ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔔𝔲𝔦𝔫𝔠𝔢

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ᴀʟɢᴏ ᴇxᴛʀᴀñᴏ sᴜᴄᴇᴅᴇ

            Dos noches habían pasado desde que Dacia escupió aquellas palabras frente a él

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      Dos noches habían pasado desde que Dacia escupió aquellas palabras frente a él. Aemond lo pensó y lo volvió a pensar durante las largas y torturantes que pueden ser las noches a veces.
No quería creer aquella acusación contra su madre pero no podía negar que podría llegar a ser cierta; después de todo Alicent le confesó que Dacia sabía un secreto suyo y por eso la prisa de silenciarla. Era entendible el accionar de Larys Strong, no quería que se supiera que la reina engañaba a Viserys; serle infiel a tu esposo enfermo sería algo muy mal visto.

Aun no se atrevía a confrontar a quien le había dado la vida, ni tampoco acercarse a Dacia. Ella le dejó en claro que "no estaba para sus grises". Y fue entonces que notó lo cambiante que podía resultar a veces. Pero es que durante aquella charla con Otto, su abuelo le había dejado en claro que las mujeres como Dacia son protagonistas y nunca compañeras.
Le aconsejó que busque una mujer que sea su sombra, que lo acompañe en silencio y no cuestione sus acciones, le advirtió que Dacia era lo contrario, se notaba de lejos que la joven luchaba por los que amaba y que siempre peleaba por sus ideales.

— ¿Y a ti que te sucede ahora? —le preguntó Aegon, mientras lanzaba al aire la espada que usaban para entrenar y luego la volvía a atrapar.

—Solo estoy cansado.

—Pues mejor que trates de activarte un poco o Cole te dará una paliza, no sé qué le sucede hoy.

Señaló al pelinegro y el menor se volteó a verlo. Ser Criston caminaba en dirección a ellos pero tenía el ceño fruncido y su mandíbula tensa.

— ¿Por qué la cara larga? —Aegon lo molestó.

—Estoy algo adolorido, es solo una pequeña molestia —tocó su hombro.

Ambos príncipes asintieron y comenzaron su entrenamiento; Aegon tenía razón cuando dijo que si Aemond no se activaba le darían una paliza.
Era la segunda vez que caía en la tierra y oía esa irritante carcajada de Aegon al verlo.

— ¡Ya deja de reírte, infeliz! —le lanzó tierra en el rostro, el otro se quejó.
Iba a abalanzarse sobre él pero una risa lo distrajo; una risa que ya conocía bastante bien.

Se giró y pudo ver a Dacia reír por la forma en la que su escudo personal, Eiross, intentaba disparar con el arco. El joven apenas se recuperaba de las graves heridas que aquel accidente le había dejado. En su cuello ahora era notable una gran cicatriz y aun le costaba hacer algunos movimientos, quizá por eso la risa de ella.

—No soy tan bueno como tú, mi lady —le dijo mientras dejaba el arco a un lado.

—No digas eso, claro que lo eres —lo animó—. Tu brazo y tu cuello aun duelen, es normal...Quizá cuando estas heridas se curen realmente vuelvas a ser el gran tirador que sé que eres.

𝔇𝔞𝔠𝔦𝔞 - [ᴀᴇᴍᴏɴᴅ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora