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CAPITULO DIEZ ½
"EL FRANCES EN ECOMODA Y EL INICIO DEL CAOS"

Patricia parecía un bloque de hielo por lo pálida que se había puesto su piel. Roberto mecía la hoja, de un lado a otro en un movimiento hipnotizante. Los ojos azules seguían la hoja sin poder despegar los ojos de ella.

—¿Recuerdas esto, Paty? —pregunto deteniendo el movimiento. —Y-Yo —titubeo.

—Tu titubeó me lo confirma, Paty. ¿Recuerdas que lo firmaste y que debes seguir todo su reglamentos al menos que...? —la rubia asintió captando el mensaje. —Bien. Y por cierto —huzi una seña a Patricia para que se acercará, la rubia dudó un instante en acercarse, ¿acaso a su jefe le gustaba? Su cabello fue tirado hacia adelante haciendo que sus pechos cayeran sobre su escritorio apoyándolos y su oreja descubierta. El presidente se acercó a su oído y susurró algo que a la rubia terminaría más blanca de lo que estaba. —Se que dañaste el computador, y si no quiere que te despida, te deje una gran marca en tu oja de vida y sobretodo mandarte por diez años a la cárcel, haz lo que te digo y sigue mis órdenes.

Patricia volvió a caer en su asiento.

—Ahora vete. Y no le cuentes a nadie sobre lo que pasó, Armando te maltrataba y tú no te quedabas callada pero yo tengo varios trucos en la manga que puede hacerte coserte la boca para tu propio bien, así que aguántate mis maltratos y vete de aquí cotoneandote y fingiendo que no paso nada. Ah, y se me olvidaba. Llamaba a Nicolas, necesito que me firme unos cheques para el desfile de mañana.

Patricia obedeció sumisa antes su órdenes, al salir camino roboticame hacia su asiento y comenzó a hacer las llamadas.

Roberto, feliz de que sus nuevos robots comenzó a trabajar en silencio. La puerta se abrió dejando ver al nuevo contratista. Wilson había sido contratado en forma parcial por Gutierrez que había sido despedido por acoso laboral hacia la recepcionista, y tratar de despedir a dos empleados fuera de horas laborales y por motivos personales. Wilson no tenía mucha idea de cómo manejar el área administrativa, por lo que Bertha le ayudaba en todo lo que podía, parecía acoplarse bien a su nuevo puesto.

—¿Cómo está Wilson?

—Muy bien Don Roberto. Aquí le traigo los contratos de las modelos para que las firme —le entregó los papeles, Roberto los tomo y firmo cada uno de ellos. Estaba feliz de que Wilson tuviera la oportunidad de ascender y no quedarse para siempre en el mismo puesto, aunque fuera por un tiempo parcial. —Gracias, Don Roberto. Hasta luego.

—Adios Wilson.

La puerta se cerró de nuevo. Roberto volvió a respirar paz, hasta que de nuevo de abrió la puerta, casi gritando que tocaran se dió la vuelta para mirar a la persona que lo interrumpió cuando sus ojos quedaron embobados con un ojiazul de cabellos rubios y una sonrisa maravillosa.

Las palabras no salían de su boca, se habían quedado trabadas mirando la sorpresa que le trajo el destino. Michel le extendió los brazos esperando su merecido abrazo, y Beto en un trance fue hacia el y se rodeo de esos fuertes brazos. Duraron una eternidad juntos, sintiendo ese calor que les faltaba desde hace mucho tiempo. La castaña los miro entretenida sacando fotos en secreto de los dos y habiendo cerrado la puerta para que nadie los viera.

La castaña al sentirse muy ignorada después de un tiempo, tosió llamado su atención.

—¡Hola! —saludo. Tomo la mano de Beto y la movió de arriba abajo en una gran velocidad. —Soy Tatania, puedes llamarme Tania si tú deseas. Soy amiga de Michel y te conocí en Cartagena, puede que no me recuerdes por qué solo nos vimos un instante pero yo les tome la foto de recuerdo. —Termino su saludo retrocediendo un paso.

LA VERDAD TRAS BEATRIZ PINZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora