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𝐢 𝐢 |𝐄𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐜𝐤𝐞𝐧𝐳𝐢𝐞.
























Sus pies picaban de tanto caminar y su humor estaba empezando a decaer con cada hora que seguía caminando por la gran ciudad de Los Ángeles.

Gruñó cansada, su meta de buscar un trabajo nuevo estaba siendo un reto, después de lo sucedido en casa del pequeño Evan fue despedida, como obviamente iba a pasar, no tuvo de otra más que empezar de nuevo con sus andadas de antes.

Caminar por horas hasta que alguien se apiade de ella y le de trabajo.

Por suerte y sus jefes, bueno, exjefes ahora, no hicieron rumor de que gracias a ella su cocina estaba hecha un desastre. Si no, la búsqueda sería aún más grande.

Aparte de que su mente últimamente estaba muy perdida en sus pensamientos, o más bien en unos lindos ojos azules, que la salvaron de un aparatoso y vergonzoso accidente.

«¿Por qué no puedo sacarte de mi mente bombero lindo?»

Se detuvo enfrente de un enorme edificio en donde era un complejo de departamentos, trato de pensar en otras opciones pero finalmente resopló fuertemente agarrando valor para ir subiendo esos veinte pisos.

«Todo sea por el trabajo, Mackenzie».

Entró y por cada departamento iba dejando un volante con la información de su servicio; "Mack y sus niños", nombre que le puso su hermana cuando le editó su publicidad.

Piso por piso, iba dejando los volantes en la puertas y de vez en cuando se detenía a sentarse en las escaleras pensando en porque tuvo que meterse en ese gabinete.

Iba ya en el piso diecinueve, con un cansancio enorme salió del milagroso ascensor que descubrió después de haber llegado al piso siete por las escaleras, definitivamente a veces era algo despistada, se dirigió al primer apartamento del piso, deslizando los volantes debajo de la rendija de la puerta.

Estaba entretenida silbando cuando los gritos de unos niños llamó su atención, a unos departamentos más adelante una niña de cabello rizado con un llamativo color rojizo salía de un departamento jugando con un avión.

Sonrió con una ceja alzada y curiosa se acercó a la pequeña.

—Hey, ¿Qué haces por el pasillo tú sóla? ¿Y tus padres? — La niña se encogió de hombros y siguió volando su avión.

Riendo se acercó al departamento de dónde salió y pudo notar como el suelo del pasillo estaba lleno de dibujos mientras cubos de bloc se encontraban regados por todos lados.

Tocó la puerta buscando en donde estaba el adulto pero no vio nada, sin meterse volvió a tocar y está vez gritó.

—¿Hola?, buenas tardes. — En el fondo del lugar se escuchó una voz hablando pero no logro entender lo que decía. —¡Oiga! Creo que su hija se escapó de casa.

—¿Paola? ¿Dónde estás? — Se escuchó la voz de una señora acercando se a lo que rió haciendo una mueca, se volteó viendo a la niña que estaba sentada aún jugando con su avión.

—Hey, Paola — La castaña le habló a la pequeña que rápidamente la vio. —¿Quieres entrar a casa? Te daré un regalo si entras. — Le hablo tiernamente a lo que la niña sonrió emocionada y asintiendo se levantó corriendo a darle la mano para entrar pero entonces una señora de pelo rojizo apareció en la sala.

—¡Paola! Dios ¿Qué te dije de abrir la puerta? — La regaño pero ni se inmutó y siguió cogiendo la mano de Mack mientras jugaba con su avioncito.

𝐏𝐨𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐨𝐫𝐩𝐞𝐳𝐚. | 𝟗𝟏𝟏.Where stories live. Discover now