Parte 3: 2

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Pero la historia empezaba ahí y eso había pasado hacía casi un año. En el presente, en el ahora, todos eran bandidos, todos sin excepción. Habían creado una nueva organización, nada que ver con las suyas anteriores. Era una organización creada y formada por diez personas que viajaban en una caravana. Eran famosos en todo el país puesto que recorrían las carreteras llenas de nadie, todas muertas, y atacaban a lugares importantes e interesantes. En cambio, no eran conocidos por su bravura o su fuerza, sino porque eran la única organización que no mataba a nadie. Eso era lo interesante de ellos. En cambio, podían ponerse muy duros contra sus oponentes y enemigos. Ese día, ese hoy, Angry conducía mientras sonreía a los de atrás y hablaba.
Angry: Ha pasado ya un año, ¿no?
Todos los de atrás le miraron al momento. Aún así, le dieron la razón, había pasado un año, no con exactitud, pero se podía contar así. Entonces, cogió aire.
Angry: Es bonito.
Smiley: ¿Qué es bonito?
Angry: Es bonito recordar la fecha de un ser querido, ¿no crees? Estaría bien visitarle, aunque solo sea esta vez.
También le dieron la razón. Además, les pillaba de paso. Angry les llevó a él y al resto con la caravana a una carretera sucia, vacía como por las que pasaban. En cambio, esta carretera era especial para ellos. Aparcó a un lado de ella para ver por las ventanas un montículo feo y uniforme de tierra dura. Miró atrás, como esperando.
Angry: ¿Hacemos turnos o...?
Mitsuya: Si te apetece, puedes ir primero.
Ran: Yo último.
Asintieron y Angry salió. Todos se mantuvieron en silencio hasta que volvió. Luego, lo hicieron el resto. Lo contaremos rápido para que no se haga tan pesado, pero podían tirarse fácilmente ahí media hora o más. Cuando por fin le tocó a Ran, salió con una sonrisa. Cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido y caminó hasta el montículo. Después, se puso de rodillas hasta estar a su altura. Miró el montículo con un palo puesto en forma de cruz con esa misma sonrisa. Luego, bajó la cabeza.
Ran: Hola, Rin. Hace ya un año que no estás con nosotros, conmigo sobre todo, ¿eh? Han pasado muchas cosas desde ese día. ¿Sabes? Ahora somos una organización grande y reconocida... Y me alegro por ello, no la odio y no nos pegan como en la anterior.
Pestañeó, como esperando algo. En cambio, no pasó nada. Miró abajo, apretando los puños.
Ran: Izana nos dejó. Ese enano imbecil nos dijo que no iba a pertenecer a nuestra organización y se fue, no sin antes de que se llevase un puñetazo de mi parte. Ah, y también le rompí el otro hombro. Bueno... ¿Sabes? He enseñado a curar las heridas a Mitsuya, aunque él no tenga ni idea de usar la muleta todavía. Es un chico muy listo, eh, es normal que quiseses ayudarle...
Siguió esperando mientras miraba ya no con una sonrisa, sino algo más serio. Cogió aire.
Ran: Hemos creado esta organización para demostrar que los bandidos no siempre somos malos, que hay bandidos que sí que ayudan a la gente. He enseñado muchas técnicas y, oye, las han cogido bastante mejor que yo, eh... Sobre todo, ese otro enano imbecil. Normal que sean hermanos, Mikey e Izana. También hemos estado pensando en una bandera para ponerla, pero eso es demasiado raro, ya sabes...
Entonces, bajó toda la sonrisa, poniendo los ojos brillantes, como llorosos. Siguió mirando de frente para hablar.
Ran: Y yo... Yo... He sufrido mucho, también me he reído mucho, todo desde que no estás. Las primeras semanas sin ti fueron insoportables, no sabía qué hacer, no sabía qué decir a todos ellos. No soy un maldito líder. Pero, luego, todos me ayudaron a superar tu muerte y, poco a poco, me han ido readmitiendo. Claro, como antes no ayudaba, yo era un excluido allí, pero es que me daba pereza ayudar, porque estabas tú... Ahora, somos mejores amigos, ya confían en mi lo suficiente como confiaban en ti...
Bajó la cabeza, dejando caer las lágrimas ahora ya por fin. Tocó con uno de sus puños la tierra y, con la otra mano, acarició la tumba.
Ran: Te echo de menos... Todos. ¿Crees que puedes volver en algún momento de nuestras vidas, Rindou...?
Sabía que no obtendría respuesta, pero se quedó callado. Después, cerró los ojos.
Ran: Te quiero, Rindou. Aún tenemos esa esperanza que nos diste...
Tras eso, se levantó con cuidado. Miró la tumba una última vez antes de dejar caer sobre ella una flor. Volvió a la caravana en silencio y cerró la puerta de nuevo.
Inui: ¿Todo bien, Ran?
Ran: Sí... Todo bien.
Sonrió aún con sus lágrimas. Aún así, Inui le chocó los cinco con su mano mientras él sonreía también. Entonces, Mitsuya intervino, desde detrás.
Mitsuya: Nos veremos más adelante, Rindou.
Lo dijo mientras salía de la caravana de nuevo con su muleta. Dejó sobre el montículo, al que llamaremos tumba, una cosa y luego se giró al resto.
Mitsuya: Podemos irnos ya, si queréis.
Asintieron mientras ponían la caravana en marcha. Poco a poco, empezaron a alejarse de la tumba del forastero hasta que ya no la vieron. Allí se quedó, la tumba, solitaria, en un montículo de tierra, y con la flor bajo las gafas rojas con el cristal roto de Rindou

Fin.

Vale, no tenía pensado publicarla porque, yo, la escritora, lloré escribiendo el final y siempre que leo la parte de Ran lloro a mares 🥲

En fin, la historia queda concluida y no creo que tarde demasiado en seguir publicando una nueva y demás.
Como siempre, suerte, ánimo, ganad de leer y estudiar y ¡gracias por leer!

Los forasteros (Tokyo Rev.)Where stories live. Discover now