Mientras otros tienen familias felices, yo tengo que aguantar esto.

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Los días pasan.

Bai WuXiang ya no sale a recibirlo, no hablan mucho, incluso evitan hacerlo, pero cuando lo hacen, es con hostilidad. Los domingos, Bai WuXiang pasa en casa y Xie Lian pasa el día en el sofá, haciendo nada. Escucha a su compañero caminando de un lado a otro y cuando pasa cerca, lo detiene.

—Oye.

Bai WuXiang vuelve a verlo.

—¿Ya no vas a trabajar?

Bai WuXiang le da la espalda y tarda para responder con un simple:

—No.

Xie Lian frunce el ceño y, escueto, indaga:

—¿Por qué?

Qué molesto.

—...Buscaré un empleo.

Xie Lian aturra la frente.

—¿Te despidieron?

—...No quieren que beba alcohol.

—Pues déjalo.

¿Dejarlo?, ¿así como si nada?, qué iluso.

—Yo sé lo que hago— afirma con molestia.

—Pues no es justo que sólo yo trabaje.

—¿Qué no es justo? Yo limpio, cocino y lavo los platos. ¡¿Eso no es trabajo?!

Xie Lian resopla:

—Si tanto te molesta, no lo hagas.

En un arrebato de ira, Bai WuXiang arroja la mesa contra la pared de una patada. Xie Lian se reincorpora del susto, está muy aturdido como para pedirle que se detenga. El mayor sigue su desastre, bota todos libros de la estantería y bota el mueble también, ocasionando un gran estruendo. Bota el florero, toma el reloj de la pared y también lo estrella contra el piso.

—¡Limpia eso, basura!

Xie Lian no concibe semejante lógica.

—¡Tú hiciste este desastre, tú límpialo!

—Pídele ayuda a uno de tus asquerosos huérfanos— le da la espalda y se va.

La furia crece en el interior de Xie Lian.

—Idiota, ¡eres un idiota!

Bai WuXiang se detiene. Tras la figura de Xie Lian ve a su madre, a su maestro, Shen Jiu, a sus abusivos abuelos, a sus fastidiosos compañeros de clases, a los policías que lo golpearon...Ahora Xie Lian también lo insulta...No puede ser que Xie Lian también...

Antes de abandonar la morada, Bai WuXiang contradice:

—Tú quisiste casarte con este idiota, ahora no te quejes— cierra de un portazo.

La sangre de Xie Lian es un río salvaje, Bai WuXiang se ha ido, ya no puede descargar su malestar con él. Se frustra, las venas de sus ojos se marcan de rojo y las de sus manos se marcan debajo de su piel. Indignado, se pone a limpiar el desastre ajeno, mientras mentalmente se repite que el matrimonio es una bendición de los cielos y que debería perdurar...

...

Xie Lian y Bai WuXiang vuelven a apartarse, ya no se dirigen la palabra. Xie Lian va a su trabajo y Bai WuXiang ya no paga para que lleguen a asear la casa. Xie Lian regresa a casa y tiene que cocinar, la mayoría de veces encuentra los platos sucios, Bai WuXiang ya no le ayuda en nada. Lo encuentra acostado en el sofá, tal parece ha vuelto a beber, aunque en el refrigerador no hay alcohol.

Memorias de dos vidas tristes. | BaiLian | - 20Donde viven las historias. Descúbrelo ahora