vida. No, no había sido parecido...había sido la perfección. Se negaba a admitir que t/n estuviera con él así, que se le entregara así, sin sentir algo más por él que el aprecio por sus millones.

A no ser que se estuviera engañando a sí mismo...

—Tienes razón. — La soltó bruscamente. — Ya es hora de que vayamos a trabajar. —

—Sí, jefe. — Respondió ella. Aidan entrecerró los ojos. Tenía que marcharse. Antes de hacer algo que lamentaría después.

T/n le observó marchar. Sentía tristeza al pensar que la intimidad compartida antes de la llamada de Hannah no había sido más que una ilusión, y que no tenían nada en común salvo el bebé que ella llevaba dentro. Los siete meses y medio que quedaban para que su cuerpo fuera nuevamente suyo, la acechaban como una sombra oscura.

El trabajo era la respuesta. Siempre le había gustado su trabajo en la galería, y ni siquiera la silenciosa presencia de Aidan en la oficina de la segunda planta la privaría aquel día de ese placer.

Tras explicarle a Jane, la gerente, que Aidan se había equivocado y que iba a seguir trabajando todavía algunos meses más, se sumergió por completo en su trabajo. Sus compañeros mostraban una enorme curiosidad y miraban su anillo con envidia. Pero en cuanto comprobaron que seguía siendo la misma t/n, a pesar de que en breve se casaría con el dueño de la galería, volvieron todos a la relación amistosa qué siempre habían compartido. Bueno, más o menos, reconoció ella.

Ya no hubo más comentarios en su presencia sobre lo guapo que era el jefe y sobre el aspecto que tendría desnudo, pero, si ése era el único cambio que iba a haber, a ella no le importaba. Se dijo a sí mismas que eran sus hormonas las que le provocaban esa debilidad en las piernas y el dolor en todo el cuerpo cuando pensaba en él. Estaban descontroladas por el embarazo, nada más.

Pero cuando Aidan bajó a la galería y fue hacia ella con su acostumbrada vitalidad se puso tensa, y recordó cómo había acariciado ella esos oscuros cabellos la noche anterior y lo atlético que era ese cuerpo oculto bajo el traje gris que llevaba puesto.

—¿Sí? — T/n lo miró desafiante.

—Tenemos público. — Dijo Aidan en voz baja mientras dirigía la mirada hacia Kate al fondo de la galería. — ¿Ese es el saludo que tienes para tu novio? —

—O sea, que quieres que seamos discretos delante de los demás empleados, ¿no? —

No, en realidad no, pensó Aidan. La discreción era lo último en lo que pensaba cuando se trataba de ella no era una simple empleada, era su prometida.

—Pensaba que eso era lo que querías tú. — Dijo él secamente. — También pensé que te gustaría saber que mis abogados han organizado la boda para dentro de dos viernes, a las dos y media de la tarde. — Informó con satisfacción y observó cómo su rostro palidecía ante la noticia de que se casaría con él dentro de dieciocho días.

Aidan se sintió molesto al ver el gesto de t/n. Parecía como si en lugar de casarse con alguien que tenía más dinero del que ella podría gastarse en toda su vida, la fueran a llevar a ejecutarla. — Pensé que a lo mejor querrías llamar a tus padres para darles la fecha y hora concreta. — Dijo él.

—Intenté llamarlos antes, pero no había nadie. — Contestó ella contrariada.

—¿Ah, sí? — Aidan se preguntaba por qué los había llamado si acababa de verlos el sábado anterior.

—Suelen estar en casa los lunes por la mañana. — Hizo una mueca.

—Puede que hoy decidieran hacer algo distinto. — Él se encogió de hombros.

—Puede. — Admitió ella sin demasiada convicción. —

—Seguro que no pasa nada, t/n. — Aidan frunció el ceño. Ella había intentado no preocuparse, pero cuanto más pensaba en ello, más convencida estaba de que sus padres habían tenido un extraño comportamiento el sábado anterior. Los había llamado para descubrir si estaba equivocada, pero nadie contestó.

—Los llamaré más tarde. — Dijo, intentando que él no viera lo preocupada que estaba.

—A lo mejor... —

—Aidan, t/n, siento interrumpir. — Jane se acercó ellos. — Ha llegado una visita. —

—Acomódalos en alguna parte. Iré enseguida. — Dijo Aidan con impaciencia.

—En realidad, la visita es para t/n. — Rectificó torpemente Jane.

—¿Para mí? — T/n estaba sorprendida.

—Dicen que son tus padres. — Asintió Jane. T/n no esperó a que Jane terminara de hablar. Salió a toda prisa, sin saber si Aidan la seguía o no, aunque pensaba que seguramente lo haría. No tenía ni idea de qué hacían sus padres allí, ¡pero por lo menos ya sabía dónde habían estado durante toda la mañana!

𝐈𝐧 𝐚 𝐌𝐢𝐥𝐥𝐢𝐨𝐧𝐚𝐢𝐫𝐞'𝐬 𝐁𝐞𝐝 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] (𝓐.𝓖.) [✔︎]Место, где живут истории. Откройте их для себя